“La desaparición es peor que la muerte”

Revisamos con Gervasio Sánchez ‘Desaparecidos’, la exposición que todavía se puede visitar en el CCCB de Barcelona y en el MUSAC de León.

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Cuando el lector lee un periódico, normalmente desconoce la parte trasera, la de la elaboración, la del proceso llevado a cabo por el profesional hasta que llega a sus ojos la versión de la realidad que elige. Algunas de esas historias abordan situaciones incómodas, escenas de vidas rotas, retratos de escenarios hostiles con los que deben convivir los periodistas a la hora de informar sobre ellos. ‘Desaparecidos’, la exposición fotoperiodística de Gervasio Sánchez, que desde febrero expusieron de forma sincronizada la Casa Encendida (Madrid) el MUSAC (León) y el CCCB (Barcelona), y que se mantiene hasta junio en el segundo y hasta mayo en el tercero, es un proyecto documental sobre la desaparición forzosa en diez países de América Latina, Europa y Asia.

Una muestra que permite atisbar situaciones humanas, cotidianas y difíciles a las que se enfrenta un fotoperiodista que va a la guerra y que reflejan la crudeza de la vida en algunos rincones del planeta donde no todo es fácil, ni tan siquiera recuperar a los allegados desaparecidos. La exposición es un camino audiovisual como pellizco del trabajo al que se enfrenta un fotoperiodista que sintoniza con el dolor de quienes padecen el sufrimiento de una desaparición. 360gradospress ha conversado con Gervasio Sánchez para intuir cómo ha conseguido plasmar el autor de las instantáneas el realismo que percibe el visitante a esta muestra simultánea.

“Desaparecidos intenta mostrar que los conflictos armados, las dictaduras militares e incluso las actuaciones de gobiernos democráticos no se superan hasta que no se resuelve el problema de los desaparecidos”. Sánchez, que se embarcó en este proyecto documental a finales de los noventa, asegura que son los Estados los que “están obligados a solucionar el problema de las desapariciones y buscar a los desaparecidos para entregárselos a sus familiares”. Un problema cuya controvertida resolución el autor también achaca a cómo ha sido enfocado por los medios de comunicación poniendo el ejemplo de los españoles, donde “durante 35 años de democracia apenas han dedicado espacio a recordar que en España hay miles de desaparecidos y solamente algunos medios se han subido al vagón del interés cuando el gobierno socialista se inventó la ley de memoria histórica rechazada frontalmente por la inmensa mayoría de los familiares”.

“Sentir el dolor de las víctimas”
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Pero más allá del dolor del que sufre la ausencia de un ser querido en paradero desconocido, el papel del fotoperiodista que capta esa realidad tiene unas consecuencias directas en la capacidad de proyectarlo mediante una instantánea como las que recoge la muestra ‘Desaparecidos’. En este sentido, y respecto a si el profesional ha de blindarse cuando acomete su tarea, Gervasio Sánchez señala que a él no le gusta blindarse ante el dolor de las víctimas. “Siempre les digo a los jóvenes fotógrafos y periodistas que si no están dispuestos a sufrir el dolor de las víctimas jamás -y lo digo con mayúsculas- van a poder transmitir con decencia, por muchos premios que ganen o por muchas fotos maravillosas que hagan”. “Para transmitir con decencia hay que sentir el dolor de las víctimas”, subraya el fotoperiodista.

Recuerdo
La temática de los desaparecidos, que recoge el CCCB en 103 fotos y 4 murales con 40 retratos y el MUSAC en 79 fotos, ha condicionado la trayectoria profesional de Gervasio Sánchez desde que era estudiante de Periodismo. Precisamente, el fotoperiodista señala que ya hizo reportajes y trabajos universitarios en aquellos tiempos, que tiene guardados con mucho cariño. “Y en los 90 seguí trabajando este problema hasta que a partir del 98 empecé a fotografiar para este proyecto. Son trece años de trabajo”, aclara.

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De esa experiencia, a Gervasio le cuesta decidir cuál le impactó más o cuál sigue en la actualidad con más atención. En este sentido, el fotógrafo indica a 360gradospress que ha conocido momentos muy duros, como el de las madres con hijos desaparecidos. De hecho, el fotoperiodista se pregunta si “una madre que ha perdido a un hijo, ¿sufre menos que una madre que ha perdido cinco?”, a lo que él mismo responde que depende, “igual es su único hijo, igual no tiene a nadie más en la vida”. Y va más allá al recordar una historia “de una madre soltera para la que la desaparición de su hijo fue brutal. También conozco mujeres que han perdido cinco hijos y que tienen otros hijos vivos y no ha sido tan duro para ellas”.

Dolor  
Los desaparecidos aparejan episodios de dolor que, como ya se ha dicho, implican al periodista que lo cubre. Pero ese dolor en el caso de las desapariciones es “también es muy difícil de comparar porque el dolor es singular, el dolor es único, el dolor es personal e intransferible. Cada persona sufre el impacto de una desaparición de una manera determinada. Lo que sí puedo decir es que la desaparición es peor que la muerte; los familiares te dicen con total claridad que hubieran preferido encontrar los restos de su ser querido destrozado, incluso irreconocible, incluso decapitado o desmembrado, como ocurre en Colombia, antes que tener que esperar décadas y que algún día aparezcan los restos y que alguien les pueda decir que esos restos pertenecen a su ser querido”.

‘Desaparecidos’ se expone en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB) hasta el 1 de mayo y el Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León (MUSAC) hasta el 5 de junio.

Gervasio Sánchez (Córdoba, 1959)
En 1984 inicia su trayectoria de fotoperiodista independiente especializado en conflictos armados. Colaborador del Heraldo de Aragón, La Vanguardia y Cadena Ser, lleva algo más de 25 años cubriendo numerosos conflictos bélicos, especialmente en Latinoamérica, África y los Balcanes. Es autor de varios libros fotográficos: El Cerco de Sarajevo (1995), y los publicados por la editorial Blume, Vidas Minadas (1997 y 2002); Kosovo, Crónica de la deportación (1999); Niños de la guerra (2000); La caravana de la muerte. Las víctimas de Pinochet (2002); Latidos del tiempo (2004), junto al escultor Ricardo Calero; Sierra Leona, guerra y paz (2005); Vidas Minadas, Diez años (2007); y Sarajevo, 1992-2008 (2009). En 2001 coordinó, junto a Manuel Leguineche, el libro Los ojos de la guerra, en homenaje a Miguel Gil; y en 2004 publicó el libro literario Salvar a los niños soldados. Desde 1998 es enviado especial por la paz de la UNESCO y desde 2001 dirige el Seminario de Fotografía y Periodismo de Albarracín.
Las instituciones aragonesas le han concedido la Medalla de Oro de Santa Isabel de Portugal y la Medalla al Mérito Profesional, además de nombrarle hijo adoptivo de Zaragoza. Ha sido galardonado con numerosos premios entre los que destacan el Cirilo Rodríguez, Club Internacional de Prensa, Andalucía de Cultura, Derechos Humanos de Periodismo, Liber Press, Javier Bueno, Ortega y Gasset y el Premio Nacional de Fotografía 2009, entre otros.

Óscar Delgado

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