El mundo es un lugar fantástico y la vida en él puede ser maravillosa. Esa es el mensaje con el que los brasileños Gabriel Bá y Fábio Moon se pusieron manos a la obra para crear un cómic que, en cada viñeta, reflejase en cierto modo la grandeza de vivir. Un objetivo como poco ambicioso pero que, contra todo pronóstico, cristalizó en un cómic de los que no caerán fácilmente en el olvido: Daytripper.
La premisa es diferente aunque, sorprendentemente, no resulte nada original. Daytripper recorre de manera aleatoria la vida de Brás de Oliva Domingos, como si fuésemos recorriendo las hojas desordenadas de un álbum de fotos. Cada capítulo nos muestra un momento determinante en la vida del protagonista. Un momento decisivo que lo cambia para siempre como persona. Momentos cotidianos, sencillos, frecuentes y, sin embargo, absolutamente trascendentales.
Porque el mayor acierto de Daytripper es relatar la cotidianeidad de una manera emocionante, casi dramática, pero sin caer en sensacionalismos de ningún tipo. Guion y dibujo trabajan de manera compacta, casi inseparable, para insuflar a la historia de Brás de Oliva una tensión que hace muy difícil desligarse de lo que le suceda. Y el acierto del comic es que lo que le sucede es algo que podría ocurrirnos a cualquiera de nosotros. Si no nos ha ocurrido ya: el nacimiento de un hijo, la muerte de un conocido o una relación fallida.
Cada uno de los temas del Daytripper es una ventana a un momento en la vida Bras de manera que es el lector el encargado de componer el puzle final con las piezas que se le van dando. Las nuevas revelaciones de hechos pasados ??o futuros invitan al lector a reevaluar continuamente la importancia de momentos que ya ha leído, aportándole una nueva perspectiva sobre la historia del personaje. Y como colofón, la muerte.
Porque para que esta celebración de la vida que es Daytripper funcione, es necesario que la sombra de la muerte sea siempre omnipresente. Vemos al protagonista amenazado continuamente. Nos da la sensación de que cada episodio podría ser el último. Y nunca sabemos en realidad, en qué momento va a llegar el final. Ahí es donde está la grandeza de la obra, nos obliga a preguntarnos continuamente si habrá un mañana y, en consecuencia, nos obliga a vivir cada escena en la vida de Brás de Oliva como si fuese el último.
Desde los imprescindibles frescos neoyorkinos de Will Eisner hasta las desventuras domésticas de Paco Roca, la cotidianeidad ha sido una extraordinaria fuente de inspiración para los viñetas. Los norteamericanos la identifican incluso con un género con carta de naturaleza propio que ellos denominan Slice of life; un género en el que Daytripper se ha ganado un lugar de honor por méritos propios.
Ana Bellido Rubio