“Una verdad que se tapa con mentiras acaba siendo igual que una censura”

Entrevistamos a Pascual Serrano, autor de ‘Desinformación. Cómo los medios ocultan el mundo’

ARANTXA CARCELLER, Valencia. La desinformación en los medios de comunicación es una realidad cotidiana en nuestras sociedades. Ahora, ha alcanzado voz propia gracias a la labor de Pascual Serrano. En ‘Desinformación. Cómo los medios ocultan el mundo’, este periodista ha mostrado la caja de Pandora, el esqueleto errático, de los grandes medios de información y, sus respectivas empresas. 360gradospress analiza con el autor las claves del día a día de los ‘mass media’.

¿Qué motivo le impulsa a escribir su libro Desinformación. Cómo los medios ocultan el mundo y, con ello, a tratar la desinformación en los medios de comunicación?
El origen probablemente está en los dos años que estuve trabajando para una televisión de noticias internacional, Tele Sur, una televisión pública de varios gobiernos latinoamericanos con sede en Caracas. Allí pude comprobar, por lo que me llegaba de agencias internacionales y las noticias que más o menos difundían, que no eran iguales que las recibidas cuando se enviaban corresponsales o tenías testimonios. Si a eso le añades mi experiencia informativa durante diez años haciendo un periodismo alternativo en la página www.rebelión.org, uno empieza a percibir que lo dicho por expertos, ONG, grupos sociales implicados u actores relacionados tiene una complejidad y una lectura mayor que la oferta simplista ofrecida por los medios.

¿Y se propuso cambiar el modelo?
Como cambiar ese modelo informativo era muy difícil, me plantee dejar constancia de que lo que nos estaban contando no era así. Para mí había algo peor que la desinformación, y era que el ciudadano en la medida en que veía noticias o leía el periódico, creyese que estaba informado. Esa es, quizá, una de las diferencias de la desinformación en una dictadura, en la cual, uno sabe que le están tomando el pelo, sufre censura y tiende a buscar otro canal. El problema aquí, donde creo que existen elementos de desinformación similares a los de una dictadura, el ciudadano no cree que tenga que buscar información porque piensa que está informado. Por ello, con la lectura de este libro pretendo avisar al lector de que no se fíe. Según mi opinión, estamos en un momento de involución democrática, y de ahí, mi aviso a la ciudadanía. Sin embargo, no creo que sea el único que piense así viendo como están las ventas del libro. Es decir, no soy el único que tiene esa sensación detrás de la oreja.

En un sistema donde el boom mediático es excesivo y donde se cree que esta adquisición de la información lleva al ciudadano a la actualización constante, ¿cómo cribar la información que realmente es veraz, objetiva o crítica?
Hay dos modos de informar por defecto y por exceso. En una dictadura, por ejemplo, se hace por defecto, se prohíbe que se diga una cosa u otra. En cambio, ahora se tapa lo bueno con lo malo, lo verdadero con lo falso, e incluso, la actitud que existe en la legislación actual permite engañar y mentir. Esto qué provoca en el ciudadano, que no sepa diferenciar la verdad de la mentira, y no saber diferenciar la verdad de la mentira, tiene la misma eficacia que la censura. De hecho, una verdad que se tapa con mentiras acaba siendo igual que una censura que prohíbe su difusión. El sistema que se utiliza ahora trata de poner mucho ruido, mucha paja, una sobredosis de información inútil y absurda que acaba teniéndonos desinformados.

¿Pero cómo se puede advertir al ciudadano de ese proceso?
Para advertir al ciudadano de la desinformación de los medios hay que decirle que es mucho más laborioso vivir en democracia que en dictadura. El ciudadano democrático y participativo tiene una tarea muy laboriosa. Si una información le interesa tiene que ver en qué medios se difunden, si hay fuentes especializadas, etcétera, no limitarte a la mirada de los medios de comunicación. La democracia consiste en no dejar que hagan otros las cosas por mí. En cambio, en la dictadura lo hacen siempre todo por ti. La democracia no se ha inventado para que nadie te resuelva los problemas sino para que tú puedas ser participe de ella. El modelo consumista de mercado ha creado un modelo de ciudadano que ve en la democracia un sistema donde delegar obligaciones y responsabilidades en los demás.

¿A quién podemos exigir responsabilidades en un sistema donde gobierno, empresas y medios son responsables?
En una democracia, la responsabilidad se la exigimos a quien realiza las leyes. ¿Por qué en estos momentos pensamos que los gobiernos no tienen ninguna responsabilidad en la adecuada información de la gente? Esto no es así. El derecho a la información y, veraz, está en la Declaración Universal de los Derechos Humanos y en nuestra Constitución. Por ello, sí que podemos exigir responsabilidades a nuestros gobernantes y legisladores. El problema es que pensamos que cuando ya no es el mercado quien soluciona ese problema, ya no hay nadie que pueda hacerlo. En democracia, la ciudadanía organizada con su parlamento debe exigir la veracidad de la información, unos medios plurales, que los periodistas puedan mantener su integridad deontológica y no depender de un despido. Todas estas cuestiones se tienen que resolver con legislaciones.

Aprovechando el boom mediático organizado alrededor de ‘burka sí, burka no’, ¿qué tratamiento dan los medios de Oriente?
En uno de mis libros, traté la criminalización del Islam en los medios de comunicación, cómo se fundía árabe-musulmán-islamista. Es decir, el árabe acaba siendo musulmán, el musulmán islamista, y el islamista acaba siendo terrorista. Todo esto en mi opinión es motivo penal. Es decir, el medio de comunicación, que establece esos paralelismos, ha permitido la criminalización del Islam con total impunidad. El debate del burka es un discurso desviacionista, pues, no tiene sentido debatir en España de una prenda que no se ha visto. De hecho, yo creo que uno de los mecanismos de desinformación es poner en la agenda noticiosa debates y discusiones que no tienen nada que ver con los problemas de la gente o trascendentes del país. Por ello, es importante ver cómo los medios siempre logran crearte una opinión y decidir qué es lo importante.

¿Cómo pueden escapar los periodistas a esta vorágine de los medios en su afán “desinformativo”?
No puede existir un periodismo decente y honesto en el marco laboral actual. Aquí es absurdo hablar del marco deontológico o principios éticos cuando por encima del periodista hay alguien que le dice cómo debe escribir esto u otro. Esta es la ética del empresario, ya que, el periodista no puede elegir una imagen u otra en el marco de una noticia así como el tratamiento de la misma. No vale la pena hablar de ética periodística pues lo que manda es quién te va a contratar o no.

¿Qué les propone a estos profesionales?
Yo no puedo decir a esos periodistas que trabajan en los medios que yo tanto crítico que abandonen todo y se marchen al monte o se dediquen a un periodismo alternativo, pues, les estoy diciendo que dejen de sobrevivir. Al menos, sí les quiero transmitir que están en deuda, ya que, el periodismo que están haciendo no es lícito y, por tanto, están en deuda con la sociedad. De hecho, podrían optar en su tiempo libre en hacer un periodismo más equitativo, plural y democrático. Esto no es nada nuevo, lo hacen ya muchas profesiones un biólogo que trabaja en una multinacional de conservas y esta muy preocupado por las ballenas pues dedica su tiempo libre trabaja para una asociación ecologista. Es decir, tenemos que saber que hay una parte de nuestra capacidad nuestro conocimiento que lo tenemos que desarrollar en un marco laboral que no es el nuestro lo que te da de comer no es el periodismo más acertado pero luego aprovecha esa profesión que te gusta para desarrollarla en un marco más justo y más ético.

Carlos Juan Juan

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