Un festival para los sentidos: la banda sonora para la historia de Montreal

La primera sensación al llegar al centro de Montreal es la de habernos convertido en unos invitados más de esta fiesta que supone el aniversario de los 375 años de la fundación de la ciudad. Vistos desde los ojos de la vieja Europa, este cumpleaños se nos antoja adolescente y aún así, es inevitable dejarse sorprender por cada uno de los detalles que llenan la ciudad. Empiezan a despertarse nuestros sentidos en un viaje que, como cuando partimos hacia lo desconocido, mezcla en el equipaje la incertidumbre, la excitación, pero también esa melancolía dolorosa del descubrimiento.

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Acercarse al corazón de la ciudad más cosmopolita de la región quebequesa debería ser un ejercicio en el que abrirse a esa memoria histórica fundamental para entender, especialmente en este año de conmemoración, esos valores tan laureados del pueblo canadiense de multiculturalidad, diversidad, integración. Una memoria por la que se sigue, no obstante, luchando y que se erige en bandera no solo de las decisiones puramente políticas sino también desde lo social, obviamente y, especialmente, desde el plano más puramente artístico y cultural. Y hemos llegado hasta aquí gracias a que antes de que franceses e ingleses pugnaran por la conquista, los pueblos autóctonos ya habían establecido sus primeros asentamientos junto a la orilla del Río San Lorenzo, en Hochelaga. Esa riqueza única subyace en cada uno de los actos que estos días ejercen de puentes entre las distintas culturas y que se celebra en el Festival de la Presencia Autóctona, que se acerca ya a la treintena y que reúne en esta 27ª edición música, cine, danza, poesía, teatro, escultura, pintura y hasta interpretación.

 

Las pulseras rosas del popular festival de música Osheaga invaden la ciudad. Muchos se han dejado llevar por “eso” que suena en el corazón del Quartier des Spectacles. Quizás no sacrifiquen el cartel sobresaliente de este año pero, junto con muchos otros curiosos, turistas y paseantes como nosotros, se detienen y se dejan envolver por los sonidos, los ritmos, la música del pow-wow, ese encuentro que reúne a distintos pueblos nativos y que ha tomado la Place des Festivals, ese corazón sagrado conquistado desde hace años por la música de Festivales como el imprescindible Internacional de Jazz o de Les Francofolies, rebautizado con su nombre autóctono, Makusham.

 

Una parada de 375 años de historia

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En Makusham tenemos esa parada obligatoria, ese viaje por los 375 años no se entendería si no acampamos aquí, en esta fiesta de la cultura indígena. Este año la música se hace la reina de la plaza para ofrecernos un recorrido desde lo tradicional a lo experimental. El ritmo de los tambores de los Buffalo Hat Singers marcan el paso de las danzas de guerra y paz, de la lluvia o del humo. Todo tiene sentido cuando las grandes marionetas articuladas representando a los dioses Ioskeha y Tawiscara representan el Gran Juego de la Creación. Nos abrimos a otra manera de entender el mundo: vamos haciendo esa inmersión hacia lo que se siente, hacia la cosmovisión de los pueblos tal y como la entienden cada una de las comunidades nativas originarias que se reúnen aquí.

 

Y si desde ese sonido amerindio saltamos a los platos de DJ Ziibiwan o DJ XS7, a los sonidos de Silla + Rise, Matiu, OktoEcho, el auspicio de Musique Nomade en el espectáculo de Nikamotan MTL… ¿quién es capaz de ponerle la etiqueta a la música?¿Quién puede decir a qué suenan los pueblos indígenas? Más que nunca, aquí en Montreal, podemos hablar de un lenguaje universal. Podemos conocer la historia a través de las letras, como las que canta Samian, un icono de artista indígena que estos días comparte dentro del Festival de la Presencia Autóctona ese camino que le lleva del rap a la escena pasando por la fotografía.

 

Una visión global en la que se ha visto también apoyado por otros músicos, que le han acompañado en la escena, y que siguen sacándonos a agitar estos cuerpos a los que nos hemos visto atrapados por la magia de esta Plaza de Makusham: Loco Locass, Karim Diouf, Shauit, Queen Ka, Nomadic Massive, Tomas Jensen…

 

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La versión musical ‘más conveniente’

Música, memoria histórica. Memoria histórica y música. Desde Makusham a la pantalla para entender un capítulo olvidado en esa historia de la música que, como suele ocurrir, se ha escrito teniendo en cuenta solo una versión o la versión más conveniente. Hasta que llegó Rumble. The Indians who rocked the world”, el documental de Catherine Bainbridge y Alfonso Maiorana, para contarnos, después de ganar en el Festival de Cine de Sundance, cómo los músicos nativo americanos han sido determinantes en las bandas sonoras de nuestras vidas y cómo han influido en la cultura popular.

 

Montreal no se entiende sin la cultura de los Primeros Pueblos. Canadá no se entiende sin esa diversidad. Queda mucho por hacer para avanzar en la integración de esos pueblos, en derribar las últimas barreras, en reconocer esos derechos de una vez, en interiorizar esa memoria trascendental. Queda mucho pero, al mismo tiempo, hay mucho más que aprender y aprehender en esta inmersión canadiense. Un imprescindible para todo visitante, espectador, lector, que se quiera acercar de una manera diferente, y única, a esta otra cultura del norte por explorar. Mientras tanto, subamos el volumen y dejémonos llevar por la música.


@mariagomez

Algunas canciones para esa playlist:
Samian: https://youtu.be/0lkwu4kh20g
Samian + Loco Locass: https://youtu.be/0lkwu4kh20g
Loco Locass: https://youtu.be/heU7-U6lEuQ
Shauit: https://youtu.be/JGRu3sEd41c

 

María Gómez

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