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La imagen del detective privado se ha visto deformada durante décadas por la figura presentada por el cine y la novela policíaca. Fotos: MARGA FERRER

La deconstrucción del detective privado

David Casas
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Cuando pensamos en un detective privado nos lo imaginamos con una gabardina grisácea, gafas de sol, sombrero y la cara oculta tras una cámara fotografía y un buen objetivo. Salvo por el último artículo, esta descripción, más cercana ya a la figura del inspector Gadget y más alejada de Sherlock Holmes, dista mucho de la realidad actual.

Una imagen distorsionada configurada en el ojo de la sociedad por parte, en su gran mayoría, del cine y de la literatura policíaca. “Al detective de ficción se le ha tildado de héroe, en unas ocasiones, y de tirano en otras; a veces como policías frustrados solitarios o incluso corruptos a los que se les ha echado del Cuerpo y que tienen un toque de ingenio en la resolución de un asunto, no por ser detectives, sino por su labor anterior. La nuestra es una profesión vocacional, en la que tienes que realizar tus estudios universitarios específicos en investigación privada y después obtener la preceptiva licencia, si no tienes antecedentes penales”, valora Enrique Hormigo, presidente de la Asociación Profesional de Detectives Privados de España (APDPE).

Esta visión confusa ha llevado también a quienes requieren los servicios de un detective privado a solicitar o a dar por hechas maneras de actuar que irían en contra de su código deontológico e, incluso, de la legalidad. “Es cierto que no tenemos horarios y que a veces es una profesión un poco arriesgada, pero no estamos al margen de la ley y en ocasiones nos piden que pinchemos teléfonos o que instalemos programas espía en ordenadores o cámaras en lugares privados”, indican las responsables de la empresa de detectives y criminólogos ÁBACO.

El trabajo de detective privado ha cambiado mucho en las últimas décadas. Lo principal, es que se ha profesionalizado, gracias a la formación universitaria específica (con excepción de algunos investigadores que provienen del mundo de la seguridad) y a la protección por parte de la ley y de la APDPE. Pero también se ha ampliado el abanico de casos a tratar: de la investigación de infidelidades, por la que a muchos se les denominaba despectivamente ‘huelebraguetas’, al seguimiento de fraudes, bajas laborales, boicots empresariales, usos indebidos de marcas o patentes, deslealtad laboral y sociedades pantalla y la búsqueda de morosos y de patrimonios y de pruebas para aportar ante los Tribunales. Sin olvidar cuestiones familiares que revierten en la economía del contratante como indicios para la modificación de medidas, custodia de hijos, pensión alimenticia, etc.

Algunos asuntos son rutinarios, pero otros han sido verdaderamente complicados para los investigadores privados. Las profesionales de Ábaco recuerdan tener que montar un gran despliegue de medios y de personal en varias ciudades de España, ya que debían conocer el lugar en el que iba a instalarse un investigado, en transporte público, para vivir. U otros casos en los que tuvieron que infiltrarse o hacerse pasar por alguna persona y que son arduos, puesto que les obliga a formarse en disciplinas de toda índole. Una dificultad que puede ir acompañada, como contraposición, de una minuta elevada: entre 40 y 100 euros la hora, dependiendo del tipo de jornada (nocturnidad, días festivos, etc.) y del profesional o de la empresa.

Existe una mayor variedad de casos que se traduce en un aumento considerable de trabajo para los detectives privados y del propio número de profesionales, que en la actualidad ronda los 2.100, según datos del Ministerio de Interior, y más concretamente de mujeres. En la actualidad representan el 20% del total y, como en la mayoría de los empleos, ellas no se han visto exentas de discriminación al tratarse de un ejercicio que durante muchos años ha sido terreno masculino. “Nosotras no hemos sentido discriminación por parte de los compañeros, pero sí de los clientes: hace años no era extraño que un posible contratante se levantase de la silla del despacho al ver que eras una mujer y, además, joven; cuando atendíamos por teléfono pensaban que éramos las secretarias, pero ahora ya no es así”, expresa una de las responsables de Ábaco.

Una profesión idealizada por unos y demonizada por otros, que se aleja de la ficción y que cuenta con condiciones laborales muy cercanas a las de cualquier otro trabajo liberal. Aún así, es inevitable no sucumbir al cine o a la literatura policíaca a la hora de destacar características del detective como el olfato, la inteligencia y la intuición y que se ven reflejadas en la clásica cita de Sherlock Holmes: “no existe nada más engañoso que un hecho evidente”.

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