Al calor del método canguro

Entramos a la Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales del Hospital Universitario La Fe de Valencia para conocer de primera mano qué es el método canguro y sus beneficios, tanto para los bebés prematuros y de bajo peso como para sus padres.

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En un entorno hospitalario donde la tecnología es puntera, suenan pitidos de monitores y se aplican protocolos y ciencia constantemente, existe una práctica utilizada en las Unidades de Cuidados Intensivos Neonatales (UCIN) que humaniza el ambiente: el método canguro. Basada en el contacto piel con piel entre el prematuro y sus padres, esta técnica consiste en sacar al bebé de la incubadora y colocarlo en el pecho desnudo de la madre o el padre, quien lo arropa con su camisa, con una manta y con su propio calor.

 

De hecho, uno de los puntos fuertes es el control de temperatura del niño que ha llegado demasiado pronto a este mundo, sus órganos son todavía inmaduros y, por tanto, le faltan herramientas para enfrentarse a la vida. Lo confirma María José Ángel, supervisora de la UCIN del Hospital Universitario La Fe de Valencia. Esta práctica supone “un refuerzo muy positivo para los bebés, pues los niveles de saturación aumentan y el nivel de oxigenación es mucho mejor”, asegura. No todos los niños prematuros se pueden coger y mucho menos sacar de la incubadora. Depende de su estado, explica la supervisora Ángel, pues “un bebé que ha sido sometido a una intervención quirúrgica recientemente no puede salir ni tampoco si está con ventilación de alta frecuencia”.

 

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En todo caso, más allá de los efectos fisiológicos positivos en el niño, “también es una oportunidad de comunicación, pues refuerza el vínculo afectivo entre la madre o el padre y su hijo y se eliminan barreras entre ellos”, explica Celia Padilla, enfermera en esta Unidad. Además, “si son primerizos, suelen tomar más conciencia de la paternidad y favorece que se sientan más autónomos y capaces”.

 

A pesar de que en algunos casos haya que esperar para abrazarlos, cuando ese momento llega, se produce la magia. O, lo que es lo mismo, se fortalece el lazo afectivo paternofilial, que siempre quedará cojo al intentar explicarlo sólo con palabras. María José Mesado se emociona al recordar cómo fue su iniciación con el método y su marido Víctor, también. Cuando esta mamá cogió a su pequeña por primera vez habían pasado veinte días desde su nacimiento. “Me dijeron que podía hacerlo y no me lo esperaba. No iba preparada con la ropa adecuada, así que me fui a comprarme una camisa rápidamente. Fue muy emocionante.” Mientras lo rememora se le entrecortan las palabras.

 

“La enfermera la puso en mi pecho y la sentí conmigo, muy unida a mí otra vez, como cuando la llevaba en mi vientre, notaba su calorcito, sus movimientos. Era como estar embarazada de nuevo. Le hablaba y le cantaba nanas”. Su niña tiene ahora siete meses y unos ojos grandes y despiertos. “Me cuesta creer que cuando nació pesara sólo 735 gramos y midiera 33 centímetros. Era diminuta”, cuenta esta madre. Que la pequeña recibiera el nombre de Alazne (que significa “Milagro” en vasco) no es casualidad.

 

Pasos previos

Poner en práctica el método canguro no es tan sencillo. Es necesario preparar al prematuro antes de sacarlo de la incubadora. “Los bebés llevan vías, sondas y se sacan entre dos profesionales para comprobar que la situación es adecuada, que las constantes están bien, que los cables no queden tirantes y que todo permanezca conectado como corresponde”, señala la supervisora. Además, “hay que acomodar al niño correctamente para que esté en una posición de confort. Eso es fundamental”. Por ello, y para que el método sea efectivo, se recomienda a los padres tener a sus hijos durante al menos una hora. La relajación que se consigue gracias a este método es tal “que, a veces, se quedan dormidos durante horas”, asegura la enfermera Rosario Ros. “Respiras mucha tranquilidad y mucha paz”, dice Mesado. De hecho, Ros confirma que “cuando el neonato está en el pecho disminuye su estrés”. Y, cuando se trata de la madre, esta técnica “estimula la producción de leche materna”.

 

A los progenitores, no obstante, también hay que prepararlos. “Estos niños pueden hacer apneas cuando los tienen cogidos y, al principio, los padres se asustan mucho, lógico. Pero les enseñamos a cómo tienen que estimular a sus hijos”, mantiene María José Ángel, quien añade que la enfermera “tiene que estar todo el rato cerca y vigilante”.

 

Mesado confiesa que el primer día que probó este sistema sintió miedo “por si podía lastimar a esa personita tan pequeña o perjudicarla en algo sin querer”. En ese sentido destaca otro de los beneficios del método canguro, como es que los padres “pierdan un poco el temor a la situación, pues no saben bien qué ocurre con sus bebés prematuros y tienen miedo. Va muy bien esta técnica; también porque se relacionan con nosotros, el personal sanitario, y comprenden mejor cómo funciona esta Unidad”, insiste la supervisora de la UCIN del Hospital La Fe.

 

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Cerca de la supervisora está Raquel Galiano, que tiene en su pecho, tapado con una manta, a su pequeño Thiago, mellizo de Ares. Esta joven madre cuenta pausada que sus bebés la conocen y la miran: “Noto que saben quién soy”. No es una percepción subjetiva. “El niño sabe que se acerca su madre. Ha estado dentro de ella. Reconocen su voz y su olor. Es curioso, pero lo saben”, asegura Ángel. “Cuando pasa algo de tiempo y el bebé está más estable, se acerca la madre, le habla y el niño está más tranquilo, sabe que es ella y la busca. Igual que cuando lo colocas en el pecho intenta chupar para mamar. Es muy curioso verlo y muy bonito”. Mesado está convencida de que “sentir que sus papás estaban cerca ayudó a Alazne para que ella hoy esté aquí”.

 

El método canguro tiene su origen en Bogotá (Colombia), cuando a principio de los años ochenta el doctor Edgar Rey quiso combatir la alta tasa de mortalidad de la época en bebés prematuros y la falta de incubadoras. En la actualidad es una práctica habitual, aunque “es necesaria más divulgación al respecto”, opina la enfermera Rosario Ros. Por ello decidió abrir un blog, Cuidando Neonatos, donde recopila información útil vinculada al mundo de los bebés prematuros. Ros no quiere dejar pasar la oportunidad de recomendar este método siempre que sea posible y Celia Padilla añade que “dados sus beneficios, puede contribuir a que el tiempo de estancia hospitalaria se reduzca”.

 

Después de tres meses en La Fe de Valencia, Alazne entró por primera vez en su casa, acompañada de sus padres y su hermano Víctor, de cuatro años. “Creí que no llegaría ese día, pero llegó”, dice su madre. 


@Lorena_Padilla

David Casas

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