No cabe duda de que los zombies vuelven a estar de moda. El fulgurante éxito de The Walking Dead en la televisión los ha devuelto a la primera posición en cuanto a popularidad de los monstruitos. De paso ha reivindicado también el cómic que les dio vida. Un cómic, por cierto, que no está solo en absoluto en esto de los zombies. Y es que el Vertigo, el buque insignia en cuanto a lo que cómic de terror se refiere, no ha perdido últimamente la oportunidad de asomarse al mundillo de los muertos vivientes. iZombie es una de sus últimas apuestas en este sentido.
Gwen trabaja como sepulturera durante el día. Y ejerce de zombie por la noche. Porque Gwen está maldita y también está muerta. Y si no quiere convertirse en uno de esos muertos vivientes que se mueven arrastrando unos pies medio descompuestos, está obligada a observar una dieta muy especial: cerebros humanos, bien frescos.
Hasta aquí llegan los tópicos de esta serie cuanto menos, original. Porque iZombie le da un giro completo al género de los muertos vivientes para explicarnos cómo vive uno de ellos y, muy especialmente, qué supone estar condenado a comer cerebros como único medio de detener la degradación de la no vida. Porque si Gwen no consume al menos un cerebro humano al mes empezará a degradarse y, poco a poco, podría verse convertida en un extra de The Walking Dead.
Hasta aquí la premisa argumental que, en realidad, es una excusa para introducirnos tramas mucho más complejas e, incluso, detectivescas. Porque la dieta de Gwen tiene un efecto secundario: todas las experiencias y los recuerdos del difunto cuyo cerebro consume pasan a la necrófaga de manera que, con frecuencia, se encuentra con que su almuerzo es la víctima de un asesinato o de una conspiración que ella se ve impelida a solucionar.
Los casos, sin embargo, tienen mucho de paranormal y con frecuencia meten a Gwen en problemas con otros entes del inframundo, desde momias a hombres lobo. De hecho la zombie detective no está sola en sus correrías y, cada vez que trata de desentrañar un misterio, tiene la ayuda de una pandilla un tanto lamentable pero bastante divertida: desde vampiros a fantasmas que pululan por el mismo cementerio en el que Gwen trabaja.
Gracias a todos estos elementos el guionista de iZombie, Chris Roberson, consigue eludir el cliché. En lugar de utilizar los tópicos de las historias de zombies utiliza los personajes de terror clásico para generar historias de detectives algo desquiciadas pero bastante divertidas, en una línea similar a la que planteaba el bueno de Scoobie-Doo en su serie animada. De hecho en su aspecto gráfico el dibujante Michael Allred trabaja con un estilo de dibujo algo alternativo que recuerda a los autores de pop-art de los años sesenta.
No es un título para todo el mundo los almuerzos a base de cerebros son tal vez demasiado explícitos, pero se trata de una apuesta interesante por parte de Vertigo para lograr reinventar un subgénero del terror, buscando quizá repetir el éxito que en su momento tuvieron con American Vampire.
Laura Bellver