Un viaje fotográfico ‘al filo de lo imposible’

La Sala Primavera de la Casa del Reloj de Matadero Madrid acoge desde hace poco más de una semana una exposición fotográfica que bajo el título de ‘El mundo en el fin del mundo’ recorre algunos de los espectaculares paisajes por los que se jugó la vida el equipo del programa televisivo ‘Al filo de lo imposible’. 360 Grados Press tuvo la suerte de recorrer la exposición de la mano del director y creador de aquel programa, Sebastián Álvaro, autor de las más de 40 fotos que componen la muestra.

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Cumbres nevadas. Ochomiles quese levantan de la tierra como verdaderos abismos. Desiertos de arena en los queresulta imposible adivinar un final. Extensiones infinitas de hielo que cieganla vista con su resplandor blanquecino. Mares embravecidos con olas capaces dehundir embarcaciones. Volcanes. Paisajes, todos ellos, ajenos a ladomesticación del hombre. Todavía. Resulta imposible experimentar lassensaciones que debió sentir Sebastián Álvaro en cada uno de los lugares querepresentan las más de 40 fotos que componen ‘El mundo en el fin del mundo’.Aún así, escuchándole, es difícil no sentir el miedo. La adrenalina. Laaventura que durante casi treinta años vivieron los miembros del equipo delprograma de TVE ‘Al filo de lo imposible’.


Y es que la muestra recoge fotos que abarcan desde 1.983 hasta el veranode 2012. Una selección de entre más de un millón de fotografías que SebastiánÁlvaro realizó junto a la también fotógrafa Rocío Ayuso. Sin embargo, adiferencia del programa televisivo, quien tenga la suerte de visitar laexposición no va a encontrar acción. Ni tampoco protagonistas. “Quería mostraremociones y sensaciones. Los lugares que a mí me habían emocionado. Es un viajesentimental, no estético, que refleja una relación emocional y vivencial conlugares que me evocan frío, miedo, amistad, solidaridad, capacidad desacrificio, tristeza y, sobre todo, alegrías y una forma de vivir”.


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El protagonista principal son los paisajes. Sublimes y grandiosos comoel Karakorum, la montaña de la luz, “el lugar más bello que he conocido en latierra”. Extensiones en las que el hombre es sólo un diminuto punto en medio dela inmensidad. Lugares en los que recordar lo pequeña y frágil que es lahumanidad. Naturaleza salvaje que se ha cobrado la vida de muchos amigos deSebastián Álvaro durante estas décadas de aventura. A ellos están dedicadas lasdos únicas fotos de la exposición en las que se distingue claramente a lospersonajes. También a las mujeres.


“Muchos de los valores de Al filo están asociados al hombre. Por eso lasdos únicas fotos en las que se reconoce a gente, éstas son mujeres. Tambiéncomo homenaje a la gente que he perdido en el camino en estos años. Veinticincoamigos cercanos. Y yo no era más listo o más fuerte que ellos, simplemente tuvemás suerte”. La suerte, o el poder del destino al que aludiría Paul Auster,decide muchas veces entre la vida y la muerte de las personas en situacionestan extremas. A veces no hay otra explicación.


A Sebastián Álvaro se le quiebra la voz al hablar de estos momentosdifíciles. Incluso alguna lágrima asoma a unos ojos que se tornan vidriosos.”Los momentos de alegría y plenitud compensan a los de tensión y tristeza, queson más. Yo prefiero morir de frío que no de asco”, dice para cambiar el tonoque ha tomado la visita. Seguimos disfrutando a su lado de paisajes grandiosos:La cumbre del Cerro Torre (en la Patagonia), el Monte Scott (en la Antártida),el desierto de Taklamakán (en China),el Nanga Parbat, el abismo más grande de la tierra (Pakistán), los 3.100kilómetros del Tibet recorridos en moto…


Uno se pregunta si tanta exposición al peligrono deja a Sebastián Álvaro sin fuerzas. Y no lo parece, porque para enero tienefijada su nueva aventura. “No aguanto Madrid. Este país es cojonudo para hacerturismo una semana, pero cuando llevas dos y media… Además, los momentos bajossiempre los tengo aquí. En estos lugares que veis en las fotos la vida es muyfácil. Se trata sólo de sobrevivir”.


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Sobrevivir al filo de lo imposible mientras todavíasea posible la aventura en lugares que pronto serán devorados por el ansiadepredadora del hombre, especialmente en países como China. “Dentro de poco habrán hecho una autopista yse cruzará el Tíbet como vamos hoy a Barcelona en el AVE”. Mientras queeso ocurre, Sebastián Álvaro seguirá buscando el silencio y la soledad de esospaisajes que permanecen ajenos a la mano del hombre. Inexpugnables. “Lugaresdonde te sientes como si contemplases la Tierra por primera vez. Donde siempreestás de paso, donde eres diminuto y vulnerable, donde sólo estar supone,muchas veces, arriesgar la vida”.


Él ha estado y ha tenido la suerte de contarlo. De compartir con elpúblico lugares que para él ya son parte de su “paisaje interior” y que, encierto modo, han cambiado su vida. Algún día, cuando una especie de AVE cruceel Tíbet y el hombre destruya estos lugares sagrados que nos reconcilian conlos orígenes de la Tierra, Sebastián Álvaro podrá repetir una frase que elexplorador polar groenlandés Knud Rasmussen citó a principios del siglo XX: “Doy gracias a Dios por haber vivido en eltiempo en que todavía era posible la aventura”.

@acordellat

Adrián Cordellat

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