De profesión, afilador

360gradospress se acerca con Luis a uno de los oficios con más tradición en los barrios de la ciudad

REDACCIÓN, VALENCIA. “¿Ha trabajado poco hoy, no, jefe? Pues sí, con este viento que se ha levantado, pocos encargos”. Desde hace más de 20 años, Luis afila los cuchillos y las tijeras de los vecinos de los barrios colindantes a su municipio, Burjassot (Valencia). “Mi hermano me metió en el oficio y ya tengo mi ruta hecha, en la que me van pidiendo cosas”, explica un afilador al que no le hace falta ni tocar la armónica porque sus fieles, propietarios de restaurantes y particulares, conocen los días y las horas a las que pasa. Suele ser por las mañanas, a la hora en la que abren los negocios. Luis aparca en la acera de cualquier calle su Mobyllete destartalada y ‘tuneada’ para que su motor afónico le dé el impulso que necesitan las dos piedras que utiliza para lijar y afilar, los dos pasos fundamentales de su trabajo artesano.

“Hay que saber cuándo ir por cada zona, ya que nadie te va a pedir cada semana que le afiles los cuchillos, por lo menos deben pasar diez días”, explica Luis mientras se afana en terminar, con el ruido del motor de fondo, las dos tijeras y el cuchillo por los que el dueño de un restaurante ubicado en las inmediaciones de Feria Valencia le pagará cuatro euros. Precisamente, mientras observa cómo Luis realiza su trabajo, el cliente recuerda que “antes los afiladores utilizaban un carrito y una polea que movían con el pie”, algo que Luis ratifica y recuerda que “en la época en la que mi hermano era afilador era sí, ahora ya los hay que van en coche y todo”. Después de estar con la moto encendida sobre las patas de cabra por espacio de unos 20 minutos, y tras comprobar que por este día no iba a rascar nada más en esta zona, Luis recoge los bártulos, se sube a su moto fiel y desaparece entre el tráfico de la ciudad un día entre semana cualquiera.

Óscar Delgado

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