Utrecht, ciudad mimada de los Países Bajos

Quienes la visitan quedan prendados por la belleza y majestuosidad de su centro histórico. Los holandeses la prefieren por su armonía y hospitalidad y, por supuesto, por ser la cuna de tesoros arquitectónicos. Todo ello hace que en el momento que pisas tierras holandesas Utrecht sea un destino obligatorio que visitar, por ser una de las ciudades más bonitas e importantes de los Países Bajos.

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Lo primero que observas cuando aterrizas allí es la Torre Dom, situada de forma céntrica, casi estratégica,  armonizando el paisaje. Se trata de la torre más alta y longeva de Holanda, construida en el año 1.300, que se ha convertido en el principal símbolo, cuyos latidos marcan el paso de la ciudad holandesa, al son de sus trece campanas que pesan entre 400 y 8.200 kilogramos.

 

Abierta al público, ofrece una vista privilegiada de sus alrededores. Enmarca un paisaje digno de fotografiar que deja tras de sí la imagen de otros campanarios como Montfoort, Woerden, Oudewater,  incluso con esmero se puede llegar a  divisar un atisbo de Ámsterdam. Y, desde las alturas, vislumbrar auténticas reliquias de tiempos remotos, que te transportan a momentos únicos e históricos que se vivieron en los canales de la ciudad.

 

Y es que Utrecht aúna el pasado y el presente en sus conocidos canales. La orilla acoge comercios y decenas de bares, siendo el punto de encuentro para habitantes, turistas y estudiantes de la universidad. Espacios como el jardín oculto, que aguarda la catedral en su patio interior, son la prueba más evidente de esta combinación de naturaleza y paisaje urbano.

 

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El claustro de la iglesia de Dom es uno de los mejores patios construidos en los Países Bajos y una delicia para los ojos de sus visitantes, que atesoran cada rincón coronado por la fuente que sostiene la escultura de bronce del que fue sacerdote de la iglesia, Hugo Wstinc. Un laberinto para perderse, donde los foráneos recorren con sigilo su pedregoso camino, imaginando quién estuvo allí antes.

 

Otro jardín que no pasa desapercibido es Oude Hortus. Cuando pisas su frondosa hierba casi se te olvida dónde estás. Tras muchos años, el histórico jardín botánico se ha transformado en un museo, que forma parte de la universidad. Un paraje natural idílico, compuesto por varias parcelas, para disfrutar de sus plantas y flores exóticas, entre las que destaca el ejemplar Gingko biloba, de la noguera japonesa más antigua de Europa.

 

Canales y gastronomía

Otro ángulo interesante para conocer la ciudad es recorrer sus canales antiguos y modernos, increíblemente románticos, en barca. Entre los más pintorescos, los residentes recomiendan visitar el canal arbolado de Oudegracht y Nieuwegracht. Desde el agua puedes admirar los palacios y las fachadas monumentales que visten Utrecht de principio a fin.

 

Desde el prisma gastronómico, no podemos obviar la cantidad de establecimientos de los que dispone. Nada más llegar te encuentras con un callejón principal, que aglutina tiendas de souvenirs y numerosos bares, con la más variada oferta gastronómica. La estrecha calzada se cubre del olor que desprende el pan de pita, la sopa de guisantes, las albóndigas, los mejillones, las patatas fritas y las pizzas. Desde comida griega hasta platos típicos de Italia o cualquier otra zona geográfica, por su carácter internacional, pasando por los fogones puramente holandeses.

 

Por no hablar de las numerosas heladerías que copan las calles de la ciudad y los garitos decorados de forma sublime, donde se puede tomar un refresco o apertivo a la orilla del canal. Un conjunto de placeres que hacen de Utrecht un destino necesario.


@In_Gabarda

Inma Gabarda

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