“Me das 300.000 euros o te hundo el negocio”, esa frase la pronunció Luis Pineda, el presidente de Ausbanc a un empresario financiero. O pagas o te hundimos. No es conversación de película. No es el mafioso de la mascota y gabardina que, rodeado de un par de gorilas, entra en una tienda y señala al propietario con un dedo a modo de pistola. Pero se le parece. Él, Luis Pineda, y su amigo de Manos Limpias, Miguel Bernad, ultraderechistas los dos, ya están en la cárcel. Pero al viento quedan muchas cuestiones que cortan como hojas afiladas de cuchillo.
¿Por qué han estado años campando a sus anchas, incluso presumiendo de sus fechorías ante la impunidad de autoridades y jueces?
Estos individuos iban a cara descubierta y hacían “su trabajo” con total impunidad. Todo el mundo conocía el modus actuandi de las organizaciones de Pineda y Bernad. Pero nadie, hasta ahora, pudo o quiso poner freno a tanta tropelía.
En todo este fango quedan muy tocados dos gremios instrumentalizados por esta mafia y que han quedado señalados a fuego y sangre: los abogados y los periodistas.
Los abogados de Manos Limpias servían de verdugos contra los denunciantes/víctimas. Si estos pagaban, se retiraban las denuncias. En el caso contrario, a “jierro”: a desparramar todas las suciedades sobre la sala que algo siempre queda.
Los periodistas de los “medios de comunicación” de Ausbanc servían como perros adiestrados por su amo, que les indicaba los objetivos. Miel para los que por miedo pagaban el tributo y pólvora y difamación para los valientes que no se dejaban amedrentar.
Gobierno y Administración durante años han visto pasear a estos delincuentes de guante blanco y nadie hizo nada por erradicar a estos manos sucias. Ojalá no vuelvan nunca. Nunca.
Foto: Carmen Vela
Lorena Padilla