Rigoletto al pesto

Ni Peláez ni su ínclito jefe comprendieron la semana pasada la sentencia sobre el caso del Prestige y que en este país nadie asuma responsabilidades. Esto indignó al director del periódico que, sin embargo, obró del mismo modo.

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Porque estehombre no es ejemplo de nada, por más que él lo crea y que se considere máslisto que nadie por haber comprado las uvas de nochevieja a mes y medio de lacelebración. Más bien lo que hace es mostrar su ignorancia, como lo demuestratambién que crea que Rigoletto es un tipo de comida italiana y que el Quijotees un libro menor, un producto de marketing.

 

Jueves, 14 de noviembre

 

– ¡Peláez! ¡Tecleacomo si se acabara el mundo!
– En cierto modo es así, jefe…
– ¿Pero de qué escribe?
– La sentencia del Prestige.
– ¿Un best seller de mil páginas sin fotos ni nada?
– No, la tragedia que manchó el mar gallego y nuestrahistoria.
– Ah, coño, es verdad. ¿Y qué ha dicho la sentencia?
– Que aquí paz y después gloria, más o menos.
– Qué vergüenza.
– Pues sí…
– ¿Qué pasó con aquel que dijo lo de los hilitos?
– Es presidente del gobierno.
– Je, je… muy bueno.
– En serio, jefe.
– ¡No me joda! ¡Qué lamentable! En este país nadiese hace responsable de nada, qué asco.
– Pues sí, por cierto, ¿dónde están lafotocopiadora, la impresora, el fax y la estatua del fundador?
– Parece que va a llover.
– ¿Lo ha empeñado todo?
– Siete por cuatro veintiocho llevo dos.
– ¡Admítalo!
– Troposfera estratosfera ionosfera y exosfera.
– Brrr…

 

Viernes, 15 de noviembre

 

– Buenos días,jefe.
– Cuanto tú vas, yo vengo, Peláez.
– ¿Cómo dice?
– Hombre previsor vale por dos.
– ¿Qué?
– A quien madruga, Marx le ayuda.
– Es Dios.
– Lo sé, lo soy, gracias.
– No sé de qué me habla.
– Mire.
– ¿Qué es eso?
– Las uvas de Nochevieja.
– ¿Qué?
– Sí, las he comprado baratitas… no a última horacomo los pringados como usted que pagan un riñón por ellas.
– Falta un mes y medio, jefe…
– ¿Y qué?
– Se le pudrirán.
– Hostia, no había caído en ese detalle…
– Lo siento, jefe.
– Ñam bueno, no se preocupe, están ricas ñam…
– Y son sanas, jefe.
– Pues nada, nos las cepillamos ahora. Pongatambién a cocer estas langostas, a asar las tres piernas de cordero y saque yade la nevera el brazo de gitano.
– Pero…
– Y descorche las siete botellas de champán…
– Eso no se pasa.
– Tengo la boca seca.
– Jefe…
– Invito yo, Peláez. Pagué todo con esta tarjeta.
– Es la de Socio del Club de Mus.
– ¿Ah sí? Por eso me perseguían insultándome…
– Qué peligro tiene, jefe…
– Meto miedo, Peláez, meto miedo.

 

Lunes, 18 de noviembre

 

– ¡Jefe!
– ¿Qué pasa, Peláez?
– Me sorprende lo que lleva bajo el brazo…
– ¿Esto? Todo para usted, es una porquería.
– ¿El Quijote una porquería?
– Absoluta.
– ¿Cómo puede decir eso?
– Para empezar, está llena de tópicos…
– ¿Tópicos?
– Sí, el propio título, pone a un personajequijotesco y lo titula El Quijote… ¡bah!
– Pero, jefe…
– Y que ve gigantes donde hay molinos… ¡ese refránes de toda la vida!
– Verá…
– Además, se nota que está escrito por un manco, lodeja a la mitad.
– Hay una segunda parte, jefe.
– ¿Una secuela? Encima eso, puto marketing… ¡lo vaa comprar su padre!
– Jefe, fue escrito en 1605.
– No sé qué programa es ese, debería haberle pasadoel corrector de Word, al menos. Hay palabras rarísimas.
– Es la base de nuestra lengua, jefe.
– No de la mía. Cada uno es artífice de su propiaventura.
– Esa frase es de El Quijote, jefe.
– ¡Lo ve! Hasta a mí me plagia, como pille al talCervantes, me lo cargo.
– Está muerto, jefe.
– Alguien se me ha adelantado, normal.
– Brrr…

 

Martes, 19 de noviembre

 

– ¡Buenos días,Peláez!
– Buenos, jefe.
– ¡Hoy es un gran día!
– ¿Nos han condonado la deuda?
– No…
– ¿Hemos incrementado las ventas?
– Tampoco
– ¿Entonces?
– Estreno zapatos.
– Bah…
– Hay que empezar la casa por los cimientos,Peláez…
– Ya…
– ¿Y esas entradas? ¿Para qué son?
– Rigoletto.
– ¡No me joda!
– Le jodo…
– ¿Puedo ir? ¿Puedo ir? ¿Puedo ir? ¿Puedo ir?
– No sabía que le gustaba, jefe.
– ¿La comida italiana? ¡Me encanta! Fetuccini,tagliatelle, penne rigatte, gnocchi preciossi…
– Pero, jefe…
– Tomaremos unos antipasti, mi amor, nos bañaremosen Chianti y después compartiremos un spaguetti hasta que nuestras bocas…
– ¡Pare! ¡Pare! Es la ópera, jefe.
– ¿La ópera? ¿Esos gritones disfrazados?
– Exactamente.
– Puaj.
– Qué atrevida es la ignorancia.
– ¿Es atrevida? Preséntemela.
– Brrr…

 

Miércoles, 20 de noviembre

 

– Buenos días,Peláez, ¿qué tenemos hoy?
– El nuevo suplemento.
– ¿Qué suplemento?
– El de viajes, jefe, lo aprobó el consejo la semanapasada.
– ¿Sin mí? ¿Dónde estaba yo, si se puede saber?
– En el bar, jugando al tute.
– ¡Ganando al tute, Peláez! Hable con propiedad. ¿Y dequé va a escribir?
– De Alaska.
– Maravilloso.
– ¿Ha estado?
– Por su puesto, estuve en el 83, en Alaska yDinarama.
– Eso es un grupo musical.
– Y una mierda. Aún recuerdo aquel descapotable, lacarretera en la que se podían freír salchichas, las gasolineras con luces deneón en las que parábamos…
– ¿Gasolineras? ¿No serían otra cosa, jefe?
– Fue hace muchos años, Peláez… no lo recuerdo conexactitud…
– Ya, bueno… en fin… voy a seguir escribiendo.
– Ha revivido en mí el espíritu de aventura,Peláez.
– ¿Piensa irse en descapotable?
– No puedo, se me caería el peluquín.
– Puede ir en un coche normal.
– Cierto, voy a por la petaca.
– ¿Bebe para viajar?
– Bebo para vivir.
– Se equivoca, jefe.
– Cierto, vivo para beber.
– Brrr….
– Nos vemos en la carretera, Peláez.
– Nos vemos, jefe.


Los cables de lasconversaciones que mantiene Peláez con su jefe (#Pelaezleaks) en laredacción de un periódico de provincias los puedes encontrar a diario enla página oficial en Facebookde 360gradospress.

La foto es de @Marga_Ferrer

Manolo Gil

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