“No se hacen papeles para mujeres maduras”

Silvia Marsó tomó la firme decisión de rechazar contratos jugosos como presentadora de programas de televisión en los 80 para centrar su carrera en la interpretación y acertó. Su dilatada y exitosa trayectoria como actriz de cine, teatro y televisión lo corroboran.

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La actriz Silvia Marsó (@SilviaMarso) asegura que no es lo mismo ser popular que ser considerado un actor y esa fue la filosofía de vida que le llevó a apartarse en los años 80 de la presentación de programas de televisión, medio en el que conoció la fama desde el primer momento que pisó el plató del consagrado Un, dos, tres…, para centrar su carrera en la interpretación como siempre había soñado cuando se iniciaba en el teatro de calle en el Barrio Gótico de Barcelona.

 

Y esta decisión le ha llevado a desarrollar una carrera respetada y valorada en la que nunca le ha faltado trabajo de calidad y papeles que le han supuesto verdaderos regalos. Ni ahora, entrada en la cincuentena, cuando, desgraciadamente, a muchas otras compañeras ya no les llegan apenas guiones. Y menos para hacer papeles protagónicos, sobre todo, en los medios audiovisuales. De hecho, solo una de cada ocho actrices de televisión o cine es madura.

 

Una situación problemática con la mujer a partir de los 45 años, que se puede extrapolar a la obra musical que Marsó produce y con la que recorre los teatros, 24 horas en la vida de una mujer, dirigida por Ignacio García.

 

¿Qué nos puedes contar sobre la historia que se desarrolla en 24 horas en la vida de una mujer?

Es una historia trepidante llena de vitalidad, que parte del momento en el que una aristócrata enviuda y se encuentra atravesando una profunda depresión. Para salir de ello decide viajar por Europa para olvidar su amargura. Y en el Casino de Montecarlo se encuentra con un joven que se está jugando la fortuna familiar a la ruleta. Él pierde e intenta suicidarse. Ese es el punto de partida. Durante las 24 horas siguientes esa mujer vive por primera vez una vida real y toma decisiones, sin tenerlo todo planificado como antes. Se enfrenta a todos los convencionalismos sociales de su clase y ello supone una reflexión para el público.

 

Sin perder de vista que se trata de una mujer madura que se enamora de uno joven.

Es un tema tabú que no se ha solucionado en nuestra sociedad, no se acepta; en cambio, lo contrario sí. Lo hemos estado viendo durante años con el actual presidente de Francia, Emmanuel Macron, y su mujer.

 

¿Cómo ha sido volver a cantar y a bailar en una obra musical después de Te quiero, eres perfecto, ya te cambiaré, que fue Premio MAX en 2001?

Llevo muchos años estudiando canto y baile, pero hacía mucho que no lo llevaba al teatro porque recibía muy buenos papeles para teatro, pero que no suponían un esfuerzo añadido. Y, por ello, decidí producir en España esta obra con una carga dramática grandes y la dificultad que supone cantar y bailar con música en directo. Es un reto.

 

¿Está siendo el teatro una buena vía laboral para las actrices a partir de los 40 años, frente a la ausencia de papeles en televisión y en cine?

Es difícil que las mujeres mayores de 45 años tengan personajes protagónicos en cine y televisión. No se hacen papeles para nosotras en España. Y casi tampoco secundarios. De cada 10 jóvenes hay una madura y eso hace que cada vez haya menos trabajo. No es mi caso, porque en teatro, los grandes personajes de la historia se han escrito para mujeres maduras. Y me los están ofreciendo. Pero estoy luchando para que no sea así con el resto de compañeras.

Y si no se los ofrecen, que sean las cineastas las que los creen para ellas, ¿no?

Mayoritariamente es así, a excepción de Almodóvar y alguno más. No sucede así en países como Francia, donde los personajes de mujer madura son protagónicos y con enjundia. Y encima las consumidoras más importantes de literatura, de exposiciones de pintura, de teatro y de cine en España son mujeres de esta franja de edad.

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¿Cómo está yendo la acogida de la obra? ¿Tranquilizaba el éxito que había tenido en París?

En París me enamoré de la obra cuando la vi. Decidí producirla en España con la dirección de Ignacio García y el montaje es totalmente distinto. La buena crítica de la obra en París era un aval. Ya hemos estado en cerca de diez ciudades y está yendo muy bien. Es una de las obras más bonitas que he representado en mi vida.

 

¿Cómo serían esas “24 horas” en tu propia vida?

Actualmente sí, porque llevo 24 meses para poder producir estas “24 horas”. Ha sido una labor titánica, porque afronto la producción yo sola, pero he contado con un equipo extraordinario.

 

¿Le sigues guardando cariño al teatro de calle y de mimos de tus inicios?

Hacíamos mimo en el Barrio Gótico de Barcelona para tener contacto con el público y le guardo un gran cariño, al igual que a los compañeros de esos inicios como Paco Mir, de Tricicle, Jürgen Müller, de La Fura dels Baus, o Gemma Beltran.

 

Y en esos inicios, ¿el salto a la televisión, como en tu caso al Un, dos, tres…, era importante para una actriz?

Era la posibilidad de que te conocieran en todo el país. Solo había dos cadenas y cualquier participación en televisión te hacía mega famoso en menos de un minuto. Luego mantener la carrera y centrarla en el mundo de la interpretación es lo que cuesta. No es lo mismo ser popular que ser considerado un actor. Por ello en muchas ocasiones tuve que rechazar contratos muy bien remunerados, para presentar programas de televisión, para centrarme en ser actriz para no despistar al público.

 

Has trabajado en teatro, televisión y cine. ¿Qué te aporta cada medio?

Cada medio tiene su parte enriquecedora. El teatro te da la posibilidad de enfrentarte a personajes de mucho riesgo frente al público sin trampa ni cartón. Te da mucha solvencia, seguridad y prestigio. La televisión te da el cariño inmediato del público, así como agilidad y espontaneidad porque hay poco tiempo para rodar. El cine es más artesanal y elaborado y lo que me apasiona es que tienes que tener trabajado muy bien el personaje para que solo con una mirada se pueda traslucir todo lo que le está pasando al personaje.

 

Llevas 25 años siendo socia, una de las más veteranas, de Greenpeace España. ¿Consideras importante que figuras populares se pongan al frente de problemáticas como el cambio climático?

Sí. De hecho, yo he colaborado en varias campañas como la que denunciaba los transgénicos o la que hacía lo propio con la construcción de puertos deportivos en todo el mediterráneo. Me socio una socia activista.

 

¿Cómo ves el panorama actual de este tipo de problemáticas medioambientales en España?

Hasta que la gente no se ha dado cuenta de que el cambio climático es algo palpable no se han puesto en marcha mecanismos para paliarlo. De todos modos, las grandes potencias de nuestro mundo, que son tan proclives a priorizar el dinero, no están cumpliendo con lo que deberían.

 

¿Qué otros proyectos tienen en marcha?

Acabo de rodar una película que se llama Sin novedad, que ha dirigido como ópera prima Miguel Bertal y tengo alguna oferta para televisión, pero ahora me centro en sacar adelante mi producción, que en diciembre llegará al Teatro de la Abadía de Madrid, que me hace mucha ilusión.

David Casas

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