Sherlock Holmes es uno de esos personajes que jamás han perdido popularidad aunque, gracias la serie de la BBC protagonizada por Benedict Cumberbatch, hay que reconocer que el maníaco detective está más de moda que nunca. Tal vez los fans de la serie ya conozcan las novelas de Conan Doyle qué menos pero el universo holmesiano no se acaba ahí. Hay docenas de obras que amplían este particular universo victoriano. Una de las más atractivas y también una de las más recientemente publicadas, al menos en España, es el cómic Los cuatro de Baker Street.
Publicada en 1886, Estudio en escarlata fue la carta de presentación de Sherlock Holmes. Y ya ahí su autor, Arthur Conan Doyle, introdujo uno de los recursos que permitían a su detective consultor estar por delante de cualquier criminal y, por supuesto, avanzar mucho más rápido que la policía de Scotland Yard. Holmes los llamaba los irregulares de Baker Street y eran una tropa de pilluelos callejeros a los que el detective pagaba en función de la valía de esas informaciones.
Tal vez al gran público le suenen sobre todo de sus apariciones en las dos películas que Guy Ritchie ha realizado sobre el protagonista pero la presencia de esos irregulares ha sido una constante en la historia de la narrativa de los últimos años. Existe incluso un club de fans de Conan Doyle que, a modo de homenaje, adopta precisamente el nombre de Irregulares de Baker Street. Y es un club ilustre pues entre sus miembros se cuentan, desde el expresidente Roosvelt hasta el mismo Neil Gaiman.
Con guiones firmados por Olivier Legran y Jean-Blaise Djian y espectacularmente ilustrado por David Etien, Los cuatro de Baker Street continúa con este homenaje, convirtiendo en protagonistas absolutos de la historia a cuatro de esos chavales endurecidos por las calles del Londres victoriano.
Publicadas en Francia a partir de 2009, el cómic llega a España en una magnífica integral publicada por Yermo. A través de sus páginas desfilan temas sociales e históricos, desde la prostitución hasta la lucha obrera y sindical en la recientemente industrializada Gran Bretaña. El retrato de ese Londres incipiente, bullicioso y caótico, es sencillamente deslumbrante. Los dibujos de Etien son tan minuciosos en detalles que resultan incluso barrocos.
Pero Los cuatro de Baker Street no es una obra histórica o historicista. Ni mucho menos. Con el foco puesto incluso en cautivar a los lectores jóvenes, las tramas que construyen Legran y Djian tienen un trasfondo detectivesco que hará disfrutar, sobre todo y principalmente, a los irredentos seguidores del detective. Unas tramas ágiles, cargadas de dinamismo que te atrapan desde la primera viñeta.
Menos mal que el segundo volumen está al caer. Porque el primero se devora en un suspiro.
S.C.