La última esperanza del urogallo cantábrico

Es el vertebrado terrestre más amenazado de España. Una reliquia de la última glaciación, reducido a los rincones más escondidos de la cordillera cantábrica

ÓSCAR BORNAY, Valencia. “El urogallo cantábrico está desapareciendo”. Así de firme describe el delegado de la organización SEO-Birdlife en Asturias, Felipe González, la situación actual de esta emblemática especie en los montes de Galicia, León, Asturias y Cantabria. Esta realidad no es nueva, ya se sabía desde hace años que esta ave no atravesaba su mejor momento, pero ha sido ahora cuando han saltado todas las voces de alarma. De hecho, el pasado 20 de julio se presentó en Madrid el proyecto Life para la conservación y reintroducción del urogallo (Tetrao Urogallus Cantabricus), un auténtico plan de salvamento, valorado en siete millones de euros, con el difícil objetivo de librar a esta especie de una extinción casi segura.

Esta singular ave, conocida por los lugareños como “el pavo del monte”, es una reliquia de otros tiempos. En concreto del último periodo glacial. Se cree que la colonización de la Península Ibérica por parte de esta especie debió de producirse durante la glaciación de Würm, que terminó hace unos 12.000 años. Este último avance de los hielos que cubrió todo el continente europeo posibilitó que fauna de origen siberiano alcanzara latitudes más sureñas. Pero cuando el hielo se retiró, el urogallo quedó aislado en dos poblaciones que con el tiempo han dado como resultado dos subespecies distintas: la cantábrica y la pirenaica.

El núcleo pirenaico, aunque también sufre cierta regresión, está más estabilizado, en torno a unos 1.300-1.400 ejemplares. Sin embargo, es la población cantábrica la que más preocupación causa, ya que se estima su número en unos 400 o 500 individuos, pero como apunta el director de Biodiversidad y Paisaje del Gobierno asturiano, José Félix García Gaona, “el crecimiento ha sido tan bajo en los últimos años, que actualmente estamos por debajo de la tasa de supervivencia de la especie” señala. Y como muestra un botón: en 2009 la supervivencia de los urogallos jóvenes fue cero, y todo parece indicar que este año será parecido.

Los expertos coinciden: ha llegado la hora de coger el toro por los cuernos. Hay muchas causas que han conducido a este animal a la situación crítica que atraviesa, apunta García Gaona. “En primer lugar, hemos de ser conscientes de que está al borde de su área de distribución, por lo que esta población es más vulnerable a los cambios en su hábitat”, indica.

Sin bosques originales
Y no va mal encaminado. La ONG SEO-Birdlife, colaboradora del programa Life, pone énfasis en la reducción de los bosques originales y su fragmentación, arañados por centenares de pistas forestales, o la apuesta de las administraciones y las comunidades locales por fomentar especies como el ciervo o el jabalí, para atraer la caza como una actividad que dinamice la economía de las áreas rurales. Estas especies compiten con el urogallo, y en el caso del jabalí, a veces acaban con los polluelos. A esto se une el aumento de especies predadoras, como el zorro, o la construcción de líneas de alta tensión en sus territorios de cría.

Hay aún otra causa: el cambio climático y el aumento de las temperaturas, así como la alteración del régimen de lluvias, porque cada vez más los períodos más húmedos –primavera y verano-, coinciden con la época de reproducción, cuando los pollos son más vulnerables. De hecho, apunta García Gaona, en el último gran episodio de inundaciones sufrido por Asturias el pasado verano, se perdieron, que se sepa, tres nidadas. Una catástrofe tal como está la especie.

Recelos locales
Por eso este proyecto de conservación no sólo hace hincapié en la cría en cautividad (aunque este año se han perdido todas las crías en la “guardería” de Tarna, en el Parque Natural de Redes), sino sobretodo en la recuperación, en la restauración del hábitat perdido y dañado. Y para ello hace falta también mucha labor de concienciación, estar presente en las zonas, hablar con la gente. Apunta Felipe González que, en ocasiones, “los proyectos de conservación se topan con recelos por parte de las poblaciones locales, porque identifican a la especie en cuestión con nuevas normativas o prohibiciones sobre el uso de unos montes en los que han vivido toda la vida”. “Pero sin su ayuda, no se conseguirá nada, son las poblaciones locales las que gestionan los bosques, las que tienen ganado…etc”, indica.

El modelo del oso
En Asturias, donde se concentra la mayor parte de la exigua población de urogallos, el gobierno regional confía en “copiar” el modelo del programa de conservación del oso, que tan buenos frutos ha dado, con esta ave. “Aunque el urogallo lo tiene peor, por lo menos no partimos de cero”, señala García Gaona. Además, Asturias pepara un plan especial de protección para esta especie. Aunque tal vez en este punto se hace necesaria cierta autocrítica: “Desde SEO llevamos más de 10 años alertando de cómo estaba el urogallo. Hemos perdido una década”, lamenta González. Por su parte, García Gaona admite: “Tal vez haber estado tan pendientes de la recuperación del oso, haber dedicado tantos recursos no nos haya permitido darnos cuenta de la situación del urogallo”. Comienza el rescate.

Óscar Delgado

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