Claves para vivir

Por Segundo Tercero Iglesias, antropólogo

La vida es algo insospechado. Creo que no digo nada nuevo, ni nada que no sepamos, pero en ocasiones debemos hacer de lo obvio algo importante, pues por obvio es obviado. Nada nuevo, ya digo. Pero también se dicen muchas cosas repetidas y que por ello mismo pasan sin pena ni gloria. El silencio o la reiteración, dos extremos de un mismo círculo que se dan la mano. Uno puede ir por el silencio, respetando las opiniones ajenas incluso con voluntad potente de oír, nada más que de oír. O puede no dejar hablar y hablar continuamente, hasta la extenuación.

Sea cual sea tu elección que tengas claro que te equivocarás, pues siempre el camino no elegido será el que podría haber sido, y ese espacio intangible de lo no realizado se vestirá como promesa más posible que lo que acabarás de hacer. La contradicción de la vida, otra obviedad, no tan repetida pero sí repetitiva. Y está el saber común: el camino del medio, la medida exacta, el equilibrio, ni un lado ni otro. Pero seamos algo más que números exactos, y afirmemos que la medida perfecta no existe o sólo existe en ese espacio platónico de los sueños, y ahí tienes que estar con los ojos cerrados, propenso a chocarte de narices con la puerta. Entonces ¿qué hacer? Eso me pregunto yo.

Decía un amigo hace tiempo: la duda es buena, la mía no, la de los demás. Pero eso también es dudoso, pues hay dudas que es mejor que no sean de uno y sí de los otros, y hay dudas que sólo me gustaría tener yo. Y llevamos unas cuantas líneas que no nos dan respuestas, o ni siquiera asideros para no tambalearnos. Aquí empieza por tanto el baile del mundo, la música cambia y los pies tienen que cambiar el giro y entornar el cuerpo hacia donde corre el viento, para coger el ritmo. Y quizá no hay más hipótesis que la certeza brilla por su ausencia, y quien esperara encontrar en este título un manual de ayuda para la vida, ahora llegando a su final, advierte que el manual era un libro de cocina donde no vienen las cantidades precisas para que el guiso tenga el gusto de los amaneceres. La vida misma. Y como ponía en lo chicles cuando uno era pequeño: Sigue buscando. No hay otra. Quién dijo miedo.

S.C.

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