Elemental, querido Higgs

El descubrimiento del bosón de Higgs ha protagonizado numerosos titulares en los últimos días. Sin embargo, muchas personas desconocen el origen y el alcance de este hallazgo. Sus méritos corresponden a la física de partículas, una disciplina de ciencia básica sin la que no podría comprenderse el mundo en los términos actuales. Esta semana en 360 Grados Press nos hemos aproximado a este trabajo fundamental del que resulta la realidad más compleja.

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Corríael año 1989 cuando el ingeniero británico Tim Berners-Lee comenzó a trabajar enun sistema de gestión de información que facilitara la cooperación entreinvestigadores. Poco después, desarrolló el concepto World Wide Web (WWW), unaplataforma basada en el hipertexto que permitía compartir contenidos a travésde Internet, configurando, así, una red de comunicación sin la que nadie podríavivir en el presente. Porque lo que nació como una herramienta para lacomunidad científica se ha extendido como un bien para la sociedad en general.Y todo ello se gestó en el seno del laboratorio europeo de física departículas, conocido como CERN.

 

Ahora,dos décadas más tarde, este mismo lugar ha albergado un nuevo hito científico:el descubrimiento de lo que con un 99’999% de seguridad podría ser el bosón deHiggs, la pieza que completa la teoría del modelo estándar, el cual da sentidoa todas las partículas elementales, así como a las fuerzas que actúan entreellas. El concepto aún suena un tanto extraño para muchos pero, del mismo modoque la WWW, este hallazgo también guarda resultados directos para la sociedad.De hecho, muchos de ellos ya tienen consecuencias prácticas en la vidacotidiana. “El bosón de Higgs es cienciabásica. La única forma de que la investigación y la innovación avancen y se traduzcan en cosas aplicables es conésta. Por ejemplo, la electrónica moderna está basada en semiconductores, comoel silicio, los cuales no conoceríamos sin la teoría cuántica. Además, paraeste tipo de descubrimientos se desarrolla mucha tecnología que no existe en elmercado. Es el caso de chips muy pequeños, cuya aplicación más directa han sidolos teléfonos móviles“, apunta CarmenGarcía, investigadora del Consejo Superior de InvestigacionesCientíficas (CSIC) en el Instituto de Física Corpuscular (IFIC), uncentro mixto con la Universidad de Valencia.

 

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Peroel bosón de Higgs es también un acontecimiento de referencia por el trabajo queha exigido: esta partícula resulta de una colaboración internacional de más de6.000 científicos pertenecientes a 175 instituciones diferentes ubicadas en 38países. Carmen es uno de los profesionales que han aportado un granito de arenaal hallazgo. Concretamente, ella y unos cuarenta investigadores del IFIC hanparticipado del experimento ATLAS, uno de los desarrollados en el granacelerador de partículas LHC construido en el CERN. “ATLAS es un detector como un edificio de cinco plantas y el doble delargo. Tiene muchos subsistemas distintos. Cada uno tiene su función, pero elpropósito final es captar una foto de cuando dos partículas chocan y creannuevas partículas. Lo verdaderamente impactante es su velocidad: 40 millones defotos cada segundo. Esto hace que el sistema sea muy complejo. Además, precisaque los materiales empleados aguanten altas dosis de radiación“, explica.

 

Elvolumen de información generado por este gran aparato ha requerido de una nuevatecnología de computación que no solo permita almacenar, sino tambiéncontabilizar y distribuir datos. Se trata de la red GRID, la cual comprende másde 100.000 núcleos por todo el mundo. JoséFrancisco Salt Cairols, también investigador del CSIC en el IFIC, ha sidoel encargado de dirigir el desarrollo de la parte dedicada al experimentoATLAS. “Aunque ATLAS solo registre unapequeña parte de los sucesos, la cantidad de información que queda es unabarbaridad. Equivale a un millón de GB al año, es decir, sería como una pila deCD de 20 kilómetros de altura. GRID permite que toda esta información estédistribuida en el mundo y permite un trabajo de colaboración con un lenguajecomún. Es como un superordenador virtual, un paso más allá de la web, en el queguardar el trabajo y los datos“, ilustra.

 

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Así,tras muchos años de colaboración, ensamblando piezas al milímetro y desplegandoprogramas con esmero, el pasado 4 de julio fue un día más que importante paramuchos científicos. En el caso de Carmen y José Francisco, el anuncio deldescubrimiento del bosón de Higgs fue vivido desde un salón de actos del IFIC.El mensaje del CERN llegó a través de una pantalla con conexión directa a lasede del laboratorio europeo en Ginebra. “Todosvivimos con gran emoción el hecho de que se comunicara que se había encontradouna señal bastante clara de lo que estábamos buscando“, confiesa eldirector del proyecto GRID. La partícula elemental no había hecho más que actode presencia y sus secretos aún están por desvelar, pero parece que laagitación vivida en la comunidad científica está más que justificada. “Se ha descubierto el portal hacia algo quenos va a traer más conocimiento“, prosigue José Francisco.

 

Enefecto, este bosón puede ser la llave a toda la materia y energía del universo,incluyendo esa parte oscura que acelera su expansión; el mayor enigma de laciencia hasta el momento. Pero mientras se aguarda a pasar esa gran puertahacia lo desconocido, otras más pequeñas se van abriendo por el camino. “Nuestros experimentos pertenecen a todos, noestán patentados. Todo lo descubierto se pondrá a disposición de cualquier otracomunidad cuando se necesite“, incide Carmen. Ciertamente, así ha sidosiempre: la sociedad ha seguido los pasos adelante que ha marcado la ciencia.Por ello, tanto ella como José Francisco esperan se siga apostando por ésta yhablando de sus logros. Su importancia se resume en una sola palabra: futuro.Esta partícula es solo el inicio.


@LaBellver

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