La reseña falsa de una novela mentirosa

Enfrentarse a la última obra de Juan José Millas, La mujer loca, con el único precedente de la lectura de los títulos anteriores del escritor ya es una garantía de que no te extrañarás de nada de lo que encuentres, de la pugna que mantenga con las palabras o de la posición que el operador/escritor de cámara adopte al presentar el argumento. Lo que desconcierta es, precisamente, no hallar un argumento, no localizar la estación de salida y el apeadero. Lo que encuentra este lector es un baile creativo con las palabras y una reflexión metaliteraria en torno al sentido omnipresente que tiene el narrador cuando se le somete a las exigencias de un guión con vida propia.

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Al tuntún, pero no tanto. Improvisado, peromedido. Esquizofrénico, aunque con una buena dosis de analgésicos. Una chicacon un don lingüístico enamorada de un jefe con apariencia de filólogo teórico,mas sin praxis; una mujer postrada en la cama a punto de suicidarse paraacceder a una muerte digna; un marido viajero de mente (que no demente) porquenó que desliza su vida por larutina de la meditación y de la atención a su maltrecha esposa; unapsicoanalista octogenaria con ganas de extraer el sentido de la vida para un Millás recién desdoblado en su afán porencontrar la vuelta del calcetín de su producción literaria.

 

Son los ingredientes que componen La mujer loca, la última novela de Millás, pero de un híbrido entreel Millás periodista y el Millás escritor. Una suerte de camino introspectivopor los procesos creativos que guían al autor cuando ha de abordar un nuevotrabajo, mirado desde el prisma de su vertiente narradora y de su cara más cotidiana,la misma que le conduce a poner sobre la mesa de operaciones a palabrasenrevesadas, a la dirección descabellada de las fantasías que todo ser humanosiente en su yo más íntimo y a la experiencia argumental que localiza cuandoalguna de ellas se entrecruzan con la vida real, aunque solo sea a través desus personajes.

 

Un elenco de casualidades imaginarias que,llevándolas al hecho de escribir, obtiene el incesto final, el que asalta a lalengua materna para convertirla en un producto sobre el que reflexionar acercade la inspiración del escritor, la sequedad creacional de argumentos y lamadurez, como la que afronta desde hace tiempo este compositor de escritura deorigen valenciano.

 

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A partir de ese punto de vista, todos estaríamoslocos, al menos desde el lado más fantasioso que asola el comportamiento quenunca ponemos en práctica, incluidos los personajes y aspectos másdescabellados que cabalgan por nuestra mente. En La mujer loca, Millás reflexiona realmente sobre esto y aquello yaprovecha para situar la profundidad periodística que ya encontró con la excusade la eutanasia en relación a otros destellos de la vida que marcaron su papel deescritor, o quizás para conseguir publicar una novela de la nada. Mérito porencima de la evaluación numérica de un libro que pasará a la historia como unnuevo juego de palabras característico del autor, que otra vez vuelca todo elprotagonismo en el poder del lenguaje sobre la fragilidad de los humanos.

 

Entre lo falso y lo verdadero, la fantasía;entre la mentira y lo verosímil, el formato, esto es, la novela.


Óscar Delgado

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