Pulverizar la pasión

El arte urbano puede encontrar su lugar en el rincón más inesperado, desde la pared de un solar hasta la persiana de un viejo ‘after’, y cuando descubre sinergias con la fotografía las posibilidades creativas se multiplican.

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La sociedad se divide a la hora de valorar el arte urbano (o el término anglosajón street art, como originalmente se le acuñó a este movimiento) entre quienes lo consideran actos de vandalismo que lo único que buscan es destrozar la imagen de una ciudad y quienes encuentran todo lo contrario, una forma de embellecer calles, muchas veces, descuidadas y avocadas a la suciedad y al deterioro y de expresar duras (pero necesarias) críticas sociales, culturales y políticas.

 

Cada día más gente se decanta por formar parte del segundo grupo. Sobre todo desde que a finales de los 80 se dejó a un lado esa visión del grafiti confeccionado con aerosoles de pintura que solo se ponía como objetivo imprimir una firma (cada vez menos) original con ese egocéntrico “yo estuve aquí y mirad lo que hice“.

 

No. Hace tiempo que eso ya pasó y desde los 90 el (también denominado) post-graffiti engalana de obras impresionantes miles de ciudades en todo el mundo de la mano de conjuntos heterogéneos de artistas que se expresan con el uso de diversas técnicas como las plantillas, los posters, las pegatinas, los murales o los clásicos espray para cubrir el 2D y experimentar con el 3D más impresionante. Algunos de los exponentes más reconocidos son Bansky, John Fekner, Shepard Fairey o Blek le Rat, que han erizado la piel y han alucinado a millones de personas con su arte callejero en los lugares más insospechados y desde las perspectivas más inusitadas.

 

Pero no hace falta irse muy lejos para anonadarse con obras magistrales de este calibre. En el panorama nacional encontramos proyectos muy interesantes como el que se ha llevado a cabo en Valencia, concretamente en el barrio de El Carmen, en el que la pequeña calle semi-peatonal Moret se ha convertido en protagonista indiscutible de vecinos y de turistas que visitan la ciudad estos días. “La calle de colores” (@calledecolores), #lacalledecolores, como se le ha denominado, sigue un proceso de ida y de retorno artístico de la fotografía con la pintura como impasse.

 

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El organizador de la iniciativa es el prestigioso fotógrafo Alfonso Calza (@AlfonsoCalza) que, con el firme compromiso de hacer de este espacio “un lugar agradable” para los vecinos (entre los que se incluye) que viven en él, como ha comentado, ha generado sinergias con artistas del mundo del street art para que interpretaran algunas de sus fotografías con libertad para adaptarlas a su estética, técnica y lenguaje, lo que ha desembocado en una enriquecida exposición colectiva. Las cámaras regresan en ese momento en manos de los visitantes para captar esas imágenes reinterpretadas en pintura y cerrar el triángulo de conexiones artísticas.

 

El arte urbano tiene un potencial increíble, si se usa bien, para acercar el arte a las personas, ya que es mucho más inmediato y accesible que vehículos tradicionales como los museos o las galerías. Con este proyecto he querido poner en valor un trabajo plural, junto a artistas con sensibilidad y técnica, cuidado, no apresurado ni clandestino, a plena luz del día, y en un lenguaje comprensible para todo tipo de vecinos y con el mayor grado de aceptación posible: no soy dogmático y entiendo que hay muchas visiones y opiniones a la hora de poner la frontera entre arte y vandalismo“, asegura el fotógrafo.

 

Talento callejero a espuertas

Una gran pared que pertenece a un bloque de viviendas, la persiana de un after o el muro de un solar han sido los escenarios elegidos para desarrollar el trabajo de los artistas que, con sus texturas, ventajas y dimensiones, han impregnado de talento la calle Moret.

 

Cuatro han sido los artífices gráficos. El primero en llegar fue Zingaro, un pintor francés que ha realizado la fotografía Otoño en Bremen con aerógrafo, y que “se dejó la piel en el proyecto e hizo un trabajo impecable“, según valora Calza. El experimentado Deih le ha seguido para combinar grafiti con pincel y emular el efecto de profundidad de campo que tenía la imagen de referencia, capturada en Venecia.

 

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Por su parte, Capiflex (@hiphopcanario), artista además de ex vecino de esa calle, ha elegido reinterpretar con espray caras en gran formato, dentro de la serie de fotos ‘robadas’ urbanitas de Calza. “Me resultaba muy interesante relacionar a las dos personas que aparecen en la obra en un espacio que me evocaba a ello, relacionando también la misma paleta de colores, pero invertidas, desde el equilibro y la limpieza sin perder el lado urbano“, explica el propio pintor.

 

El último en entrar en escena ha sido Luis Lonjedo (@luislonjedo), pintor consagrado en el lienzo y en el pincel que se ha enfrentado con esmalte acrílico a un reto nuevo al actuar en la calle. “Su intervención ha supuesto un salto muy importante para el proyecto en términos de calidad, consolidación y difusión“, opina el fotógrafo.

 

Se busca a los protagonistas de un beso

La obra de Lonjedo ha servido, además, para lanzar una iniciativa en redes sociales de lo más ‘apasionada’: con un vídeo y el hashtag #kissmevlc se busca a la pareja anónima que aparece en la reinterpretación que el artista hace de una fotografía que Calza captó en una estación de trenes de Londres y en la que los dos protagonistas se fundían en un beso mientras el mundo seguía su curso a su alrededor. La etiqueta también sirve para que quien quiera pueda emular ese preciso momento junto al mural y compartirlo en la Red. Porque el arte urbano también puede representar un contexto en el que el amor y la cultura se unan sin medida.

 

Obras: ‘Puente en Venecia’ de Deih // Mural con dos piezas de Luis Lonjedo // ‘Otoño en Bremen’ de Zingaro // ‘Urbanitas’ de Capiflex

Laura Bellver

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