En la Junta de Andalucía, en los estamentos oficiales con el anagrama institucional andaluz, el 8-M será un día marcado con el lápiz rojo de importante. Será el día de la reivindicación de la Igualdad de la Mujer. Máxima prioridad ha ordenado la jefa a su cohorte de pupilos, pupilas, subordinadas y subordinados; andaluces todos. La jefa es Susana Díaz, claro. Lucha por la igualdad entre el hombre y la mujer, que todos somos humanos; que unos nacieron con pene y otras con vagina. Contra el machismo, tolerancia cero. Contra la violencia machista, tolerancia cero.
Un servidor está de acuerdo y lo firma: igualdad absoluta entre el hombre y la mujer, repudio sistemático contra las actitudes machistas; contra aquellos que utilizan la fuerza varonil para imponerse a la inteligencia de la mujer hasta someterla o aniquilarla. A ese tipo de energúmenos, picana eléctrica en sus partes blandas, a la manera de aquellos milicos argentinos tan poco sutiles a la hora de putear al personal, aunque reconozco que en este tipo de escarnios los milicos utilizaban una igualdad demoledora, los muy cabrones.
Lo que a mí me desata es el cinismo y el oportunismo demagógico de los socialistas andaluces (lo digo porque en Andalucía mandan, pero también me refiero a todos los socialistas de este castigadísimo país de flautistas, vividores y tontos aborregados), que se apuntan con vehemencia al carro de la (justa) lucha por la igualdad de derechos entre el hombre y la mujer. Una igualdad que debía ser natural, sin necesidad de llamar a la banda del mirlitón para ponerle música y salir en la foto con las hechuras de un exterminador de ardillas.
Me entristece que esa vehemencia abanderada de la igualdad, no sea solo por la llana y sencillamente IGUALDAD, y que no se utilice en otros ámbitos igualitarios en una comunidad, la andaluza, que es campeona de la DESIGUALDAD y el PARO; campeona de la corrupción y merced a ello vive por los siglos en la cola de los derechos mínimos para sobrevivir de los hombres y mujeres, de los niños y niñas, de los ancianos y ancianas. Porque España y, por encima de todo, Andalucía, sufre la lacra de la desigualdad social más aberrante. Porque en esta parte sur del territorio patrio (incluyo la zona extremeña), se encuentran los ricos más ricos y los pobres más pobres.
Y los desahuciados se multiplican en este trágico baile de la mentira y la manipulación.Hablad de igualdad y de derechos entre hombres y mujeres a un matrimonio de ancianos con una pensión de 600 euros para vivir en este crudo invierno, sin calefacción, sin apenas luz, con la comida justa para llegar a final de mes y seguir dando coletazos. Hablad a un parado/parada de larga duración en la curva final del hastío y el exterminio. Háblales, Susana, de igualdad y de derechos a esta gente. Y luego me dices.
José Manuel García-Otero