Esta road movie sobre relaciones amorosas supuso el mayor éxito del cineasta francés Philippe Garrel. Una película que solo resultará interesante a quienes les guste la esencia del diálogo y la conversación.
El director francés Philippe Garrel, autor de más de unaveintena de películas, acostumbra a realizar sus trabajos de espaldas al granpúblico. Es como si le importara un pepino que su obra sea vista por una o porcien millones de personas. No sé si han visto alguno de sus títulos pero todostienen un denominador común: la desesperación. En El viento de la noche, sutítulo original es Le vent de la nuit (1999), sigue con esa esencia.
Narra lahistoria de Paul (Xavier Beauvois),un joven estudiante de arte que mantiene una relación con Hélène (Catherine Deneuve), una mujer mayor queél, casada y adinerada. Paul viaja a Nápoles y conoce a Serge (Daniel Duval), un arquitecto deprestigioso marcado por el suicidio de su esposa tras el mayo del 68. Entreambos surge una extraña amistad que les lleva a recorrer Europa a bordo de unfantástico Porsche (parece como si la película la hubiera patrocinado la firmaalemana).
Finalmente estos tres protagonistas,casi los únicos de la cinta, se reencuentran en París. Allí se desata lo queuno va imaginando a medida que van pasando los minutos de la película. Unahistoria desgarradora donde el apego a la vida queda relegado a tiempospasados, donde la soledad se instala en los personajes y la frialdad de lasociedad en la mente del espectador.
Dicen que El viento de la noche es unextraordinario ejemplo de cómo se debe jugar con la luz, el maquillaje y losdecorados. Yo me quedo con los diálogos de los protagonistas, siempre profundosy reflexivos aunque quizá hagan la película demasiado lenta y tediosa.
Estefanía Asensi