Con la oficina a cuestas

La idea no acaba de conquistar a todo el mundo ni tampoco puede ser adoptada de forma general. Sin embargo, poco a poco, cada vez más personas sucumben a los encantos de trabajar desde casa. Esta semana en 360 Grados Press hemos analizado dicho fenómeno, el cual no sólo está destronando al ‘presentismo’, sino también marcando un cambio en la actitud de empleadores y empleados.

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El último estudio del Instituto Nacional de Estadística (INE) sobre teletrabajo, que fue publicado el pasado mes de marzo, apunta que el 22% de las empresas en España, tanto pequeñas como grandes, cuenta con programas dedicados a dicha posibilidad laboral. Es más, entre los datos ofrecidos destaca, también, que la productividad en casa aumenta entre un 5% y un 25% respecto a trabajar 40 horas en una oficina al uso. La implantación de esta modalidad rondaba el 16% hace cinco años, según el mismo informe realizado en enero de 2009. La evolución, por tanto, es positiva pero comedida, tanto como la lectura que dan los expertos. “Todavía hay mucho por hacer en este campo. Creo que sigue sin existir una confianza por parte de las empresas para establecer el teletrabajo en algunos puestos y que los datos dan una cifra elevada por la creación de compañías en las que los ‘nuevos emprendedores’ que nos rodean están apostando por la flexibilidad y la conciliación y, al mismo tiempo, están fomentando este tipo de beneficios sociales“, afirma Eva Blanco (@eblanperis), quien es responsable en gestión de personas.

 

¿Y por qué no despega del todo?

La sensación es compartida por David Blay (@davidblaytapia), un periodista que hace ocho años decidió dar el salto al ‘mundo freelance’ y convertir el hogar en su centro de operaciones. Así, recientemente ha recogido su experiencia “sin ninguna pretensión literaria, sino como una manera de ayudar a los demás” en el libro ¿Por qué no nos dejan trabajar desde casa?. Más allá del recelo antes mencionado, este profesional de la información arguye otras razones de calado cultural para responder a la pregunta que da nombre a su primera obra. “El empresario medio español tiene unos 50 años, por lo que ha sido educado en una tradición de la culpabilidad, en esa que proclama que ‘hay que trabajar muchas horas para llegar a lo más alto’. De esta forma, el verdadero cambio de paradigma no llegará hasta que una nueva generación alcance la cúpula directiva“, argumenta él mismo. De hecho, Eva Blanco aporta otro matiz coyuntural en este sentido, ya que distingue entre las empresas con dicha filosofía innata y aquellas que la están aplicando en este momento porque, sencillamente, “tratan de beneficiarse de los ciertos ahorros que puede suponer“.

 

La panacea universal no existe

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En cualquier caso, la apuesta por el teletrabajo no es el remedio para todos los males que el mercado laboral acusa. En palabras de Alfonso Alcántara (@Yoriento), asesor en empleo, empresa 2.0, productividad y reputación online: “Si hay agua mala en un vaso, aunque la cambies de vaso, sigue siendo mala. Mucha gente cree que esto es una solución, pero en verdad se trata de un escenario nuevo que requiere de unas habilidades distintas a las de una empresa. Por ejemplo, hay que organizarse en el día a día según microproyectos; hay que tener una disciplina en todos los sentidos, desde el horario hasta la vestimenta, pues no hay que quedarse en pijama; y hay que mantener el contacto con otros profesionales, es decir, no perder los lazos sociales por el hecho de quedarse en casa“. Asimismo, las propias compañías han de entender que, aparte de la eliminación inmediata de gastos, esta opción no revierte todos sus beneficios si no se practica correctamente. Siguiendo con las palabras de Alfonso: “El teletrabajo puede representar una ventaja para el empleador si se le ponen objetivos al trabajador, ya que de esta forma se es más eficiente; porque hay quienes creen que por hacer acto de presencia en la oficina ya se está trabajando“.

 

Aquí llega el quid de la cuestión

Justamente, la delimitación de metas a nivel individual y colectivo es uno de los pilares para el buen funcionamiento del teletrabajo, como también el aspecto que más se les resiste a ambas partes implicadas. “Yo hago una plantilla todos los domingos y así sé qué tengo que hacer cada día de la semana. Al principio es muy difícil no parar de trabajar, porque la faena no acaba nunca, pero hay que ponerse límites. Si empiezas a adelantar, entras en una dinámica que no te permite tener ninguna jornada libre“, explica David desde la perspectiva del trabajador. “Desde casa o desde la oficina. Para trabajar con sentido y ser productivo debes tener siempre claros tus objetivos. Para ello, la organización es la que, en primer lugar, tiene que ser capaz de definirlos y de transmitirlos a sus empleados. Hoy en día es complicado planificar a largo plazo, pero se puede hacer en el corto o en el medio, siendo realistas y adaptándonos a la vorágine que nos envuelve día a día“, aclara Eva bajo el prisma del empresario.

 

Mitos que no se sostienen

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Con todo, inicialmente muchos conocidos de David se mostraron reticentes al saber de su nuevo rumbo laboral. Sin embargo, este periodista ha observado con el tiempo que cada vez más personas de su alrededor han seguido sus pasos en diferentes campos profesionales. Eso sí, algunos han tardado más que otros – o, incluso, siguen sin avanzar en firme – con motivo de creencias generalizadas acerca del teletrabajo, como es el caso de la soledad; algo que él derriba fácilmente. “Yo todos los días salgo para quedar con alguien o hago llamadas dando un paseo. Sucede a veces que un equipo de personas que se conoce desde hace muchos años no puede crecer más porque ya no tienen más que aportarse los unos a los otros. Sin embargo, yo me rodeo continuamente de gente nueva que me aporta cosas nuevas“, argumenta. Y su optimismo se mantiene cuando de hablar de futuro se trata: en su libro afirma que un 60% de la gente ya podría teletrabajar pues, salvo en atención al público, la mayoría de empleados sólo precisan de ordenador y teléfono para desempeñar sus funciones. Así, por ejemplo, los llamados ‘componentes de distracción negativos’ desaparecerían y gestiones cotidianas, tales como ir a un banco, dejarían de pasar por tener que pedir horas para asuntos propios. “El teletrabajo es una opción de la empresa y del trabajador que va más allá de la conciliación, porque lo que permite es organizar mejor la vida profesional y personal a todos los niveles“, concluye Alfonso.


@LaBellver

Fuente de la portada exterior: Flickr. Nombre de usuario del autor: Jan Charles Linus Ekenstam.

José Manuel García-Otero

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