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Dicen que para acabar con un tabú es necesario hablar de ello. Hacer el ejercicio de contemplar algo que resulta prohibido con la naturalidad que requiere. Y a pesar de que las nuevas tecnologías han traído consigo algunos tabúes generacionales, lo cierto es que la opinión liberal mayoritaria se antepone a la más conservadora o tradicional. Prueba de ello es la polémica que ha desatado la exposición de la Marina de València del artista alcoyano Antoni Miró, quien explica a 360 Grados Press, que la mayoría de la gente lo ve normal y hay más admiradores que detractores.
“¡Una pareja masturbándose, qué poco apropiado!” es una de las expresiones que más retumba estos días para referirse al arte de Antoni Miró, un artista alcoyano que lleva dedicándose a la pintura desde 1966 y le gusta mostrar sin tapujos un icono clásico de hace más de 2.600 años de la antigua Grecia. Una exclamación que silencia múltiples opiniones a favor de este movimiento como “ya era hora que alguien normalizara este tema” o “qué tontería, hoy en día se puede hablar de todo”.
El propio Miró se asombra de las reacciones sociales y explica a 360 Grados Press que es el resultado de lo que ven las mentes de los demás. Pero en realidad se tratan de representaciones grecolatinas clásicas, y el hecho de que después de tanto tiempo haya algunas personas que se sorprendan significa que tienen una mentalidad más retrasada que en aquella época, pero que por suerte hoy en día se trata de una minoría.
“Mis trabajos se inspiran en la cerámica popular griega de hace más de 2.500 años y su uso cotidiano, por lo que es cuestionable que la gente vea cosas raras. Y el hecho de que se diga que para los niños no es apropiado, no creo que sea así, se trata más bien de padres retrasados”, manifiesta el artista.
Al hilo de esto, la sexóloga, psicológa y neuropsicóloga, Felipa Gea, señala: “Lo que parece que escandaliza no es tanto el cuerpo desnudo en sí, sino el contexto donde se presenta. Es decir, si se muestra en un ambiente en el que el adulto o la persona se siente “cómoda” (o sea, lo que ella considera lo normal, que suele ser lo privado y lo íntimo. Lo no explícito, lo que viene siendo “a los cuatro vientos”), entonces no hay tanto problema“. Si, por el contrario, este ambiente está fuera de lo normativo (en este caso, lo público), entonces, es cuando vienen los peros.
Pero, sea como sea, la exposición impulsada por Presidencia de la Generalitat y la Conselleria de Cultura con la que se inaugurará próximamente el nuevo espacio creativo “La base”, ha despertado el interés de la sociedad valenciana. Los transeúntes, ciclistas y las familias que pasean frente a las esculturas, las contemplan con asombro y hasta se detienen para capturar algunas instantáneas. Algunos alarmados, otros con semblante sosegado como quien contempla la escultura del David, de Miguel Ángel, en Florencia.
Lo que explica que la visión sobre la sexualidad en la sociedad, a día de hoy, ha avanzado. “Sería un error decir que no lo ha hecho. Ya no tenemos una visión tan negativa sobre la sexualidad, tenemos acceso a más información y se ha ampliado esta visión acogiendo a otras “sexualidades no normativas (homo, bi, trans, intersexuales…). Aunque hay mucho que recorrer todavía, y no se ha cambiado tanto como nos quieren, a veces, hacer ver”, expresa Felipa.
Asimismo, le preguntamos sobre las expresiones de la gente frente a esta docena de esculturas desnudas y argumenta que los adultos ven normal tener acceso a esas obras, lo que no ven bien es que lo tengan los niños. Y este razonamiento es el resultado de la falta de una correcta educación sexual, un tema que todavía está pendiente en la sociedad. Tal y como expresa, “parece que los niños no tengan sexo, cuando es un aspecto más del ser humano y es algo con lo que nacemos, vivimos y morimos. A esto se le añade los pocos recursos que tenemos para enfrentar estas situaciones“.
Es por ello que no es de extrañar que, a pesar de ser una minoría frente al tabú, a día de hoy nos podamos topar con otros de tipo generacionales además de los que pasan de generación en generación (y estos son los más numerosos). Porque lo que pensaban nuestras/os abuelas/os sobre el sexo no es lo mismo que pensamos nosotras/os. “Si bien es cierto que hemos avanzado en nuestra visión, todavía queda mucho que caminar. En la generación de nuestras abuelas, que las mujeres disfrutaran del sexo era un ‘pecado’. Actualmente, salvando algunos sectores de la sociedad, es algo que ya no se cataloga como pecado (aunque sigue estando peor visto que una mujer disfrute del sexo a que lo haga un hombre)”, enuncia.
Pero para emprender ese camino, según sostiene la experta, “es necesario hacerlo con una educación sexual sólida y basada en la ciencia, lejos de estereotipos, mitos, prohibiciones, “pecados”, lados oscuros, peligros, etc. En la sociedad urge una educación sexual disponible a todos los públicos, dada por profesionales especializados en el tema, con información veraz y sin prejuicios”.
Y Miró concluye con la reflexión de que aunque la mayor parte de la sociedad ya lo ve bien, “todavía existe un porcentaje que tiene un retraso congénito y tardará un tiempo en verlo pero el arte precisamente busca esto, que la gente comente, discuta y saquen sus propias conclusiones”.
Inma Gabarda