Del dicho al hecho hay un libro de Geografía

Esta semana de ‘vuelta al cole’ no sólo ponemos a prueba algunos conocimientos de Geografía, sino también ciertos dichos populares que gozan de amplia aceptación, pero no siempre son ciertos.

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Si hay una estrategia realmente efectiva para que una afirmación –sea la que sea- se dé por buena sin cuestionarla –o no cuestionarla demasiado-, ésa es la que pasa por extenderla lo máximo posible hasta que penetre en la capa de la sabiduría popular que la protege de la verdad a base de repetirla una y otra vez. Con esta estrategia se le ha metido más de un gol a la Geografía, pues no son pocos los dichos relacionados con la materia que gozan de aceptación, pero carecen de certeza. Para desenmascarar algunos de ellos, hablamos con Enrique Montón, profesor de Geografía en la Universidad Jaume I de Castellón.

 

Veamos, pregunta: ¿Cuál es el cabo más occidental de Europa? ¡Ojo! No se precipite, pues es muy probable que tenga en la punta de la lengua ese cabo, que le viene a la mente directamente y que… no es la respuesta ganadora. El Instituto Nacional de Geografía ha reconocido que Finisterre no lo es. “El cabo más occidental de la Europa continental es el Cabo de Roca, el de la España peninsular es Touriñán, que está a pocos metros de Finisterre, y el de la insular, la isla del Hierro”, explica el profesor Montón. Cuando desde el cabo famoso los antiguos romanos vieron hundirse el sol en el horizonte dieron por hecho que el Fin del Mundo estaba justo allí. Ahí empieza la reputación de la zona que, aunque le sobre belleza, le falta fidelidad a la cartografía.  

 

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Otra oportunidad. Ahí va la cuestión: ¿Cuál es el punto que se encuentra más al sur de la Europa continental? No, no es Gibraltar. “Si bien Gibraltar da nombre al estrecho, la parte más estrecha de éste es la punta de Algeciras, separada de África por catorce kilómetros, lo cual convierte a Algeciras en la respuesta correcta”, argumenta Enrique Montón. De hecho, la isla griega de Creta, situada en el mar Egeo, “está ubicada bastante más al sur. Si la lleváramos a nuestra longitud, estaría más al sur de los 35º”, puntualiza.

 

Salimos de España. Su nombre da lugar a confusión, pero el Cabo Norte, que se encuentra en Noruega, no es el más septentrional… ni de ese país ni tampoco del viejo continente. De hecho, “se trata de una isla, pero se puede llegar a pie y los propios noruegos alardean de que es el punto más al norte y accesible de Europa”, dice Montón. Sin embargo, continúa el profesor, “en esa misma isla, al oeste, existe otro cabo, el Knivskjellodden –ahí queda eso-, que es el que realmente ostenta el título”. El explorador británico Richard Chancellor acuñó el nombre de Cabo Norte en 1553 cuando lo sobrepasó en su búsqueda del Mar Blanco. Aunque no fue hasta 1664 cuando el primer turista, el italiano Francesco Neri, puso sus pies allí por primera vez (que se sepa, al menos).

 

Volvemos a hacer las maletas rumbo a nuestro país. ¿Qué hacemos con la Sierra de Grazalema? Porque, tal y como desmiente Enrique Montón, “no es donde más llueve en España”, como se suele decir. Ahora bien, “no se puede quitar otro mérito”, quiere añadir, “que es el de la singularidad. Está situada en la boca del Guadalquivir y es curioso porque es la única zona del sudoeste que sí tiene montaña. Cuando las borrascas entran por esa zona, favorece la precipitación y la intensidad de éstas”. Al César, lo que es del César. Los puntos más lluviosos de España “rondan los 2.000-2.500 litros de precipitación de promedio”, indica.

 

¿Qué pasa en Cherrapunji?

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Ahora bien, si hay un lugar húmedo donde las nubes descargan de lo lindo, ése es Cherrapunji, en la India. Situada en las faldas del Himalaya, esta ciudad ostenta el récord de lluvias en un año, pues entre agosto de 1860 y julio de 1861 cayeron 26.470 litros, según recoge la Organización Meteorológica Mundial (OMM). “Si sumamos lo que cayó en todo 1860 y 1861, la cifra asciende a 40.768 litros. ¡Una barbaridad! Para hacernos una idea, en Castellón –donde la media de precipitación es de unos 467 litros- tendría que llover 100 años para obtener la misma cantidad de agua”, subraya el profesor de la Jaume I. Hablando de agua, también tiene su miga, advierte, que Hawái y las Azores “den nombre a anticiclones cuando, en realidad, en esas islas hay zonas bastante lluviosas”.

 

Más allá de la anécdota, Enrique Montón aprovecha para romper una lanza a favor de la Geografía, que “no sólo se trata de saberse las capitales del mundo”. El nivel “ha llegado a tal punto que la gente ni siquiera conoce qué es esta materia ni para qué sirve”. Si la definimos como “el estudio de la distribución de las variables en el espacio y su explicación”, quizás suene enrevesado. Pero, si se dice lo mismo pero con otras palabras, la canción es más pegadiza y cercana: “Esto es, cómo y por qué se distribuyen las cosas en el planeta. Por qué esta montaña está aquí, lo que provoca esta temperatura y su lluvia, que a su vez favorece un tipo de vegetación y de fauna y que, además, influye en su ocupación humana”. Son las palabras de Montón, quien insiste en que “no se trata sólo de describir, sino también de explicar”.  


@Lorena_Padilla

Javier Montes

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