Donde hay zarpazo hay cariño

Los gatos nos han acompañado a lo largo de los siglos de manera inseparable siempre y cuando hayamos comprendido que son como son y que nunca lamerán el suelo que pisamos por darles de comer. Esta semana 360 Grados Press se mete en la piel de los felinos para tratar de entenderles y de conocerles mejor y, con ello, quererles como se merecen.

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El poeta francés Alain de Lille decía en el siglo XII que debajo del pelaje de los gatos se escondía Lucifer, en una época en la que se creía que los pactos con el diablo se sellaban con una huella felina. Y en 1427 San Bernardino de Siena alertaba de que había brujas capaces de convertirse en este tipo de animal al untarse con una pomada de hierbas recogidas el Día de la Ascensión. “Los magos celebraban sus aquelarres por la noche porque es cuando los gatos se mantienen más activos y estos servían de termómetro para saber si estaban o no bien hechos: si se quedaban, lo estaban y, si no, no”, explica Fran Cuatrecasas (@fracuba), autor del libro Gato-terapia (Mandala Ediciones, 2014).

 

Ideas negativas todas ellas, inconcebibles milenios atrás durante el antiguo Egipto, donde los felinos ya hacían compañía en el hogar o incluso eran adorados al asociarlos con los leones y, a su vez, con Ra, el dios del sol.

 

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Entre el miedo, la curiosidad, la fascinación y el misterio, pero los gatos siempre han estado presentes en la vida de las personas desde tiempos inmemoriales. De forma generalizada son hoy animales que comparten techo con nosotros, a los que alimentamos y que nos dan… ¿cariño? Así es. Aunque sus detractores opinen de ellos que son fríos, ariscos, insensibles y maliciosos,…la verdad es que así son. Pero, por su parte, sus amantes, afirman que, a pesar de todas estas características, es posible conseguir un verdadero amigo gatuno, siempre y cuando se acepte que no son perros.

 

“Hacen más llevadera la soledad y los momentos difíciles, porque entienden que sufres y te dan cariño cuando lo necesitas. Además, contribuyen al equilibrio, te ayudan a aprender a ser más paciente y a relajarte como ellos. Te conviertes en un poco gatuno, disfrutas de cualquier rayo de sol y de la tranquilidad y del silencio”, asegura Beatriz Bosch (@beabosch), “compañera de piso” de su gata Noodles, que aboga por no tratar de cambiar su personalidad instintiva.

 

“Una cosa es intentar educarlo para que no arañe el sofá y otra es pretender que sea tu perro faldero. El dueño se tiene que adaptar a él, asumir que le gusta tirar cosas y cambiar el cristal por el plástico; entender que le gustan las alturas y que, aunque al principio no se atreva a saltar, tarde o temprano lo hará, así que mejor que no haya nada de valor ahí”, añade Bosch.

 

Remedio gatuno en horas bajas

Los beneficios a nivel psicológico de tener un gato en casa, además, son muy interesantes para quien lo cuida. “Es un animal muy telepático energéticamente: sabe cómo estás y si te muestras enfadado no se acerca y se pone a la defensiva, pero si estás tranquilo estará pegado a ti, siempre y cuando sea de noche”, asegura Cuatrecasas. Al ser animales independientes, solitarios y territoriales a los que les gusta la calma y el sosiego, pueden ayudar a sus amos cuando tienen las defensas caídas, están nerviosos o tienen estrés. ¿Cómo?  A través del ronroneo. Este sonido, con el que dice “te acepto y me gusta estar contigo”, relaja a quien lo escucha y ralentiza el ritmo del corazón, la tensión arterial del sistema nervioso central, y de la respiración.

 

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“Por un lado, te quieren, aunque no sean cariñosos y, por otro, te acompañan cuando estás triste o enfermo para animarte, pero no porque sientan pena, si no por autorregulación organística, es decir, que les gusta que las cosas vayan bien y cuando hay energía mala, se ponen en alerta”, indica Isabel Salama (@isa_salama), psicoterapeuta y presidenta de Honor de la Asociación Española de Terapias con Animales y Naturaleza, Aetana (@aetanaes). “Tratan de cuidarte en esa situación porque realizan una interpretación instintiva por supervivencia. No porque quieran hacerte la pelota, ya que no son sociales, sino porque advierten ‘¡está malo, no me va a alimentar!’ y actúan en consecuencia”.

 

Salama invita a adaptarnos a ellos al igual que hacen ellos con nosotros para poder convivir felizmente. “Es gato en lo bueno y en lo malo, como las personas, y aunque no te dé la patita como los perros, tiene un millón de maneras de comunicarse. Solo hay que prestar atención y mirar sus gestos y escuchar las decenas de miaus y sonidos que son capaces de hacer”, aconseja Bosch.

 

No hay nada que más rete al intelecto humano que tratar de entender a un gato, pero, por supuesto, se puede lograr. “Cuando un gato te bufa, debes saber que se trata de un gesto de rechazo o de advertencia en el momento en el que él considera que hay un peligro cerca; cuando ronronea transmite placer o avisa de que va a morir, una especie de muerte dulce, y cuando maúlla puede querer comer o simplemente saludarte. En su complejidad reside su encanto”, explica la psicoterapeuta.

 

Consejos para un amante felino novato

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Es importante conocer a un gato para poder alojarlo en tu casa, respetarle como es y tratar de “educarlo” desde la pedagogía, nunca desde la violencia. “Solo hay que acariciarle si se acerca, nunca atosigarlo; será feliz si le damos comida natural, si mantenemos su agua limpia y su caja con arena siempre llena; dejarle una zona privada para que descanse y juegue, y cortarle las uñas por precaución o habilitarle un espacio para que pueda desgastarlas”, recomienda el autor de Gato-terapia.

 

Hacerle la vida más fácil a un felino desde el mimo y la comprensión hará más feliz a su dueño, por descontado. “Regálale alturas, sitios de sol, ventanas, calma. Mejor una caja que una cuna; mejor una goma del pelo que un súper ratón a pilas que te ha costado un ojo de la cara. Entiende que no araña porque te odie, sino que juga así. Enséñale que hace daño cuando muerde, pero siempre con premios, no con castigos. Eso no lo comprende y hace que se distancie de ti”, concluye Bosch.

 

Todo y más para que este in (separable cuando quiera, ¡sin agobios!) amigo y compañero de piso aporte todo el potencial de cariño (a su manera, ¡no le condiciones!) y de agradecimiento (¿te araña? Te adora) a quien le da de comer y le protege de las adversidades de su vida gatuna.

Laura Bellver

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