La feria de la Mercè de Barcelona ha dejado un fin de semana para la historia en la plaza de toros Monumental. Hasta la Ciudad Condal se desplazó 360gradospress para dar cuenta de los momentos más interesantes. Morante, El Juli, Manzanares, José Tomás, Juan Mora, Serafín Marín y los toros de Núñez del Cuvillo y de El Pilar fueron los ocho protagonistas de dos días vibrantes de tauromaquia.
Cartel de lujoel que había programado para el 24 de septiembre en La Monumental deBarcelona. Nada más y nada menos que Morante de la Puebla, El Juli yManzanares, con toros de Núñez del Cuvillo. La tarde empezó con el acompañamientomusical de Els Segadors, gritos de Libertad, libertad y aplausos ensordecedoresa los tres diestros y a sus correspondientes cuadrillas, todos ellos obligadosa saludar tan calurosa ovación.
Morante de la Puebla de azabache e hiloblanco- se topó con un primer toro desclasado y a menos con el que tan sólopudo gustarse en una bellísimas verónicas y chicuelitas de lo más sentidas;sólo instantes en tandas cortas, pero de los que dejan sabor a toreo caro. Y enel segundo de su lote, se armó la bronca monumental, pues el sevillano no vioclaro a su oponente, que sin ser un gran toro, fue un animal con cierta chispa.
Y si monumentalfue la bronca, los pitos y los insultos, monumental fue también la gallardía yel amor propio que sacó luego, aunque algunos incrédulos no intuyeran queMorante no se iba a ir así de Barcelona. Se desquitó en el sobrero que regaló yal que lidió descalzo, puso banderillas e invitó a hacer lo mismo a sus doscompañeros, genialidades del maestro, ocurrencias, según se quiera llamar. Peroqué ocurrencias y qué genialidades.
Con el capote,soñó el toreo y nos lo hizo soñar con unaserie de verónicas tan lentas, tan sentidas, tan bien rematadas y con unasmuñecas tan bien engrasadas que ¿por qué no decirlo? Sentó cátedra con la capa.¿Y en la muleta? Más de lo mismo. Los naturales, eternos y los molinetes comopocas veces se ven: quedándose pegado a las costillas del burel, sin buscar lasalida. Inspiración, belleza, sentimiento, temple, naturalidad, calificativosque no alcanzan para describir una faena rematada con media estocada y premiadacon dos orejas. Asustó Morante al respetable, pues más de uno sintió emocionesque muy probablemente no sabíamos que éramos capaces de sentirlas.
No se quedóatrás El Juli, que consiguió dos apéndices de un ejemplar enrazado y con el quese lució desde el principio con lances a la verónica ceñidos y mucha calidad.Ya en la muleta, el madrileño con mando en plaza se gustó con una serie detandas de mucho calado, basadas en el poderío y el dominio. Un estoconazocertero rubricó una aclamada faena. Dio una vuelta al ruedo con la señera deCataluña, una vuelta acompañada de gritos de libertad, libertad. En el quintovolvió a demostrar su capacidad dominadora, pero no tan compacta como laanterior. Oreja por tanto para una faena rubricada con una estocada certera.
Y Manzanaresresultó ser el triunfador numérico de la jornada, con cuatro trofeos en elesportón. En el tercer animal, hizo las delicias del público con lances a laverónica y chicuelitas que fueron, directamente, un cartel de toros. Luego, enla muleta, lo bordó con naturales tan largos que parecían no acabar nunca, ylos pases de pecho -acompañados de la expresividad del alicantino- fueroneternos. La estocada, como viene siendo habitual en él, recibiendo. En el sextonuevamente deslumbró por su temple con el capote en una faena con quite delperdón de Morante incluido. El buen gusto y la expresividad que imprime elalicantino volvieron a desencadenar un trasteo que se recordará durante muchotiempo. Mató recibiendo y le concedieron otras dos orejas.
Así que puertagrande para Morante, El Juli y Manzanares en este primer festejo de la feria deLa Mercé en la Monumental deBarcelona.
Sentimientos taurinos
En locorrespondiente al 25 de septiembre, hay que reconocer que afloraron lossentimientos más taurinos de todos los asistentes a este último festejo en La Monumental. Empezócon una calurosa ovación para los tres toreros, Juan Mora, José Tomás y SerafínMarín, y sus correspondientes cuadrillas.
Abrió plazaJuan Mora, sin duda, en su mejor versión, con la planta estática con el capote,sintiéndose en cada lance, viviéndolo. Y con la muleta, lo que cada vez se vemenos: la fidelidad a los patrones del toreo más clásico y más profundo. Unospases que no han sido tan cantados, pero de mucha calidad. Y para enmarcar, eljuego de muñecas y el pase del desprecio. De hecho, el diestro hubiese tocadopelo de no marrar con los aceros. En el segundo astado de El Pilar, un toro conmenos brío, poco pudo hacer, pues no acabó de romper. Aún con todo, sí dejódestellos de toreo puro. Fue ovacionado en ambas labores.
Catafalco y oro
Y con él llegóel lío, con José Tomás. Desde luego, a más alto nivel. Se nota que poco a poco,vuelve a coger el pulso a su trayectoria. Así que no será de extrañar que en lapróxima temporada volvamos a disfrutar con el mejor José Tomás. De todos modos,el aperitivo fue interesante. Sobre todo con el capote volvimos a ver a esetorero dispuesto y ambicioso a la hora de salir a hacer quites. Se gustó conbellas verónicas y unos delantales que bien valen un cartel de toros. Con lamuleta, lo bordó al natural, enganchando al animal sin dejar que le tocara latela, la profundidad fue la base de una faena premiada con dos orejas. En elcuarto de la tarde, no obtuvo ningún trofeo por su fallo en la suerte suprema,pero ejecutó un trasteo más técnico ante un ejemplar con poca fuerza. Empezó lafaena brindándola al respetable y la acabó en el centro del ruedo con un gestode ovación hacia el público. El apunte, su vestido, de catafalco y oro. ¿Habíaun color más adecuado para ese día?
Cerraba latarde el catalán Serafín Marín, que lució un capote con una cabeza de toro enel centro y en que ponía Libertad. No tuvo suerte en su primer oponente y noobtuvo ningún apéndice. Pero al último, lo desorejó. Empezó de lo másvoluntarioso con el capote obra de la diseñadora del cartel especial de lacorrida-, entrega, toda la del mundo por sus paisanos. Con la muleta, tardó másen acoplarse, pero acabó aprovechando el buen pitón derecho del burel. Faenarematada con una buena estocada que le permitió salir a hombros.
No obstante,pese a que Juan Mora no obtuvo trofeos, acompañó a sus compañeros por la puertagrande, sólo por su primer trasteo, merecida.
Ahora ya sóloqueda el silencio en una plaza que rugirá siempre al compás de los olés y losgritos de libertad más sentidos de la historia de La Monumental, los delpasado fin de semana.
POSDATA: Nohemos encontrado palabras para calificar tanta emoción y la conclusión es queno las hay. ¡Podemos contarlo, pero había que vivirlo para sentirlo!
Estefanía G. Asensi