El silencio suele ser la política aplicada sobre esta zona. Mientras, el peligro de la radioactividad permanece activo. Se trata de la región ucraniana de Chernóbil, donde hace 26 años aconteció el accidente nuclear más grave de la historia. La existencia de su población viene marcada por este hecho desde entonces. Así, conscientes de que las nuevas generaciones merecen un futuro saludable, muchas familias envían a sus hijos durante una temporada al extranjero. Esta semana en 360 Grados Press hemos conocido uno de estos casos.
Elséptimo cumpleaños de Olga ha sido totalmente diferente. También, el primerolejos de los suyos. Eso sí, lo ha celebrado como nunca: Diana y José Luís leprepararon una tarta, le entregaron regalos y le cantaron las correspondientescanciones de felicitación. Apenas hacía cinco días que estaba en su casa ydurante este tiempo la pequeña no había parado de repetirles que faltaba pocopara su aniversario, una de las pocas palabras que dominaba en castellano. Apesar de ello, no esperaba esta celebración.
Olgaes uno de los niños que participan en el programa de acogimiento familiar de Juntos por la vida, una fundación quedesde 1995 facilita que muchos jóvenes que viven próximos a la ciudad ucranianade Chernóbil, devastada desde la tragedia nuclear de 1986, y que provienen defamilias con pocos recursos económicos pasen el verano en España.Concretamente, Diana y José Luís colaboran en esta iniciativa desde 2003. “Unos amigos que ya tenían una niña noshablaron del programa y probamos. La verdad es que la experiencia ha sido muy satisfactoria“,comenta él.
Primero,acogieron a un niño, quien llegó con tan solo cinco años y al que han vistocrecer durante ocho veranos. Una vez más mayor, éste no ha continuado en elprograma. Sin embargo, Diana y José Luís sí que siguen participando en elmismo. Así, ahora están al cargo de Olga, para quien es su primera vez enEspaña. “Aunque ya tengas experiencia, elprimer día no sabes qué hacer. Es como volver a empezar. El niño no entiendenada: te dan unas palabras básicas para defenderte, pero pone cara de pókercuando las intentas pronunciar“, explica Diana entre risas.
Másallá del idioma, hacer que estos jóvenes tomen confianza y se sientan cómodoses la principal complicación. “No deja deser una persona extraña en tu casa y nosotros también somos extraños para ella.Por eso, estamos en un tira y afloja hasta que conseguimos que todo seallevadero y que todo cuaje bien“, prosigue esta madre de acogida. Ello debelograrse en los dos meses que dura la estancia estival y, en el caso de Olga,parece que la progresión va por el buen camino: la complicidad compartida conDana y Mar, las hijas de esta pareja, así como los juegos con Lara, sobrina dela misma, reflejan que la pequeña se siente más que a gusto en los primeros 30días con la familia.
Peroel bienestar de Olga también se manifiesta en su salud, objetivo cardinal deeste tipo de programas. Según la OrganizaciónMundial de la Salud (OMS), un mes lejos de la zona contaminada significa que losniños de Chernóbil reduzcan su nivel de radiactividad hasta un 40%, así comoque aumenten su esperanza de vida entre 12 y 18 meses. Además, el acogimientofamiliar les ofrece optar a una alimentación abundante, sana y variada, demanera que pueden aumentar sus defensas y afrontar mejor el duro inviernoucraniano.
Contodo, el esfuerzo de una familia de acogida es muy significativo, pues ésta sehace cargo de todos los aspectos referentes al niño: afectivo, sanitario y, porsupuesto, económico. Porque los gastos del viaje y de la estancia,comprendiendo la posible atención médica que éste pueda precisar, corren acuenta de quienes abren las puertas de su hogar. Por ello, cada caso esanalizado con esmero. “En primer lugar,te hacen una entrevista y te valoran como familia. Si te consideran válido,luego ya puedes decidir si quieres niño o niña y de qué edad, para que puedaadaptarse de la mejor manera posible a tu situación“, expone Diana.
Todosacrificio cobra sentido a lo largo de la experiencia, muy especialmente alfinal. En palabras de José Luís: “Recordarla diferencia entre el día que llegan a casa y el día que se van es la mayorsatisfacción y recompensa“. Por ello, desde el pasado 2003 que esta familiatiene claro que seguirá ayudando a través del programa de Juntos por la vida. Es más, apenas se acaban de conocer y yaesperan que Olga regrese el verano que viene o, incluso, antes, ya que laacogida también puede darse en Navidad.
Sinembargo, aunque es inevitable hacer planes de futuro, todos se centran endisfrutar del presente. Todavía resta un mes hasta que Olga tenga quedespedirse de su familia en España, el que será el momento más difícil paraambas partes. No cabe duda que la maleta de esta pequeña regresará a su origenmucho más cargada de lo que vino, pero será ella misma quien portará el másvalioso equipaje de vuelta: un futuro más próspero y la mejor de las sonrisaspara los suyos.