La corrupción chorrea tanta vergüenza que este país, España, se ha quedado bloqueado en mitad del camino: no sabe si seguir en la cuesta arriba de la lucha por no caer para siempre en la cuneta o lanzar una mirada al viento y dejar que el viento nos cubra de ceniza.
En este país, España, hay gente que sufre, millones de personas que no tiene mañana y apenas guardan unos gramos de luz para seguir viviendo. En este país, los ladrones triunfan y la dignidad es un trébol de cuatro hojas.
Es mentira que la recuperación cruzó la calle nuestra. No es cierto. Ayer volvió a dormir en la calle una familia y las manos de muchas familias tienen sangre de tanto agarrar manos vacías.
La primavera ya tiene nombre y apellidos y nada cambia. Sigue el sol saliendo por la misma esquina, el campo verdea un poco más en estos días y la luna llena acude siempre cada mes en la marisma. Todo sigue igual en una lista que derrama dolor y apenas deja huellas.
Yo maldigo a los que vocean palabras que mueren en la calle, a los que miran a una sola parte, a los que solo ven alfombras rojas y apenas sienten el hedor de aburrimiento que asoma en las cunetas.
Mientras, muchas familias son desahuciadas y una legión de policías vela por la seguridad y el orden. Todo sigue bien, han dicho los que siempre dicen, en la orilla de un país que muere mientras nunca pasa nada.
Foto: Carmen Vela