Atrapado en el ascensor

Se las prometía muy felices nuestro querido Peláez el pasado viernes cuando se preparaba para irse a Valencia a la presentación de un libro para la sección de cultura. Lamentablemente, este humilde plumilla no llegó ni siquiera a salir del edificio del diario en el que trabaja pues su jefe lo encerró en el ascensor por temor a quedarse sin su subordinado favorito.

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PorquePeláez no fue capaz de hacer entender a su superior lo importante que es hacercaso de la realidad y más difícil parece que lo pueda conseguir algún día. Dehecho, el martes el director del periódico de provincias pensaba que era enrealidad médico de familia y el miércoles creyó que la guía turística deZaragoza era la mejor novela que había leído en su vida con genialidades porparte del autor como poner de nombre Pilar a una catedral.


Viernes, 7 de diciembre

 

– ¿Y esa maletita,Peláez?
– ¿Otra vez, jefe? ¡Me voy a Valencia!
– ¿Hoy? Pensé que se iba el viernes.
– Hoy es viernes, jefe.
– Se equivoca, panoli, es lunes.
– No, jefe, ayer fue jueves.
– Fue domingo, cenutrio, que por la tarde me deprimí y perdió el Atleti.
– Que no, pesao…

– ¡Oiga! ¡No seainsolvente!
– Querrá decir insolente…
– ¿Tiene dinero, haciendas, posibles?
– Cero.
– Pues eso.
– Por cierto, necesitaré dinero para el viaje.
– Pídaselo a administración.
– No hay nadie en administración, jefe, los echó.
– Mire qué pena, llega usted tarde.
– Pufff… bueno, me voy.
– No se olvide de visitar el acueducto.
– Está en Segovia, jefe.
– ¿También? ¡Putas franquicias! Ya hay lo mismo en todas partes…
– Adiós, jefe.
– Adiós, Peláez ¡Que aproveche el cochinillo!
– Brrr….

 

 

Lunes, 10 de diciembre

 

– ¿Qué tal porValencia, Peláez?
– Muy gracioso, jefe.
– Lo siento, hijo, no podía dejarle ir.
– Desactivar el ascensor conmigo dentro fue un golpe bajo, jefe.
– Han sido un par de días, hombre, además, le dejé cacahuetes…
– Ya, me muero de sed…
– Y también le di material para trabajar…
– Ya vi las agujas, ya…

– ¿Ha hecho algo?
– Una bufanda, mire…
– ¿Ve? Ha merecido la pena…
– Debería haber ido a Valencia, jefe, era por la cultura.
– La cultura…la cultura… ¿ha desayunado melón hoy?
– No, jefe…
– Pues la cultura es como los melones.
– ¿Por qué?
– No es la época. Y punto.
– ¿Y de qué es la época?
– De tejerme un gorrito con orejeras, que hace un frío que pela.
– Tengo que hacer un reportaje, jefe.
– Como dice el refrán, lo que puedas hacer mañana no lo hagas hoy.
– Es al revés.
– Está bien… tiquismiquis… No hagas hoy lo que puedas hacer mañana.
– Brrr…

 

 

Martes, 11 de diciembre

 

– ¡Peláez!
– ¿Sí, jefe?
– Pase a mi consulta.
– Será a su despacho, jefe…
– ¿No soy médico de familia?
– Me temo que no, jefe, es usted director de periódico provincial.
– ¿Y qué hago con esta bata blanca?
– Se freía unos churros para desayunar.

– Aaaaamigo… Bueno,venga acá.
– ¿Qué quiere?
– Preguntarle una cosina.
– Usted dirá.
– ¿Qué es lo que han ganado ahora los puñeteros culés?
– Nada por ahora, jefe.
– ¿Y qué celebraban ayer en la calle como locos?
– Protestaban por el ataque al catalán, jefe.
– ¿Han atacado a Serrat?
– No, a la lengua.
– ¿Quíén?
– Wert.
– No me suena.
– Mejor para usted, se lo aseguro.
– Está bien, gracias por la información, puede retirarse.
– Adiós, jefe.
– Adiós, paciente. Y ya sabe, una pastilla cada ocho horas.
– Usted no es médico…
– Ya bueno… usted tómese la pastilla por si acaso…
– ¿Pero qué tengo?
– Gripe aviar. ¡Ah! Y nada de pechuga de pollo.
– Lo que usted diga.
– ¡Siguiente!

 

 

Miércoles, 12 de diciembre

 

– Buenos días, jefe.
– Grandes días, Peláez.
– ¿Ah sí? ¿Y a qué se debe tanta felicidad?
– Acabo de leerme una novela genial, Peláez, lo mejor que he leído en muchosaños. Lo único, de hecho.
– ¿Y cuál es?
– Esta… “Zaragoza”.
– Pero jefe…
– Es fantástica, Peláez, la imaginación del autor es desbordante, un genioabsoluto.

– Verá, es que…
– ¿Puede creerse usted que llama a una catedral Pilar? ¡Pilar! ¡Como mi cuñada!Es genial el tío…
– Es real, jefe…
– ¡Eso es! ¡ Es tan bueno que parece real! Y tiene intriga, eh… mire… lospersonajes bailan una danza que llama Jota. ¡Jota! ¿Qué bailes hay que empiecenpor jota? Llevo dándole vueltas toda la noche…
– No es una novela, jefe.
– Es mucho más Peláez, es la gran novela de nuestra era.
– Es una guía…
– Exacto, es una guía espiritual, intelectual y literaria. Es el camino aseguir.
– Lo que usted diga, jefe…
– ¿Y sabe lo mejor?
– No…
– El autor ha sacado otro.
– ¿Ah sí?
– Sí, mire… lo acabo de comprar… “Cáceres”… ¡Qué ganas tengo de devorarlo! Mireeste capítulo. “La torta del Casar”. ¿Qué será eso? ¿Un granhostiazo? Ufff…. Me voy a mi despacho a leer.
– Nunca le había oído decir eso, jefe.
– He tardado en descubrir la novela, es cierto, pero ahora no pararé, Peláez.No pararé.


Los cables de las conversaciones que mantiene Peláez con su jefe (#Pelaezleaks) en la redacción de un periódico de provincias los puedes encontrar a diario en la página oficial en Facebook de 360gradospress.


La foto es de Marga Ferrer

 

Jimmy Entraigües

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