30 días de noche: regreso a Salem’s Lot

Con la oscuridad llega la hora de los monstruos. Los seres más terroríficos campan a sus anchas a partir del crepúsculo: trasgos, brujas, fantasmas y sobre todo vampiros, buscan el amparo de las tinieblas. Afortunadamente el ser humano ha tenido siempre el consuelo de que la oscuridad solo dura unas horas y la luz del día pone de nuevo en fuga a las criaturas de la noche. Pero ¿qué ocurriría si no fuese así? ¿Si a una noche le siguiese otra y durante 30 días reinasen las tinieblas?

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Eso es lo que sucede en el enclave de Barrow en Alaska; la proximidad al Círculo Polar Ártico hace que durante el invierno las noches duren todo un mes. 30 días de oscuridad. La oportunidad perfecta para que un hatajo de vampiros despiadados pueda campar a sus anchas. Y someter la ciudad sin que los habitantes de esta tengan la más mínima oportunidad de sobrevivir a las tinieblas.

 

Escrita por Steve Niles e ilustrada por Ben Templesmith, 30 días de noche partió de una idea de guion que, por problemas de producción, no terminó de cuajar como película. Sin embargo gracias a la amistad de Niles con los impulsores de la entonces recién nacida IDW Publishing, la historia vio la oportunidad de convertirse en tebeo. En poco tiempo vivió un éxito tal que la entonces pequeña editorial se vio desbordada por la demanda. De hecho tuvo que realizar varias tiradas del primer número y, después, publicar varias reediciones y ediciones recopilatorias. Y es que 30 días de noche fue, el año de su lanzamiento, el tercer cómic en formato tomo más vendido en EEUU.

 

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Pero la obra no solo encandiló a los lectores, las reseñas especializadas en revistas como Wizard, Newsarama o Entertainment Weekly fueron absolutamente elogiosas. Incluso el escritor Clive Barker, peso pesado en la literatura contemporánea de terror, dijo de 30 días de noche que tenía el espíritu y la energía de una buena película de terror de los viejos tiempos. De hecho el anhelo de Niles se cumplió tiempo después y 30 días de noche acabó convertida en una película de terror bastante solvente.

 

En el fondo, es el gran mérito de la historia. El de dar miedo. Que el libro de vampiros más famoso de la historia es el Drácula de Bram Stoker es algo de sobras conocido. Como también lo es que el arquetipo ha sido repetido que en parte ha quedado superado. En los 80 hubo dos autores que, a su modo, reinventaron el género del chupasangres para la literatura de manera diametralmente opuestas. Uno de ellos fue Anne Rice, que con sus engolados vampiros abrió un nuevo camino que aún hoy en día se explota con tremendo éxito en televisión. El otro fue Stephen King por todo lo contrario. La pesadilla que supuso su El misterio de Salem’s Lot marcó una tendencia oscura y violenta que devolvió al vampiro la cualidad de dar miedo. Y los aficionados al género celebraron con dicha esa cualidad.

 

30 días de noche es una nueva y escalofriante incursión en la oscuridad. Una vuelta a los terrores atávicos que acechan en las frías noches invernales. Esas tan oscuras en las que no hay luz alguna que pueda salvarte de las tinieblas y de sus criaturas. Esas en las que el alba es solo una promesa vaga y lejana. En las que el mínimo crujido entre tinieblas te lleva a pensar si volverás a ver salir el sol.


@elplumilla

Lorena Padilla

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