El miedo que mueve al hombre

El miedo mueve al hombre. Miedo a lo que pasa detrás del muro, miedo a la persona que está en el otro de la puerta porque no sabes si esa persona tiende su mano en señal de amistad o si en la otra mano porta una pistola con la que te quitará la vida. El hombre tiene miedo a lo que no conoce. A veces también tiene miedo de lo que conoce.

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El miedo es una poderosa máquina que mueve el globo terráqueo. Miedo a no tener o miedo a que te quiten lo que posees. Las guerras se han declarado por miedo y miles de personas han muerto en defensa del miedo; tanto miedo en el cuerpo que morirían las veces que fueran necesarias. El miedo es estúpido porque es ignorante.

 

Los poderosos ejercían su poder con el sustento vital del miedo. Tenía razón Hermann Hesse cuando decía: “Se teme a alguien porque a ese alguien (quizás el gobernante) le hemos concedido poder sobre nosotros”. Esa gestión de poder suele ser nociva la mayoría de las veces. El gobernante es tripulante de un barco que lleva como pasajeros al miedo y la codicia: terminará encallando.

 

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El poder se sostiene muchas veces porque manipula sin rubor la ignorancia y el miedo de las personas por saber qué hay más allá del horizonte, detrás de una puerta fría que nunca traspasaron. Miedo a la nada. A un vacío que estremece de pura nada.

 

“De lo que tengo miedo es de tu miedo”, escribió Shakespeare, perseguido por meter toda su ironía en el ojo de los tiranos. Porque la miedosa tiranía esgrime la fuerza para perseguir la inteligencia, su gran enemigo.

 

Estos días, el miedo chorrea sangre y oscuridad. El miedo está clavado en las paredes, pero no sabe que el sol sale también mañana y hoy la gente comienza a ver el otro lado de la puerta. En ese lugar el sol tan solo quema a la mentira y huele a pueblo. Es lo que temen los miedosos.


@butacondelgarci

Foto: Carmen Vela

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