Muchos la definen como una combinación entre Twin Peaks y Bienvenidos al norte. Sea como sea, lo cierto es que ha conseguido destacar en medio de una vorágine de estrenos que no siempre son tan originales como cabría esperar.
Un asesinato sacude una pequeña población de Picardía, una región francesa que es tan rural como tranquila. Desde luego, el planteamiento inicial de la trama no se podría calificar de fresco, pero la producción en sí lo es y mucho. Hablamos de apenas cuatro episodios de excentricidad en estado puro cuyo mayor exponente sería el tándem formado por el comandante Van der Weyden con su extensísimo repertorio de tics y el teniente Rudy Carpentier con sus particulares maneras al volante del coche oficial de la policía , aunque el resto del elenco no se queda atrás. Y he aquí uno de los primeros aciertos de la serie: que el casting haya sido realizado entre los propios habitantes de la localidad donde se ha grabado. Ninguno de los intérpretes es, por tanto, profesional y eso suma una torpeza entiéndase en el buen sentido que se traduce en un plus de naturalidad en la representación de la historia.
Otro de los puntos positivos sería que Bruno Dumont, creador y director de la serie, ha sorprendido a los espectadores al probar suerte con el humor, rompiendo así con sus dramas realistas salpicados, en todo caso, de violencia. Sin embargo, las notas de comedia de Ptit Quinquin no son sinónimo de abandonar la reflexión filosófica que también es marca de la casa. Porque aquí se aborda la maldad que forma parte de la complejidad humana. De este modo, el resultado es una obra capaz de despertar las carcajadas del público sumergido en un ambiente macabro y surrealista. En definitiva, Dumont se ha arriesgado en su primera incursión televisiva, pero la jugada le ha salido bien.
Y no se puede pasar por alto el propio título de la serie, que proviene de una canción infantil local y, asimismo, hace referencia directa al protagonista: un desvergonzado niño de diez años con labio leporino, sordera y un amor platónico, Eve, su vecina de la granja de al lado. En resumidas cuentas, el personaje del pequeño Quinquin retrata la infancia desde la inocencia y la crueldad, un contrapunto que no deja indiferente a nadie. Con todo, esta amalgama de ficción batió récord de audiencia en el canal Arte cuando fue estrenada a finales del pasado 2014. Ahora, el boca a boca está haciendo el resto.
Lorena Padilla