Sorprendente y original comedia negra de origen holandés que bien podría ser obra del mismísimo Buñuel. La historia de un vestido, desde su confección hasta su desaparición, tiene como resultado una road-movie encantadora.
Lo normal es que el argumento de unapelícula gire alrededor de un personaje, una historia o un hecho real. Enocasiones el foco de atención de la trama es un objeto, aunque las menos, y loque ya es poco corriente es que sea un vestido el que nos mantenga en vilodurante más de cien minutos. ‘El vestido’ (el título original es De Jurk),dirigida por Alex van Warmerdam,cuenta la historia de un vestido, desde el debate para elegir el estampado dela tela, la confección, el traslado a sus lugares de venta, la venta, la primerapersona que lo usa, la segunda, la tercera… hasta que un buen día parte esquemado en un crematorio y, otra parte, triturado por una segadora. ¿Cómo llegahasta allí?
‘El vestido’ -un simple vestido- puedellegar a tener una vida similar a la de una persona, aunque sin sentimientos.En este caso es el vehículo para contar una serie de extraños eventos queatrapan a todos los que se cruzan en su camino. Un diseñador con extrañosgustos sexuales, un artista desmotivado, una estudiante virginal, una criadainsatisfecha, un revisor de billetes de tren psicópata, un hombre de negociosarruinado… Todos van pasando por la cinta vinculados de una u otra manera alvestido.
El director, confeso admirador de Buñuel -se nota en este largometraje-obtuvo con ‘El vestido’ el premio de la crítica holandesa en 1996, el premio Fipresci de la Crítica en el Festivalde Venecia y se alzócon el premio a la mejor película en el Festival de Cine de Postdam.
Por cierto, que nadie espere unvestido espectacular. Más bien es todo lo contrario, una sencilla y modestabata de mujer, sin mangas, con botonadura delantera, colores azul y ocre y unestampado bastante rancio. Eso sí, está claro que afecta a las mujeres que lollevan puesto y a los hombres que lo admiran. No hablamos de magia ni depoderes sobrenaturales, simplemente del devenir de las cosas, las vidas y lashistorias.
David Casas