Una piscina en la redacción

La llegada del buen tiempo ha animado al jefe de Peláez a tomar unas decisiones un tanto estrambóticas. Esta semana ha decidido comprar una piscina para instalar en la azotea de la redacción mientras el sufrido redactor sigue demandando que le abonen las mensualidades que tiene pendientes. Unos días antes también amenazó con dimitir como director del periódico y mudarse a vivir a Benidorm pero ese paraíso con el que sueña era un simple espejismo.

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Jueves, 10 de abril

– Buenos días, Peláez.
– Buenos días, jefe.
– Deje lo que esté haciendo.
– Está bien.
– ¡Ayyy! ¿Por qué me ha soltado?
– He dejado lo que hacía… llevarle a hombros.
– ¿No montaba mi caballo percherón?
– Me temo que no…
– Está bien… está bien… quería decirle que voy acontratar a alguien.
– ¿Un redactor?
– No.
– ¿Fotógrafo?
– Tampoco.
– Sorpréndame.
– Un director.
– ¿Cómo dice?
– Sí, no lo estoy haciendo bien. Lo dejo.
– ¿Y a qué va a dedicarse?
– Al amigurumi.
– ¿Qué?
– Sí, es un arte marcial de defensa personal,ataque rápido y preciso y meditación trascendental. Mañana cojo un vuelo aBenidorm.
– ¿A Benidorm?
– Sí, es una técnica oriental.
– Jefe, el amigurumi es hacer figuritas con croché.Y es asiático, no alicantino.
– Usted y su puta manía de devolverme a larealidad.
– Lo siento…
– Está bien, seguiré como director otras cuatrodécadas. ¡Pero ni un minuto más!
– Me alegro.
– Yo más.

 

Viernes, 11 de abril

– ¡Peláez!
– ¡Qué!
– ¡¿Por qué me grita si está al lado?!
– ¡¿Y por qué me grita usted?!
– Lo siento, así mejor.
– Mucho mejor. ¿Qué quiere?
– Hacer previsiones para el próximo mes.
– Fantástico, jefe, odio improvisar.
– He decidido esto: catorce días de sol, siete delluvia, cuatro atardeceres bucólicos y un par de tormentas de madrugada.
– ¿Pero qué dice?
– Lo que oye.
– Eso es cosa de Dios.
– Presente.
– Usted no es Dios.
– ¿Cómo que no? Míreme, aquí estoy, descansando enel séptimo día.
– No es domingo, jefe.
– Usted qué sabe cuándo empecé a contar…
– Creo que está perdiendo los papeles.
– Solo las facturas impagadas.
– Bueno, voy a trabajar.
– Le prepararé un poco de sol para animarle.
– Está usted loco.
– A la genialidad llaman locura.
– A la insensatez, jefe, a la insensatez.

 

Lunes, 14 de abril

– Peláez, estás albóndigas están ricaspero algo duras.
– Son pelotas de golf, jefe.
– Ya me parecía. Tráigame algo de salsa al menospara comerlas mojando un poquito de pan.
– No se comen, jefe, son para jugar al minigolfque tiene aquí en el despacho.
– ¿No es un laberinto para ratones?
– No, jefe, no.
– Es que me encapricho con algo y luego lo dejo…
– Es usted como un niño.
– ¡Eso no es verdad!
– Sí…
– ¡No!
– Sí…
– ¡No!
– No…
– ¡Sí!
– Vale, lo que usted diga… es usted como un niño.
– Así me gusta, que entre en razón…

 

Martes, 15 de abril

– Buenos días, jefe.
– Buenos días, Peláez snif snif.
– ¿Está llorando, jefe?
– No, es alergia snif primaveral.
– Tómese algo.
– Ummm… venga, vale, un escocés doble con hielo.
– Quiero decir un medicamento.
– Yo no meto mierda en mi cuerpo, Peláez, snif.
– Si iba a tomarse una copa a las nueve de la mañana.
– Es que no me la ofreció antes…
– Bueno, jefe, haga lo que quiera, yo voy a larueda de prensa del ministro.
– Tome.
– ¿Un tupper?
– Habrá cóctel posterior, ¿no?
– Supongo…
– Pues ya sabe…
– No daré buena imagen.
– La comida no se tira, Peláez.
– ¿Por qué no va usted?
– Tengo cosas importantes que hacer aquí.
– Se está poniendo el pijama.
– Me gusta pensar con comodidad.
– Se está metiendo en la cama.
– Váyase, no me concentro.
– Jefe…
– Zzzzz…

 

Miércoles, 16 de abril

– Escoja una, Peláez.
– ¿Qué es esto?
– Un catálogo de piscinas, ¿no lo ve?
– Para qué.
– ¿Para qué va a ser? Vamos a poner una piscinaen la azotea.
– Jefe, esto es un trabajo.
– ¿No la quiere?
– Quiero que me pague mi sueldo.
– Le puedo pagar, pero no podrá bañarse…
– Lo prefiero.
– Usted nació para pobre, Peláez.
– Sobre todo si no me paga.
– ¿Sabe qué? Tendrá su maldito sueldo. ¿Cuánto ledebo?
– Dieciocho mensualidades y cuatro extras.
– ¿Entonces esta piscina ha dicho?
– No, jefe.
– Vale, la compraré…
– ¡Que no!
– Sí, hombre, no se preocupe. Yo me encargo detodo.
– ¡Caradura!
– Vaaaale, con trampolín.
– ¡Abusón!
– Veeeenga y un tobogán ¡Todo por mis trabajadores!
– Brrr…


Los cables de lasconversaciones que mantiene Peláez con su jefe (#Pelaezleaks) en laredacción de un periódico de provincias los puedes encontrar a diario enla página oficial en Facebookde 360gradospress.

La foto es de @Marga_Ferrer

Manolo Gil

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