Si se nos llama el cuarto poder es por algo. Desde luego, no porque podamos conseguir imposibles, sino porque el Periodismo es una profesión que asienta los cimientos de la democracia. El periodismo vigila, el periodismo tiene el compromiso de informar cuando un gobierno no actúa correctamente, el periodismo abre los ojos a los ciudadanos, el periodismo nos avisa si el resto de poderes se sobrepasan.
Y para muestra, un escándalo de actualidad: los ya famosos papeles de Bárcenas que publicó el periódico El País. ¿Cómo se ha enterado España de los casos de corrupción? Por la investigación de los medios de comunicación.
El resultado es que cuando los periodistas descubrimos o criticamos unagestión sea de un gobierno, de un partido, de una empresa, etcétera, pasamos aser los malos de la película porque les ahogamos la fiesta. Pues bien, guste ono, ese es nuestro trabajo. Y las críticas pueden y deben hacerse con total profesionalidad, valentía ycompromiso. Ya digo, guste o no a los implicados.
Porque sí, queridos compañeros y queridos lectores, aunque determinadaspersonas e instituciones piensen que sólo servimos para hacer publicidad,difundir y cubrir ruedas de prensa, no es ese nuestro único trabajo. Nuestra laborno es informar tapando los puntos débiles de una empresa o sus desatinos, almenos, a mí no me pagan para eso. Cierto es que muchas veces nos vemosobligados a seguir una línea editorial que nos dificulta nuestra labor, pero enel caso de 360gradospress.com, y se me llena la boca al decirlo, la líneaeditorial es más que clara: dignificar la profesión. Y eso es lo que estaservidora intenta en cada uno de sus artículos: informar y dar voz a aquellosciudadanos que, no lo olvidemos, tienen todo el derecho a estar bieninformados. Ahí es donde radica nuestra fuerza, en que además de altavoces departidos, empresas y personalidades, los medios de comunicación son losaltavoces de los ciudadanos.
Sin embargo, admito que en numerosas ocasiones hay que hacer frente alas barreras que impiden dignificar el periodismo. Me refiero a barreraspropias de ideologías caducas y épocas oscuras en las que las voces debíanestar dormidas. Eso es lo que le gustaría a más de uno y a más de una, pero noes mi trabajo, sino todo lo contrario. De manera que, orgullosa de miprofesión, seguiré intentando, dentro de mis posibilidades, que mi voz siempreesté despierta y sólo se dormirá cuando los lectores lo decidan.
Estefanía G. Asensi