Lo que hace 30 años se retrataba despectivamente en algunos medios de comunicación como “peste gay” es hoy una enfermedad por la que la mayoría de la sociedad se preocupa menos debido a una inconsciente pérdida de miedo, aunque se siguen detectando miles de nuevos casos al año en nuestro país.
Se hablaba de “grupos de riesgo” y no de “prácticas de riesgo”, por lo que se ponía el foco y se estigmatizaba a homosexuales y a usuarios de drogas intravenosas principalmente. Se utilizaban términos como “contagio” en lugar de “transmisión” o se acuñaban otros despectivos como “peste gay” o “cáncer rosa”. Todo ello “contribuía al rechazo, a la exclusión, a juzgar y a pensar que era algo merecido debido a un modo de vida que no era el normativo“. Así era el panorama que se vislumbraba acerca del VIH y del sida cuando se encendía una televisión o se abría un periódico a finales de los años 80, como cuenta Toni Alba (@sempretoni), secretario de organización del colectivo valenciano de lesbianas, gais, transexuales y bisexuales Lambda (@lambdavalencia). “Las creencias en la sociedad son difíciles de cambiar cuando se apela a cuestiones morales“, apunta.
Cerca de treinta años después las cosas han cambiado ligeramente. Ya no se cometen tantos errores de terminología, ni se habla de ella como una enfermedad que se contagie como un resfriado, ni se hieren sensibilidades de manera tan directa, pero ello se debe a que la mayoría de medios no reservan apenas espacio en sus páginas o en sus programas a esta temática. “El hecho de que el VIH se haya convertido en algo crónico hace que el interés haya disminuido de forma considerable“, sentencia Alba.
Y no se trata esta enfermedad cuando la pérdida del miedo por parte de la sociedad al riesgo que supone y al que está expuesta hace necesarias campañas de prevención que lleguen a las grandes masas. “Se piensa que es algo que se trata con una pastilla y ya está, pero aún hay gente que muere por complicaciones relacionadas con el VIH“, subraya el secretario de organización de Lambda.
Además, el VIH sigue siendo la mayor amenaza para la salud del colectivo LGTB, ya que afecta de manera desproporcionada a los hombres que tienen sexo con otros hombres, a mujeres transexuales y a personas que ejercen la prostitución. Así, según datos epidemiológicos del Ministerio de Sanidad de 2014, se han notificado hasta el momento 3.366 nuevos diagnósticos por VIH. Entre los hombres diagnosticados, los homosexuales y bisexuales, sobre todo entre los 25 y los 34 años, supusieron el 63’6% de los casos que, además, presentan también un 48% de análisis tardíos.
Progresos esperanzadores en el campo de la medicina
“Queda todo por hacer todavía, porque las personas se siguen infectando casi como desde el inicio, por lo que sería conveniente que los centros de salud y los médicos de atención primaria recomendaran las pruebas del VIH a aquellas personas que saben que están en riesgo“, demanda Alba. A pesar de ello, los avances a nivel médico están haciendo que la mirada inconsciente a otro lado de la sociedad y la falta de campañas de prevención no se perciban en la práctica tan “graves” y que la mejora de la calidad de vida de las personas infectadas sea reseñable: de un tratamiento de diez pastillas se ha pasado a uno que combina dos fármacos antirretrovirales, se está investigando una vacuna terapéutica, se está probando en Estados Unidos un tratamiento con células madre para eliminar la infección de SIDA, etc.
Educación sexual para la prevención
Sin embargo, el ámbito médico suele dejar en un segundo plano en su atención las consecuencias emocionales que sufren las personas desde que conocen que son portadoras del virus. Esta noticia puede conducirlas al miedo a ser rechazadas por familiares, amigos y conocidos, a no encontrar pareja e, incluso, a ser discriminadas en el trabajo o en el centro educativo por razones morales y religiosas obsoletas y, con ello, a no contar su situación. “Es necesario un Pacto de Estado que luche contra el estigma y la discriminación, además de otras cuestiones como una educación sexual amplia y de calidad en las escuelas“, denuncia el miembro de Lambda.
“Todavía aquí” para hablar del VIH
Un tema tan aparentemente crudo como es el del VIH y el del sida es el que ha dado vida a la exposición que el artista visual Pepe Miralles (@1pepemiralles) exhibe hasta el 5 de enero en el Centre de Cultura Contemporània OctubRe, en Valencia. El autor recoge más de 20 años de creación en torno a la perspectiva social y personal de estas enfermedades, que no suelen ser “muy bien recibidas dentro de los ámbitos más visibles“, lo que le ha permitido vivir su carrera “sin la presión de vender o ser simpático con los agentes artísticos“, como él mismo señala.
El título de la muestra, “Encara ací/ Still here”, hace referencia a lo que y a quienes continúan “todavía aquí”: “la problemática que se crea alrededor de esta infección, mi trabajo sobre el VIH y el sida, la indiferencia social, las personas afectadas e infectadas, la necesidad de seguir problematizando el VIH, pensando sobre sus consecuencias sociales y, ahora más que nunca, recordar su historia, los primeros años de silencio, los tiempos sin medicación, las muertes cercanas, las primeras terapias y las esperanzas que generaron“, explica Miralles. Todo ello para que nuestro país no rechace seguir teniendo memoria social.
S.C.