El Museo Thyssen-Bornemisza acoge desde el pasado mes de junio la que muchos consideran la exposición del verano. La obra de Edward Hopper, tan desconocida como admirada en Europa, cruza por fin el Atlántico para deleite de españoles y franceses, que durante los próximos meses podrán apreciar las pinturas del mayor exponente del realismo americano, un artista que se apoyó en las técnicas del cine para mostrar las miserias de la vida cotidiana en la América de la Gran Depresión.
Edward Hopper (Nyack, 1882-NuevaYork, 1967) tiene revolucionado al Museo Thyssen-Bornemisza. Europa le debíauna gran exposición al artista americano, y la colaboración entre el museomadrileño y los Museos Nacionales de Francia ha despertado el interés de unpúblico que, quizás por desconocimiento, quizás por admiración, llena a todashoras en estas largas jornadas de verano la sala de exposiciones temporales delThyssen.
Ante ellos, y encabezada por unautorretrato del propio Hopper, se abre una gran exposición a la que, para serperfecta, sólo le falta la presencia de NightHaws(1942), seguramente la obra más emblemática del artista americano, de la que elMuseo de Chicago no quiso desprenderse. Un paseo cronológico por las distintasetapas artísticas del pintor recorre la existencia de un Hopper que no pudovivir de su arte hasta 1.925, ya con 43 años a sus espaldas y casi tres décadascomo ilustrador y grabador, una profesión que detestaba pero que le procurabaun sueldo. Como muchos otros artistas, los coleccionistas que luego mataríanpor sus obras tardaron mucho tiempo en fijarse en él.
La exposición refleja a laperfección la pasión de Hopper, bien temprana, por la arquitectura y losescenarios teatrales. La Casa Solitaria(1.922), Casa junto a la vía del tren(1.925), cuya imagen inspiró a Hitchcock la siniestra mansión de Psicosis, Casas en Squam Light, Gloucester (1.923) o Dos en el patio de butacas (1.927), dan fe de éste interés por laarquitectura de la época y el mundo teatral y cinéfilo.
El tratamiento de la luz, lasituación de los personajes, la atmósfera y la profundidad dan a las obras deHopper un enfoque sumamente cinematográfico. Una técnica que maravillaespecialmente en algunos de sus cuadros más emblemáticos, esos en los querepresenta el vacío de la vida urbana en la América de entreguerras y que leconvirtieron en el mayor exponente del realismo americano en su afán pormostrar la vida cotidiana de una sociedad marcada para siempre por la GranDepresión.
Obras en las que se puede palpar latristeza. La desolación. El silencio. Mujeres (en la mayoría de ocasiones erasu propia mujer la que hacía de modelo) mirando al más absoluto vacío. Solas oacompañadas. Pero siempre inmóviles y silenciosas. Mirando por esas ventanasque no llevan a ninguna parte. Sentadas en cafés repletos que hacen aún másinmensa su melancolía. La melancolía de una generación que, entre guerra yguerra y con una crisis económica de por medio, hizo del desarraigo su forma devida. Habitación de hotel (1.931), Habitación en Nueva York (1.932), Sol de Mañana (1.952), Hotel junto al ferrocarril (1.952) o Mañana en Carolina del Sur (1.955)marcan un tramo final de la exposición que refleja como ningún otro el espírituartístico de Hopper.
Twitter presente en la exposición
Twitter no quería perderse laexposición dedicada a Edward Hopper, así que el Museo Thyssen-Bornemisza haideado un concurso como punto y final de la exposición que, además, muestra lainfluencia que el cine tuvo en el artista americano. Subidos a unosimprovisados escalones, más o menos a la altura que debió estar Hopper mientraspintaba Sol de Mañana (1.942), losvisitantes tienen que apuntar con el objetivo de la cámara de su Smartphone aun marco que aparece colgado.
Tras ese marco está representada lareproducción en tres dimensiones y en un set cinematográfico de la obra. Unavez realizada la foto, uno tiene que imaginar, si no lo ha hecho ya durante elrecorrido de la exposición, en qué piensa esa mujer que mira al vació a travésde la ventana. La reflexión de cada cual junto a la fotografía han depublicarse en Twitter bajo el hashtag #HopperThyssen.
*Reproducciones cedidas por la pincoteca.
Laura Bellver