Historias ‘campuseras’

“Con que nos pagaran un viaje a la torre de verdad, ya estaría más que amortizada”. José David es campusero o, lo que es lo mismo, una persona amante de los ordenadores y de todo lo que les rodea, también desde la óptica social que significa poner en común en carne y hueso con gente afín una vez al año esta afición. Su ejemplo es la primera historia que ha recopilado 360gradospress en la XV Campus Party de Valencia (España), junto a otras que, contenidas en el programa de ponencias o resumidas en el día a día del certamen que reúne a cerca de 7.000 personas en la Ciudad de las Artes , han asaltado la supuesta tranquilidad de quienes se enfrentan a las rutinas del encuentro.

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José David es de Murcia, como sus tres socios y amigos que han levantado en el Museo Príncipe Felipe una réplica de la torre Chrysler de Nueva York que contiene los componentes de sus ordenadores. De los cuatro, dos son ingenieros informáticos, uno es electrónico y el otro es químico, quien coincide ser el único en haber visto de cerca el edificio. Forman un clan denominado PLP y sueñan con poder ir a ver la torre en directo, como sueñan en encontrar oportunidades los miles de campuseros que participan en una nueva edición de Campus Party. Emprendedores, visionarios, aficionados a los video-juegos, pero también, y desde el año pasado, actores vinculados al Social Media, a la creatividad en internet y a la innovación desde el punto de vista de las aplicaciones que hacen la vida más fácil a los usuarios de las nuevas tecnologías.

El protagonista de nuestra primera historia se reunió seis horas al día fuera de horario laboral con sus compañeros de aventura durante los últimos tres meses con el objetivo de llegar a tiempo para lucir su arquitectura informática. Una inversión de tiempo y de dinero, dado que levantar en la Campus la réplica de la torre Chrysler les ha supuesto a estos cuatro campuseros 18.000 euros. Con todo, y gracias a la tradición de seis ediciones acumuladas a sus espaldas, los murcianos han conseguido el favor de dos patrocinadores tecnológicos que han aliviado la carga económica.

Modding
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Los socios murcianos ponen en práctica una de las modalidades más llamativas de certámenes como la Campus Party. Se trata del modding, esto es, modificar la estética de los componentes y de las partes de un ordenador como pueden hacer los amantes del tuning con sus coches. De tal modo, que un paseo por las mesas dispuestas en el evento significa toparse de lleno con numerosas formas de dar vida a las torres de ordenador de toda la vida. Desde la de nuestro ejemplo hasta neveras de Coca-Cola reconvertidas en contendor de discos duros y placas base, dragones plateados que esconden en sus entrañas las partes de la computadora y otros ingenios caseros que, junto a las mascotas –este año gana la estética manga-, aportan un colorido extraordinario a la cita.

“En mi casa ya lo saben”
“No es algo que tengamos que repetir todos los años. Es más, ya nos apoyan y nos animan a pasarlo bien porque son conscientes de que es un punto de encuentro con gente a la que sólo ves una vez al año con la excusa de la Campus; en mi casa ya lo saben”. José David añade que lo más difícil “fue explicarles la primera vez a dónde iba con el ordenador”, pero eventos como este cada vez son menos ‘friquis’ o insólitos a los ojos de quienes no están en la onda emprendedora o innovadora vinculada a las nuevas tecnologías.

Creatividad e innovación
Si el año pasado la novedad más llamativa del certamen fue la organización de un área específica de Social Media, vinculada al auge en el uso empresarial de las redes sociales, en esta ocasión ha sido la separación de ambientes de conocimiento de forma más definida gracias a la incorporación de un nuevo espacio a la Campus: el Ágora. Un edificio que encuentra un nuevo uso después de haber servido únicamente para acoger un master 500 de tenis de la ATP en dos ocasiones.

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Las áreas de Social Media (incorporada a la genérica de Creatividad) y la de Innovación, son de las más frecuentadas por los visitantes que no son estrictamente campuseros, es decir, por aquellos que acceden al certamen en jornadas sueltas o los que tienen interés por conocer los avances vinculados a las aplicaciones para empresas, la estrategia comercial asociada a un uso correcto de las redes sociales, talleres para familiarizarse con el 2.0, desarrollo de software específico, ideas emprendedoras de éxito o, sin más, tener una primera toma de contacto con conceptos tan familiares en estos ámbitos como el SEO y el SEM, pero que se alejan de lo que el imaginario colectivo percibe como normal. Lenguajes diferentes a los que se manejan a pie de calle pero que cada día, con el desarrollo e implementación generalizados de internet, llegan a más gente.

Gemma Muñoz se hace llamar @sorprendida en Twitter y es otra de las protagonistas de las historias campuseras de 360gradospress. Ella fue la encargada de impartir una charla en el espacio de Creatividad sobre analítica web. Se trata de encontrar un punto de equilibrio a los esfuerzos que las empresas realizan en internet, en buscadores como Google, de medir su impacto, de saber de dónde procede el tráfico que llega a su página, de entender por qué están más o menos tiempo en su web, o los motivos por los que un consumidor iba a comprar en su sitio y lo terminó haciendo en otro de la competencia. Claves que para los no iniciados ofreció esta analista web (WAF -Web Analyst Friqui-, como se hace llamar en su perfil de Twitter).

Los cuatro ejes que Muñoz ofreció para entender su cometido de analista web se basan en la activación, en la captación, en la conversión y en la retención, todos ellos vinculados a indicadores clave de rendimiento de los sitios web que condicionan la estrategia a acometer continuamente por quien tiene un negocio en internet. En otras conclusiones, Gemma Muñoz, defendió webs de alto rendimiento mejor que “sitios que reciben muchas visitas” o que una empresa “no necesita un analista web para saber cuánto vende, sino para saber por dónde vende y cómo puede vender más”.

El lenguaje de la comida creativa
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Uno de los atractivos de la presente edición de Campus Party estuvo marcado por Ferrán Adrià, el chef más famoso del mundo que ahora, según pudimos comprobar, también da conferencias. Pero, ¿de qué temática?; ¿de innovación?, ¿de internet?, ¿de desarrollo web? Indirectamente, sí, aunque gracias al patrocinador tecnológico (Telefónica) que le llevó al certamen que, según anunció, se encargará de difundir por internet toda la creatividad gastronómica surgente de la Fundación El Bulli.

Con todo, Adrià, del que absorbimos otra historia campusera, habló de lo que sabe: de gastronomía desde su sentido más creativo. En su ponencia, el cocinero de El Bulli compartió los secretos de sus platos desde la óptica del significado que adquiere ese lenguaje para quienes los degustan. Porque, para Adrià, “unos pueden ver una centolla donde otros ven una araña”, la eficacia de un plato está en la sintonía de lenguajes entre quien lo prepara y lo prueba. El chef recurrió a todo tipo de metáforas para intentar trasladar el concepto creativo que aplica a la cocina y lanzó retos en forma de “si quieres dedicarte a la creatividad en tu vida has de hacerte esta pregunta: ¿Quieres sufrir o no quieres sufrir?”.

“Nadie puede dedicarse a la creatividad sin conocer ni ir a Japón. Ellos, por ejemplo, cocinan con el alma”. Aseguró que de pequeño quería ser Johan Cruyff, estudiar empresariales, no le interesaba “un pepino” la cocina y la creatividad no sabía lo que era. Hasta que comenzó a innovar y a trabajar 330 días y 15 horas diarias durante 10 años y convirtió El Bulli “no en el mejor restaurante del mundo, pero sí en el más influyente”.

Historias de Campus, historias de vidas paralelas, alejadas o cercanas. Algunas, no todas. En la Campus siempre hay vida.

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