Dar miedo es complicado. Asustar de forma efectiva e inquietante es muchas veces una cuestión de sugestión y es difícil sugerir en un medio tan visual como es el cómic. Por eso para los aficionados al género siempre es una sorpresa agradable encontrarse con una sorpresa desasosegante que no puede negar dónde están sus raíces. Mnemovore es una mezcla clásica de terror y misterio con altas dosis de fantasía monstruosa.
Kaley Markowic, es una esquiadora profesional que sufre una grave lesión cuyas consecuencias son terribles: un brote amnésico que rompe su carrera y la aleja de las pistas para siempre. Durante su recuperación, los intentos de reconstruir su memoria destrozada con la ayuda de su familia, su novio y sus amigos no parecen ir muy bien. Y lo que es peor, una amenaza desconocida empieza a atacar a todas las personas cercanas a Kaley. Se trata de una forma monstruosa, con aspecto pesadillesco, que parece creada en el fondo de un oscuro mal sueño.
Cuando el monstruo dirige su atención a ella, Kaley comienza a cuestionar su propia realidad y las intenciones de los más cercanos a ella. Entonces deberá sacrificar sus escasos recuerdos para contener a la bestia y encontrar un desenlace a una situación aterradora.
Hans Rodionoff y Ray Fawkes tejen una historia escalofriante partiendo de un elemento tan efectivo para generar terror como los desafíos cotidianos. Por su parte el arte de Mike Huddleston impone un contrapunto nervioso que se ve reforzado por el tratamiento del color de de Jeromy Cox cuyo trabajo logra dar a la criatura una solidez casi táctil.
Mnemovore es una historia clásica de Vertigo en la que no faltan la amenaza siniestra, la heroína imperfecta, una sensación de malestar generalizado y un cierre que dejará a muchos lectores preguntan si el monstruo era real o simplemente una invención de cerebro dañado de Kaley.
Aunque esta ambigüedad le haya granjeado más de una crítica por parte de lectores demasiado aficionados a las tramas planas, es precisamente en ella donde el cómic se aleja de los terrenos trillados y los remedos del slasher reciclado en los que el único elemento aterrador son un montón de pozales de sangre derramada.
David Casas