Por Javier Montes, periodista
Hace unas cuantas semanas escribí en este mismo espacio sobre Dicen por ahí
Basada en un rumor real, una comedia protagonizada por Jeniffer Aniston cuya historia se basaba en el relato de El graduado. Me ocurrió entonces eso que suele sucederme muy a menudo. Después de mucho tiempo sin hablar nada del peliculón en el que Dustin Hoffman se consagró como uno de los grandes actores de finales del siglo XX, El graduado me empezó a salir hasta en la sopa. Así que decidí ir a la biblioteca pública de mi ciudad, alquilarla y volver a disfrutar de esta cinta que ganó un Óscar (al mejor director) y obtuvo seis nominaciones.
Dirigida por Mike Nichols en 1967, esta obra de arte narra las aventuras de Benjamin (Dustin Hoffman), un joven norteamericano de 21 años que acaba de graduarse. Su vuelta a casa no resulta fácil. El chico no sabe qué hacer con su futuro y destroza el presente cayendo en las artes seductoras de la señora Robinson (Anne Bancroft), una íntima amiga de la familia, casada y con una hija, Elaine (Katherine Ross). La aparición de Elaine complica la situación. Benjamin se enamora de ella pero la oposición del matrimonio Robinson es total. Se destapan todos los escarceos sexuales y la película se convierte en un drama excelentemente conducido por el director al ritmo de la música del dúo Simon & Garfunkel, quienes escribieron por encargo la exitosa Mrs. Robinson.
La película más taquillera en Estados Unidos en el año 1968, basada en una novela de Charles Webb, es ya un clásico del cine que le ocurre como al buen vino: con los años, mejora.