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Hasta la introducción de las lámparas eléctricas en las casas y espacios públicos de medio mundo, las de queroseno, desde su invención a mediados del XIX, constituían la forma más sofisticada y eficiente de iluminarse.
Sin embargo, en muchas zonas rurales de África y de Latinoamérica, a día de hoy, continúa siendo la herramienta principal para conseguir este fin cuando el sol cae. Y no porque sea el más barato, sino porque es el único al que tienen acceso.
Un método que, además, es perjudicial para la salud de quienes lo utilizan, ya que el gasóleo provoca problemas respiratorios y visuales, así como posibles quemaduras, debido a su uso en el interior de casas fáciles de incendiar. Además, es pernicioso para el medioambiente a causa del carbón negro que emiten las lámparas de queroseno, en cantidades 20 veces superiores de lo que antes se creía y que participan del calentamiento global, según un estudio realizado por científicos de la Universidades de Illinois y de California (Berkeley).
Pero iniciativas mundiales están tratando en los últimos años de introducir herramientas mucho más beneficiosas y accesibles para la mejora de esta situación. Es el caso de las lámparas solares, que hacen uso de la luz natural para generar electricidad de manera limpia, económica y ecológica.
Entre estos proyectos destacan los de la asociación GOGLA, Lighting Africa, D.Light y Greenlight Planet, que llevan más de una década acercando las energías renovables a continentes como África para abastecer a los países más pobres.
Aunque las linternas solares tienen limitaciones. “Han sido una solución útil para ayudar a familias de muy bajos ingresos a hacer una transición inicial desde el queroseno y mejorar su salud, así como para crear empleo neto, pero son un producto básico y, como máximo, pueden cargar un teléfono móvil y proporcionar algo de luz. Por lo tanto, no son suficientes para aportar un acceso ‘completo’ a la energía”, valora Richenda Van Leeuwen (@VanLeeuwenR), experta en acceso energético y soluciones renovables en Rocky Mountain Institute (Colorado, EE. UU).
La mayoría de las iniciativas que han introducido lámparas solares en países pobres han dado la posibilidad a los hogares de adquirir esta renovable a través de los pagos de dinero móvil PAYG (‘Pay As You Go’), que permiten a los clientes de bajos ingresos (pero no a los más pobres, al requerir de una tarifa mínima) tener un sistema que proporciona energía adicional (para ventiladores, televisores, etc.), así como iluminación básica y capacidad de carga de teléfonos móviles.
Otros proyectos, en cambio, han recurrido al uso de microfinanzas y bancos agrícolas para apoyar las compras de sistemas solares domésticos. Es el caso de SELCO, con sede en Bangalore, India, que nunca se ha centrado en las linternas solares como parte principal de su cartera, sino que “ha desarrollado condiciones financieras favorables para que los clientes de bajos recursos puedan pagar uno o dos sistemas de iluminación donde el desembolso coincida con el flujo económico del hogar”, según indica Van Leeuwen.
Por su parte, instituciones como Rocky Mountain Institute (RMI) se están centrando en minirredes híbridas de energías renovables (solares, de batería y, en ocasiones, un pequeño grupo electrógeno diésel) y están trabajando para reducir el costo de su instalación en varios países de África. Ello se traduce en la provisión de estas herramientas a nivel comunitario en sistemas mucho más grandes que los domésticos para ‘alimentar’ la maquinaria agrícola a mayor escala, lo que supondría más ingresos para estimular su desarrollo económico, que crecería en un 40% hasta 2040, según calcula la Agencia Internacional de Energía (AIE).
Una iniciativa española para ayudar al Amazonas
En España una entidad está dando la posibilidad a que los usuarios que compren baterías con productos solares para irse de viaje con su mochila por el mundo ayuden a financiar lámparas solares de familias sin acceso a electricidad en el Amazonas. Se trata de Light Humanity, un proyecto liderado por el ingeniero energético Eugenio Calderón.
Además de una tienda online, la entidad acerca un modelo de puntos de venta locales para poder adquirir los productos en esta área latinoamericana a través de microcréditos, lo que supone un gasto un 50% más económico que con las lámparas de queroseno que todavía se utilizan allí, según indica Calderón. Hasta el momento ya han llevado más de 500 lámparas solares al Amazonas, con lo que están iluminando, poco a poco, las vidas de más de 1.500 personas.