Símbolo de libertad

360 Grados Press recorre la historia de la prenda que causó prohibiciones, oposiciones y libertad hacia la figura de la mujer. En años anteriores, el bikini se consideró como una prenda funcional y de escaso gusto. Sin embargo, en la actualidad se ha convertido en un fetiche indispensable para disfrutar de la brisa en los paisajes marítimos acompañados de independencia, colores y formas reinventadas de los añorados 80.

Explosión de colores. Paleta cromática rota por el viento. Se observan los eternos negros, los caramelizados naranjas, los azules que buscan atrapar la esencia del mar, amarillos que chillan, fucsias de carnaval, blancos puros que contrastan con las pieles aceituna.

Siempre renovados, diferentes, pero únicos en desencadenar a la mujer de una sociedad opresiva. Rayados que se dibujan en la superficie, geométricos irreflexivos, con la mirada del  leopardo rugen, marineros que nos conducen al barco. Lisos con volantes, ñoños, risueños y dulces. Sin tirantes, libres, que bailan en la anatomía de la mujer sin nombre. Acompañantes que acompañan, siempre imaginativos, dinámicos y chispeantes. Se reinventan, buscan en el pasado de las luces, rebuscan en los cajones perdidos, en las pasarelas de antaño, en el amarillo de las hojas de revistas. Nuevos diseños que se observan en ellas, en las mujeres de rostros tostados. Sobre las musas de ébano que se trazan en el sendero infinito del mar y que se postran suaves bajo el sol bruñido. Ellas eran criticadas, consideradas sin gusto, desterradas de lo que se denominaba la conformidad.

Ahora son mujeres libres, que lucen, que piensan, que aman y que han roto las cadenas con tan solo una diminuta prenda. El bikini que ha marcado un adiós a las ataduras morales y que ahora se considera un objeto de culto por los fetichsitas de la moda se ha ido incluyendo en las líneas de los diseñadores y en las revistas de moda especializadas siendo una prenda indispensable en el armario de la mujer.

Historia
El primer bañador aparece en 1890. Estaba constituido por una camisa, pantalón y calcetines para el hombre y la mujer. Tienen que transcurrir 25 largos años para que desaparezcan los calcetines. Sin embrago, las mujeres todavía se ponían camisones, camisas largas y faldas para bañarse. Mientras que, los hombres podían lucir pantalones cortos.

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Los primeros trajes de baño de dos piezas ya eran utilizados en la antigua Grecia y en Imperio romano. El primer bañador llegaba a pesar más de 3 kilos mojado, al realizarse con el material de la lana. Será en 1930 cuando aparece el primer bañador femenino, propiamente dicho. Elaborado con lana, su escote en forma de camiseta y los pantalones cubriendo los muslos. En este mismo año, Coco Chanel pone de moda el bronceado en el rostro, olvidando la debilidad y la pureza de las pieles blancas del siglo XIX que se depositaban en las creaciones pictóricas como mujeres de la alta sociedad y que pertenecían a una jerarquía superior.

En 1946 el modisto Jacques Heim y el ingeniero Louis Réard inventan el bañador de dos piezas. Ayudado por la popularidad de las actrices que visten dicha prenda, ésta empieza a ser utilizada más ampliamente por el sector femenino. La invención de la lycra en 1960, una fibra textil que puede ser tensada y estirada hasta seis veces su longitud natural, se considera una auténtica revolución y hace que aparezcan los primeros bañadores elásticos.

En los años 70 las grandes mujeres y musas del cine nos deleitan con sus cuerpos esculturales, vestidas con la simplicidad y la sensualidad del bikini. En  los 80 y 90 los bikinis se popularizan por la mayoría de las mujeres de todos los rincones geográficos del planeta, siendo así una prenda democrática, femenina y libre que apuesta por el futuro y se desata de las cadenas del pasado más conservador. Será en el siglo XX y XXI cuando la expresión de los bikinis se considera como máxima, siendo una prenda habitual dentro de los paisajes marítimos cotidianos, de la publicidad de perfumes, de las revistas de moda especializadas y de las pasarelas, haciendo una verdadera necesidad el incluir en las colecciones la línea de baño de los diseñadores más prestigiosos y reconociendo la labor de los diseñadores que siempre se han dedicado a crear y a luchar por las formas de baño para las mujeres, pasando de la esfera funcional a la estética dentro de la masiva cultura de la moda.

El bikini y el cine
En un principio esta prenda no contó con un seguimiento popular por la indecencia y reducida moralidad de la mujer que lo vestía. La popularidad del bikini se observa en los años 60 por razones de ética más que de estética. Sin embargo, gracias a factores tan influyentes como las grandes divas del cine, los medios de comunicación y la apertura política y social de occidente, su aceptación comenzó a realizarse paulatinamente.

La actriz norteamericana Esther Williams resume la reacción social negativa en los años 50, tanto anglosajona como europea,  obtuvo fuertes críticas en la película “Escuela de Sirenas” donde continuamente salía con un traje de baño de dos piezas. Fue censurada por la supuesta inmoralidad del nuevo modelo que portaba. En los años 50 durante el certamen de Miss Mundo el bikini fue prohibido de nuevo, ganando terreno el traje de baño de una sola pieza, el cual era considerado sinónimo del buen gusto.

Sin embargo, a mediados de los años 50 y principios de los 60 el bikini se impuso como prenda para cubrir el cuerpo de la fémina cuando iba a playa o a las piscinas, su uso era meramente funcional. La figura de Brigitte Bardot lo vistió en  traje de dos piezas y de una manera muy sensual, para la película “Y Dios creó a la mujer“. La imagen de la famosa actriz francesa en plena promoción, tumbada en la playa de Cannes con gran parte de su cuerpo al descubierto atrajo las miradas de cientos de curiosos y comenzó el “boom” del bikini como prenda indispensable para las mujeres francesas. En 1962, Ursula Andress salió de las aguas con un bikini en la película “James Bond contra el doctor No“, convirtiéndose en la primera chica Bond del momento y obteniendo una gran fama por su interpretación y su escultural figura. En 1964 se diseña el monokini por el estilista californiano Rudi Genreich. En un principio era un bañador negro sostenido por dos tirantes que dejaba, casi al descubierto, el pecho de la mujer.

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También una de las imágenes que más se asocian con el diminuto conjunto fue la de Raquel Welch, en una fotografía con un insinuante bikini para la revista Life en 1965. Unos cuantos años después, en 1974 el diseñador genovés Carlo Ficcardi crea un bikini minúsculo, muy atrevido y con fuertes connotaciones sexuales en Brasil. Su introducción en Estados Unidos crea un gran revuelo al ser aceptado por la clientela de una forma desmedida. En una popular boutique de Madison Avenue, se venden más de 160 bikinis minúsculos que dejan al descubierto la anatomía de la mujer, siendo una prenda de necesidad para las mujeres modernas de esta época que cambian el paradigma del bikini, pasando de una prenda funcional a un empleo estético.

Mientras en América esta diminuta prenda causaba furor, caso contrario se presentaba en España, Grecia y Portugal, donde debido al ambiente político y religioso, las mujeres eran más recatadas, los bañadores de una pieza de piqué o punto con volantes y escote alto seguían siendo los reyes de las playas.

El diseño de esta singular prenda se abre a nuevas posibilidades, por lo que la moda llega a los momentos de descanso y bronceado en las playas y se halla una conciencia del tiempo libre y de la diversión compaginada con la necesidad de obtener una prenda de moda para los meses estivales, olvidando su anclada funcionalidad y ensalzando sus beneficios estéticos. El bikini  influyó en la revolución feminista y en la liberación sexual y su uso fue tomado como desafiante hacia una sociedad conservadora llegando a expulsar de las playas a las bañistas que osaban a usarlo.

El aire de libertad que se respira en los ochenta, el interés por la cultura de la moda y por un cuerpo escultural continúan con el triunfo de los bikinis como prenda única y libre para nadar en aguas saladas.

En los años noventa, los bikinis siguen con su ascenso pero mostrando ahora formas rectas y colores lisos, así mismo causó sensación el bikini de diseño deportivo que mostró la reina del voleibol, Gabrielle Reece, en 1993. Será en el siglo XX y XXI cuando las formas de los bikinis se reinventan y toman la iniciativa con una estética vintage, añadiendo como máxima premisa a los eternos olvidados, los complementos de playa.

Tendencias actuales
Los diseños actuales del bikini son una recopilación mejorada, actualizada y más discreta de los modelos de los años 70 y 80. Buscan las formas de esta época y los reinventan de una manera “vintage”.

Diseñadores famosos como Dolores Cortés afirma con rotundidad que este verano el bikini es la prenda reina y también ganan terreno los bañadores. Los  bikinis de estampado colorista con motivos pop que remiten a los 70 están muy aceptados y siempre combinados con accesorios como gafas XL, bolsos de paja y kaftanes que nos remiten a la vestimenta de la mujer árabe.

Otra propuesta para las mujeres es el uso de bikinis de cuadros vichy, rayas y geométricos, con un acentuado retorno a los escotes sugerentes. Se buscan también los colores flúor como los fucsias o los naranjas para contrastar con la pigmentación tostada por el sol. Los estampados florales provenzales son el último “must have” de esta temporada, acompañados de fondos blancos o negros.

Por su parte, las playas se llenarán de colores marineros, de tierra, fantasías brillantes y una marcada influencia de los 70 y los 80. Las formas de los diseños actuales se prestan a la variedad y abarcan desde la estética pin-up, los vintage, los presumidos volantes con un toque infantil, florales, estampados, lisos llamativos, geométricos y los inolvidables blancos puros o negros rotos.

Un nuevo estilo de bikini es el trikini, en el que se mezclan el estilo recatado del tradicional traje de baño, con la ligereza y minimalismo del bikini. Se recomienda para mujeres que quieren ser originales o quieren ocultar pequeños defectos. Para la línea XL de mujer se piensan los bañadores y bikinis reductores o los push-up para realzar algunas zonas de la mujer.

Ellos. Los reinventados. Los que han robado los matices de los colores del arco iris. Los que han roto las cadenas de la mujer en una sociedad opresora y la han llevado hacia la libertad. Ahora los observamos con paso elegante en la anatomía de mujeres de abenuz que recorren la palidez de la pasarela, acompañados de los olvidados, inmortalizados con alma en las páginas de las revistas especializadas, atentos y sensuales en el cuerpo de mujeres que están en la gran pantalla. Una ventana, una prenda minúscula, una tela que ha hecho que las mujeres respiren aire de libertad y hayan despedazado el pasado esclavo con lágrimas de papel y lo hayan reconvertido en sonrisas de luz.

@InmaAB1

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Adrián Cordellat

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