La noche congela el aliento de los soldados en las frías guardias del frente oriental. En 1943 los militares alemanes que han visto cómo su impetuoso avance se ha frenado en seco en los alrededores de Moscú se enfrentan a un enemigo todavía más implacable que los desesperados soldados soviéticos: el invierno. Pero la temperatura no es lo único que los atemoriza. En la desolada estepa rusa las columnas germanas duermen inquietas soñando con un peligro aterrador que apela a sus miedos más de atávicos e irreales. De un momento a otro las brujas de la noche vendrán a cobrarse su venganza, envueltas en una tormenta de fuego y de metralla.
El Gran Duque es un cómic francés (o BD como lallaman al norte de la Junquera) con guion de Yann y dibujos de Romain Hugaultque nos lleva a la Segunda Guerra Mundial para contarnos uno de esas episodios sobreel conflicto que todavía nos resultan sorprendentes. La trama gira en torno ados pilotos, uno alemán y otro soviético, que se enfrentan sobre los cielos delfrente oriental en los años 1943 y 1944. Hasta aquí la historia es más biencorriente y, no nos engañemos, tanto el planteamiento de los personajes como eldesarrollo de los acontecimientos del relato son bastante convencionales. Elelemento diferenciador es sin duda el piloto ruso: la teniente Lilya Litvasky ysu escuadrón, 588.º Regimiento de Bombardeo Nocturno de la Unión Soviética. Unaunidad femenina que, pese a sus anticuados biplanos Polikarpov Po-2, lograronsembrar de tal manera el caos entre las columnas alemanas que los soldadosgermanos las conocían con el aterrador apodo de Nachthexen, lasbrujas de la noche.
Lilya Litvasky es un trasunto indisimulado de la piloto real Lídiya Litvak, lamujer que más derribos de aviones enemigos ha conseguido en la historia de laaviación y una auténtica heroína entre las filas soviéticas. Partiendo de estepersonaje, que el cómic retrata tomándose muchas licencias, El Gran Duque nos lleva a conocer quiéneseran esas mujeres que lograron poner en jaque a la fuerza aérea más poderosa desu tiempo, la Luftwaffe.
La reconstrucción visual de estas Brujas de la Noche es minuciosa hastael extremo. Sobre todo en lo tocante a la imagen de uniformes, emblemas yaparatos. El dibujo de Romain Hugaultes, con diferencia, el principal valor de este álbum. El autor francés es unapasionado de la aviación que pilota desde que tenía apenas dieciocho años yese conocimiento del material que retrata se nota en las páginas del cómic.Hugault, cuyo estilo realista está fuertemente inspirado por el propio Nose Art que se aplicaba en losaviones de la época, es uno de los autores que mejor conoce este periodohistórico y, de hecho, ha publicado dos obras más ambientadas en la SegundaGuerra Mundial. En todas ellas logra un despliegue visual casi cinematográficoque respeta escrupulosamente la realidad histórica del periodo.
Casi setenta años después del final del conflicto la Segunda GuerraMundial sigue siendo un periodo que ejerce una extraña fascinación. En parteporque se presta fácilmente al maniqueísmo. Sin embargo, como en cualquier otroconflicto, las simplificaciones maniqueas son también peligrosas. Al fin y alcabo las primeras víctimas del nazismo fueron los propios alemanes y, desdeluego, el zar rojono quedaba a la zaga del propio Hitler en cuanto a crueldad y totalitarismo. El Gran Duque refleja esas zonas grisesen las que ni todos los rusos son buenos, ni todos los alemanes son en realidadunos nazis.
El cómic es una elección absolutamente recomendable para todos los fansde las historias dibujadas, que disfrutarán con una factura visual impecable.Pero también es una lectura a tener en cuenta por los aficionados a laHistoria, con mayúscula, que encontrarán en sus páginas una reconstrucción fiely realista de uno de los periodos más crueles, intensos e interesantes de lahumanidad.
Adrián Cordellat