Vanguardias para romper las reglas

El arte de aquellos jóvenes vanguardistas que se atrevieron a sorprender, a fusionar sensaciones, a combinar disciplinas y a buscar la interpretación del espectador sigue latente tras más de 70 años germinando en las posteriores generaciones de arriesgados y creativos genios de lo conceptual.

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El espectador siempre está ávido de nuevas experiencias cuando a arte se refiere. Ya no le vale encontrar un cuadro colgado en una inmensa pared que convierte la obra en algo solitario, pequeño y uniforme. Ya no disfruta tanto recorriendo con la mirada y una marcha impasible al estremecimiento una serie de vitrinas lineales que contienen esculturas aisladas entre ellas que no invitan a jugar.

 

Porque el ser humano, y sobre todo aquel ansioso de desvirgar el arte con los cinco sentidos, desea jugar, encontrar en una o varias salas conjugaciones de elementos que reten a su intelecto y a su capacidad para interpretar y descifrar mensajes. Estos inconformistas culturales tienen mucho en común con los miles de artistas que desafiaron la lógica y la comprensión más aletargada y encasillada de la primera mitad del siglo XX a través de lo que hoy se conoce como “las vanguardias“.

 

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Y este año el Instituto Valenciano de Arte Moderno, IVAM (@gva_ivam), ha desmantelado sus colecciones pertenecientes a tres de las décadas (1914-1945) más influyentes y que mejor reflejan estas tendencias artísticas para sacarlas a la luz juntas por primera vez y ofrecerlas al público. Casi 1000 piezas que combinan la pintura, la escultura, el collage o las fotografías de la mano de artistas consagrados como Marchel Duchamp, László Peri, George Grosz o Josep Renau, entre otros muchos.

 

Unas décadas que ‘construyen unos nuevos mundos’ – parafraseando el título de la exposición – que ayudan a “entender lo que el arte ha sido posteriormente”, como indica el director del centro, José Miguel G. Cortés, y que “modificó nuestra forma de verlo todo”. Una manera de expresar el arte desde diferentes disciplinas que se fusionaban en aquella época y a las que, en esta muestra, han sumado dos imprescindibles y coetáneos de entonces como son el cine y el nuevo diseño industrial.

 

La muestra, que se exhibe hasta abril de 2016, “permite descubrir la complejidad de una época marcada por la experimentación y la investigación artísticas” que recogen “los nuevos valores de este periodo histórico” para incorporarlos “a los discursos estéticos y creativos”, según explica Josep Salvador, comisario de la exposición. Aquellos vanguardistas quisieron alzar un nuevo paradigma cultural que “respondía a las crisis del viejo orden político, económico y social” y en el que defendían “el papel emancipador del arte” desde el trabajo tanto individual como colectivo.

 

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Como adelanta Salvador, los artistas focalizan su interés en los múltiples avances que se produjeron en su época en la ciencia, la técnica, la medicina y la conflictividad social para desplegar una variedad de estilos que van desde la obra más comprometida políticamente hasta las visiones personalizadas del tiempo y el espacio. Una ruptura de barreras, representada en los cánones establecidos más lineales y objetivos, para plasmar una nueva manera de mirar. “La conexión unidireccional entre objeto, mirada y mente ya no interesa y lo verdaderamente importante es la participación del espectador y su capacidad sensible, crítica e intelectual para analizar mensajes”, descifra el comisario.

 

Un viaje desde los mundos oníricos hasta la democratización del diseño

La exposición permite recorrer a través de sus salas interconectadas el vanguardismo en estado puro. El dinamismo social a partir de obras dadaístas y futuristas que llevan el arte a la calle para inspirarse en fenómenos urbanos, en el movimiento que activa las nuevas necesidades del hombre y que deja a un lado la simple decoración de espacios. Mundos oníricos que “buscan en el subconsciente las nuevas formas que reflejen esa realidad” desde una abstracción que “bucea en el caos”, que rompe con el equilibrio y que encuentra sus fieles representantes en el cine de Buñuel, de Léger o de Chaplin.

 

Una construcción que enlaza el arte con las máquinas que condujeron al progreso humano y social, pero también al desarrollo de las grandes masacres de la primera mitad del siglo pasado; y la estética con la democratización del diseño que llevó a cabo la Bauhaus alemana para que llegara a todas las casas y facilitara las vidas de las familias que las moraban. Para demostrar que la belleza también podía encontrarse en la funcionalidad de un teléfono o de una cafetera.

 

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El reflejo de las vanguardias en el arte actual

Hoy estas obras continúan siendo emblemáticas e irrepetibles porque “abrieron un camino a la imaginación” desde la transformación y los “principios estéticos de la metáfora y la alegoría”, según Salvador. El legado de esos autores ha eclosionado en un terreno artístico “más libre, solidario y comprometido con las vivencias del hombre actual” para alejarse de las apariencias y acercarse a la intelectualidad del espectador.

 

El comisario de la muestra apuesta por el arte de hoy que bebe de esas vanguardias, que busca nuevos lenguajes, que cree en su función social, “aunque el mercado esté al acecho para sacar provecho de la desnaturalización de esos mensajes”. Por lo tanto, mientras existan personas que sigan manteniendo viva la esencia de aquellos locos e incomprendidos que rompieron moldes, el arte seguirá sorprendiendo y evolucionando hacia algo mucho mejor cada vez.

Laura Bellver

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