Cuando oír solo es el comienzo

La discapacidad auditiva no es un freno en el camino del aprendizaje para todos aquellos niños que la padecen, sobre todo, gracias a los mejorados implantes cocleares y al apoyo y la asistencia de padres y madres-guía desde las asociaciones a las que pertenecen.

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Irati tiene tres años – y unos cuantos meses, que a estas edades es importante destacarlo – y vive en Navarra. Su madre, Arantxa Navarro, la define como obediente, cariñosa, extrovertida y, por supuesto, “un verdadero encanto”. Cada día se levanta como cualquier otro niño – algo remolona al principio -, desayuna, se lava los dientes, siempre bajo la atenta supervisión de mamá, y juntas se dirigen hacia el cole.

 

La pequeña juega, se relaciona con sus compañeros y sigue las directrices de su profesora. Lo único que la diferencia del resto es un pequeño aparatito a cada lado de la cabeza. En concreto conectado a sus oídos. Se trata de los procesadores de su implante coclear. Sí, Irati nació con una sordera profunda bilateral que le impedía oír sonidos ni tan siquiera a 100 decibelios, intensidad máxima de volumen que las personas podemos escuchar sin dañar nuestros tímpanos.

 

“Cuando solo tenía unos días nos sorprendía que no respondiera a ningún tipo de sonido cotidiano como el del sonajero, la aspiradora o la puerta y, tras no superar varias pruebas realizadas desde el hospital por parte de especialistas, nos dieron el diagnóstico que nos temíamos”, cuenta Navarro. Admite la dureza del momento y la desesperación por no saber cómo proceder para ayudar a su hija y tratar de mejorar su calidad de vida. La solución se la dieron unos padres-guía en el Complejo Hospitalario de Navarra: acudir a Asociación Eunate (@EUNATE_ASOC).

 

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“En un momento de desorientación puntual como ese, en el que no sabes qué hacer, Eunate fue una salvación”, asegura la madre de Irati. La asociación navarra trata de ayudar a las familias “desde el momento del diagnóstico de la sordera a afrontar la discapacidad de sus hijos”, como explica Blanca Idoate Iribarren, presidenta de la organización. “Ponemos a su disposición un equipo de profesionales y de servicios y representamos a estas personas ante las diferentes instancias públicas y privadas de la Comunidad Foral de Navarra para que puedan ser ciudadanos de pleno derecho”, añade.

 

La familia de Irati ha contado con el apoyo de Eunate prácticamente desde que le realizaron las primeras pruebas con otoemisiones acústicas hasta la colocación definitiva de su implante coclear (interna y externa). Este pequeño aparato es un transductor que transforma las señales acústicas en señales eléctricas que estimulan el nervio auditivo y con el que la pequeña puede oír correctamente.

 

El verdadero trabajo duro con la niña llega por parte de la comprensión, ya que, por el momento, Irati va un paso por detrás de sus compañeros a la hora de entender lo que se le dice. “Necesita que le expliques las cosas cuarenta veces, con frases sencillas y, sobre todo, utilizando el lenguaje bimodal”, detalla Navarro, y añade que: “le falta empuje para relacionarse con los niños, la chispa de la espontaneidad, se queda con la esencia de las normas en el juego en grupo y si le quitan una cosa, no reacciona, solo llora, por ejemplo”.

 

Pero asegura que cada día trabaja para mejorar su calidad de vida y tienen la esperanza de que, con los años, se vayan acortando las distancias entre ella y los demás niños o adolescentes. “La discapacidad de Irati me ha hecho darme cuenta de que la mayoría de cosas no son tan importantes como pensaba antes y que, sorda o no, sé que tengo una niña ideal”, concluye.

 

Una de las madres en las que Navarro se ha apoyado gracias a la asociación es Bittori Errotaberea. Los inicios de su hija Ainhoa fueron difíciles desde el momento de su nacimiento, ya que lo hizo de forma prematura. “Fue un golpe seguido de otro cuando nos dijeron que tenía sordera bilateral profunda: pensábamos que íbamos a tener que aprender lengua de signos y nos sentimos bastante perdidos”, cuenta.

 

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Errotaberea explica cómo se han tenido que adaptar a la forma de ver el mundo de su hija en un trabajo diario por acompañar sus pasos, ayudarla a ser empática con los demás niños, a que comprenda todo lo que gira a su alrededor. “Es importante que la gente, padres de niños con sordera o no, se informen, no tengan miedo a lo nuevo y desconocido y, sobre todo, a pedir que te echen una mano, como hemos hecho todos los que formamos parte de la Asociación Eunate”, transmite la madre de Ainhoa.

 

Un camino obstruido el que siguen estos niños en el arranque de sus vidas, pero que, bajo la asistencia también de unos padres responsables y dedicados, puede llegar a un buen destino, a una felicidad y a una futura independencia completa y sin cortapisas. 

José Manuel García-Otero

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