El Museo Thyssen Bornemisza de Madrid acoge desde finales de marzo la primera gran retrospectiva en España sobre el Hiperrealismo, una exposición que recorre la genealogía de este movimiento artístico desde sus inicios a finales de los años sesenta hasta la actualidad. 360gradospress no podía dejar pasar la oportunidad de disfrutar de este conjunto de pinturas que impactan por su colorido y precisión y que, por momentos, recuerdan a fotografías de impresionante resolución.
Pocasexposiciones, muy pocas, tienen el poder de impactar entre el gran público comolo hace Hiperrealismo 1967-2012,la muestra organizada por el Institutfür Kulturaustausch (Instituto para el Intercambio Cultural de Alemania) ycomisariada por su director, Otto Letze,que acoge desde el pasado 22 de marzo el MuseoThyssen. La reproducción de paisajes y objetos que nos resultan cercanos,casi cotidianos, unida a la calidad de unas pinturas que parecen purafotografía, garantizan el éxito de una exposición que en cada turno horario parececolgar el cartel de no hay billetes.
Hiperrealismo 1967-2012 es uncompleto recorrido a través de más de sesenta obras pictóricas por unmovimiento que dio sus primeros pasos a finales de los años sesenta en los dosextremos de Estados Unidos (la costa Este y la costa Oeste) de la mano de losgrandes maestros de esta primera generación de fotorrealistas, RichardEstes, John Baeder, Tom Blackwell, Don Eddy, Ralph Goings o Chuck Close, paraluego expandirse y encontrar su continuación en las nuevas generaciones depintores europeos y norteamericanos.
Loshiperrealistas utilizan la cámara fotográfica como herramienta para captarfragmentos de la vida cotidiana, un cierto costumbrismo moderno que, tras sercaptado por la fotografía, es trasladado al lienzo con una exactitud que asustay asombra a partes iguales. Influenciadosen cierta manera por el arte pop de Warholo Rauschenberg, los pintores fotorrealistas pronto empezaron aplantearse determinadas cuestiones relacionadas con la percepción de la realidad,la objetividad y la autenticidad de las imágenes.
La exposiciónevidencia la evolución del movimiento hiperrealista en dos aspectos. Por unlado en lo referente a los objetos que centran la atención de los artistas. Delos motivos en apariencia intrascendentes como máquinas de pinball, botes dekétchup, coches y motocicletas de los setenta o restaurantes de comida rápidatan propios del american way of life,a las panorámicas de paisajes y el retratos del cuerpo humano. Por otro, anivel tecnológico. La resolución de las nuevas cámaras fotográficas permite alos artistas alejarse de lo pequeño para centrarse en los paisajes urbanos degrandes dimensiones, en las panorámicas. Una calidad de imagen que se traduceen pinturas más nítidas y detalladas, auténticas maravillas de alta definición.
Éxtasis artístico
Hiperrealismo1967-2012 es una exposición de bocas abiertas. De gestos y interjecciones deadmiración. De miradas fascinadas ante la precisión de los detalles en esaspinturas de gran tamaño que nos cuesta aceptar que no sean fotografías. Y entretodas ellas, entre tanta maravilla artística, un par de puntos marcados enrojo. Puntos de éxtasis artístico. Obras ante las que uno se podría pasar horasy horas sin salir de su asombro. Pinturas ante las que se acumulan visitantessin que nadie se atreva a moverse por miedo a perderse un detalle. Zonas en las que reina el silencio y losrostros boquiabiertos. Admirados. Aturdidos ante tanta belleza. Ante tal dosisde realismo.
En la primeraparte de la exposición, la dedicada a los objetos cotidianos, esa zona deensimismamiento la marca la obra Reunión (Roberto Bernardi, 2012), unbodegón de caramelos, chucherías y piruletas que pronto reclama la atención delpúblico con sus detalles, con las transparencias de los cristales y losplásticos que envuelven los caramelos. Sublime. En la parte dedicada a los paisajesy las panorámicas resulta difícil decantarse por alguna pintura ante la calidadde todas y cada una de las obras que conforman la retrospectiva. Para unservidor, fascinado por la maravillosa panorámica de Venecia el CanalGrande (Raphaella Spence, 2007) y la Casa Nevada (Rod Penner,1998), el éxtasis artístico lo marca La ciudad que nunca duerme (2012), unapanorámica del Broadway neoyorkino que enamora por su precisión, por susdetalles, por la vida, el movimiento y el ajetreo diario que uno puede apreciaren la obra de Bertrand Meniel. Pinturacon alma fotográfica.
Hiperrealismo 1967-2012. Museo Thyssen Bornemisza (Paseo del Prado, 8 de Madrid). De martes a domingo de 10:00 a 19:00 horas. Sábados hasta las 21:00. Entrada 8 euros. Hasta el 9 de junio de 2013.
Laura Bellver