Conociendo a Holmes

La profesión de detective privado sigue en el imaginario común como algo misterioso. Los guionistas de Hollywood y Sir Arthur Conan Doyle tienen buena parte de culpa. 360gradospress ha conocido este mundillo de cerca de la mano de toda una institución de la profesión.

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A sus 65 años, Alonso Domenech ha dejado lo de ser detective en una actividad secundaria, tras haberle dedicado 40 años de su vida, aunque reconoce que sigue con el mono de patearse la calle en busca de la información requerida por sus clientes. Ha entregado su licencia, aunque puede realizar todavía trabajos siempre que no sea como detective operativo en la calle. Empezó en esto cuando España todavía no disfrutaba de la democracia. “Con la evolución de la sociedad también lo hizo el trabajo del detective. En los años 70 también era fotoperiodista y se encargaba de realizar informes gráficos para el juzgado. Registraba con su objetivo “asuntos como la exhumación de cadáveres o personas que aparecían muertas en sus casas”. Después, en el juzgado le sugirieron que podría formarse para ser detective estudiando en Madrid. Y lo hizo.

“Los servicios han variado mucho”, explica Domenech. Recuerda cuando todavía el adulterio estaba tipificado en el código penal en España. “Por aquel entonces, lo más habitual era investigar el aduletrio, las bajas fingidas en el trabajo o el absentismo laboral”. Con la llegada de la democracia y los cambios en la legislación, “empezamos a especializarnos, al menos yo, en el contraespionaje industrial. Mi trabajo era la infiltración en empresas. Luego llegaron los nuevos aparatos como los teléfonos inalámbricos y empezamos con las escuchas para ver quién era el malo de la película”. Asimismo, algunas empresas le contrataban porque “llegaba gente nueva con mala reputación y teníamos que ver si eran ludópatas o si bebían demasiado… Después empezó el fraude en los seguros privados”.

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Las tareas a realizar por un detective son de lo más variopintas. Nuestro protagonista recuerda que durante su larga carrera llegó “a estar debajo de una cama cinco horas para descubrir un adulterio y salir luego para hacer las fotografías desde la habitación de al lado”. “Me he despedido de la profesión haciendo un trabajo de infiltración sobre unas niñas menores de edad que estaban prostituyéndose. Sus padres vieron que llevaban una vida muy rara y me contrataron”, explica. También hace poco tuvo que descubrir “a una señora separada a la que el marido le pasaba la manutención para ella y su hijo. Ella estaba trabajando clandestinamente y vivía con otro hombre en el domocilio que tenía otorgado. El marido nos contrató para quitarle la pensión compensatoria. Mi trabajo fue pasar muchos días y horas vigilando y saber qué vehículo tenía el individuo, seguirle, y hacerle las fotos para probar que entraba por la tarde y ya no salía hasta el día siguiente, que vivía allí”.

Mito y realidad
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Sobre lo de dónde queda el mito y dónde la realidad Alonso comenta y bromea al mismo tiempo: “El argumento de la película es cierto, lo que no lo es que el detective lo descubre todo y que es guapo…”. El detective “está y debe estar siempre a la última en tecnología”. Asimismo, añade que “a lo largo de mi profesión no he sido nunca partidario de las armas, aunque hoy en día son necesarias. Cualquiera lleva una pistola, un bate o una navaja. Yo he utilizado más la grabadora y la cámara fotográfica. En mi tiempo, teníamos que usar aparatos como grabadoras de cinta tan grandes casi como un maletín. Los teléfonos eran como un zapato y la más pequeña de las emisoras podía medir un palmo y medio”.

Alonso destaca que ahora las cosas han cambiado: “En un reloj o en un botón llevas una cámara y en un lápiz o un boli, una grabadora. Con el ordenador y con el rayo láser la cámara se pone en marcha y uno no está ni dentro del coche”. También destaca el uso constante de un artilugio tan habitual como el móvil, pues apunta que para el detective es muy útil: “Es una grabadora, cámara de fotos y vídeo…”. Acompañando al uso de diferentes medios Alonso recuerda que el detective debe conocer y tener siempre presente la Constitución “donde se manifiesta el límite entre la vida privada y pública del individuo”.

“Una profesión muy sacrificada”
El vicepresidente del Colegio Oficial de Detectives de la Comunidad Valenciana, Ángel Ripoll, explica que el título universitario de Detective Privado se puede cursar tanto en centros que lo ofrecen como tal o como segundo ciclo de criminología. También vía universidad online. Sobre el interés por la profesión explica que “la gente que viene de la universidad es más o menos la misma todos los años, pero el número de personas que luego acaban haciendo de sus estudios una profesión es mucho menor”. Resalta que se debe a que se acercan a la profesión “como una ficción, cosa muy propia de un televidente y la realidad es que el trabajo de detective es muy pringoso, cansado y sacrificado. Fundamentalmente hacer vigilancias. Es algo que hay gente que no está dispuesta a hacer por el dinero que se está pagando”. El colegio profesional al que representa tiene por objetivo defender los intereses del colectivo y darle representación en todos los estamentos sociales, así como ofrecer un apoyo en el área de la formación. “Realizamos una conferencia cuando encontramos un profesional por ejemplo de investigación de incendios. Además mandamos emails de bibliografía y casos interesantes que se conocen”, apunta. Del mismo modo, una o dos veces al año se organizan jornadas de interés para los detectives.

Óscar Delgado

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