Por Javier Montes, periodista
El 8 de abril de 1994 la noticia de su muerte dio la vuelta al mundo. Por aquel entonces el manejo de Internet no se había popularizado pero el fallecimiento del líder de Nirvana corrió como la pólvora. El creador del grunge, Kurt Cobain, dejó un poso que aún hoy es recordado por una generación de jóvenes que creció al ritmo de sus canciones, esas que siguen encandilando a millones de oídos de todo el planeta.
Kurt Cobain fue encontrado muerto en su casa de Seattle. Oficialmente fue un suicidio pero existen infinidad de teorías sobre lo que ocurrió en aquel lugar, en parte, por las excentricidades de Courtney Love, su viuda.
Apenas una década después del fallecimiento de Kurt Cobain, el director Gus Van Sant coló en las salas de cine Last Days, un relato ficticio sobre los últimos días del líder de Nirvana. Uno, que tiene vena de periodista de investigación, leyó la sinopsis y pensó que viendo la cinta despejaría algunas dudas sobre la muerte del rey del grunge. Uno tiene vena de periodista de investigación y en más de una ocasión patina con sus audaces decisiones (como es el caso). Elemental.
Michael Pitt interpreta el personaje de Blake (el que debería ser Kurt Cobain pero que no se parece ni en el blanco de los ojos, salvo por esa melena rubia y cuidadamente despeinada). En alguna escena sale Kim Gordon (de Sonic Youth) pero no espere nada de nada. Ni música, ni acción, ni historia, ni nada, sólo aburrimiento a raudales. Ni que decir tiene que la película acaba con la muerte de Kurt Cobain pero no espere ni una sola luz sobre la misma. Sabes que fallece porque aparece una camilla con una sábana y algunos de sus compañeros lloran. ¡Ah! Y porque ves su cuerpo a través de una ventana.
No busque diálogos ni escenas. No busque la película salvo que quiera algo tranquilo para echar una cabezadita. Para eso sí que sirve, se lo aseguro; pero yo me quedo con cualquier disco de Nirvana de fondo, sin dudarlo.
Si realmente la película de Gus Van Sant refleja los últimos días de la vida de Kurt Cobain no me extraña que se suicidara, lo mismo que cualquier espectador que la vea con una escopeta al lado. Menudo tostón.
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