Un te quiero, un lo siento o un mucho ánimo son palabras que animan el corazón, que ayudan a tejer lazos de unión entre personas que se tienen en estima y que una empresa ha traducido en sonidos y ha convertido en su clave de negocio.
Históricamente los tótems han sido objetos, tallados o pintados, extraídos de la naturaleza, que en la mitología de algunas sociedades se tomaban como elemento protector de la tribu o de algún individuo. Emblemas que cuidan de las personas, que les aportan energía o, incluso, suerte (de la verdadera o de la sugestionada) y que una empresa española ha tomado como nombre para crear complementos personalizados que provienen de la voz o de un sonido.
Tot-em, que nació “una tarde de cañas con amigos, intentando solucionar el mundo“, como recuerda su cofundador Javier Pérez, busca condensar un momento único a partir de la onda de un sonido. Un te quiero de tu pareja, que de forma artística puede colgar de tu cuello, junto a tu corazón, con la forma que su frecuencia tendría al ser pronunciada. O el primer latido de tu bebé, escuchado durante el embarazo en una sesión de ecografía y que siempre formará parte de tus recuerdos.
Simplemente una manera de reivindicar el valor de las palabras y de lo que nos hacen sentir cuando atraviesan nuestros oídos, con un tono más agudo o más grave, pero con toda la intención que desprenden. “Siempre hemos querido acercar a las personas con lazos más fuertes que los que aportan las redes sociales o WhatsApp; sobre todo, a la gente joven, que cada vez está más distante entre sí, a pesar de permanecer siempre conectada virtualmente“, explica Pérez.
Esta empresa joven acerca a personas que se encuentran lejos de otras y cuyo contacto por redes sociales se queda corto, sobre todo, para trasmitir palabras y sentimientos importantes con el deseo de que perduren.
Y lo hace a través de la impresión 3D. Crean el dibujo de la onda recogida sobre una gráfica en la que se representa el tiempo en el eje de las X y el impacto sonoro en el de las Y: a mayor impacto del sonido, más alta es la onda. “Con un algoritmo que desarrollamos, interpolamos puntos de esa onda para poder fabricarlo de varias maneras“, detalla el cofundador de Tot-em.
Como resultado, piezas de materiales como la plata o la madera (los más demandados) que venden de forma online, con el apoyo de las redes sociales, a un perfil de cliente joven, que va desde los 18 hasta los 30 años y que incluye a parejas que desean expresar lo que sienten, amigos y familiares que quieren regalar un detalle diferente y original o madres y padres que graban el primer latido o la primera risa de sus bebés.
Un afán de crecimiento sin frenos
En tan solo dos años y con un capital de partida de 800 euros que consiguieron gracias al préstamo y la apuesta por su proyecto de familiares y amigos y que invirtieron en su web y en packaging, están logrando un crecimiento “imparable” que continúa en esa línea de cara al futuro con nuevos y más ambiciosos objetivos. “Durante los primeros meses los beneficios fueron destinados íntegramente a reinvertir en la empresa y solo ganábamos en aprendizaje, del que seguimos disfrutando día tras día junto con el afán de mejora continua que nos mueve“, asegura el cofundador de Tot-em.
No paran de tratar de crecer como empresa, pensando en nuevos productos que amplíen la edad de su público y que abarquen todos los estilos deseados por cualquier tipo de persona. Porque, como Pérez confiesa, llevan en los genes no cesar en el ansia de innovar. Y ahí reside gran parte del éxito de todo negocio joven, en las ganas de crecer, de aprender y de perfeccionarse. ¿Y qué mejor que un tótem cargado de energía y de buena suerte para acompañar este emprendimiento?
Patricia Moratalla