Hace pocos años ni siquiera tenían un nombre propio, pero ahora el término webserie resulta más que familiar entre los internautas. Y no es para menos: se estima que en España se producen unas 500, aproximadamente, en la actualidad. Esta semana en 360 Grados Press nos hemos aproximado a una rama de la industria de la ficción que crece a pasos de gigante.
Faustino o, mejor dicho, Fausto, que así es cómo prefiere que lellamen es un diseñador que trabaja por cuenta propia, condición laboral quecomparte con algunos de sus amigos. Así, todos ellos viven numerosas peripeciaspor el mero hecho de tratar de sobrevivir en un mercado cada vez más voraz. Porsu parte, el barrio valenciano de ElCabanyal es la única zona que resiste al apocalipsis zombie que ha azotadola ciudad, consecuencia directa de que el ayuntamiento diese permiso alejército norteamericano para probar un virus entre su población. Lossupervivientes, por tanto, no tienen más opción que agruparse para hacer frentea los muertos vivientes y, sobre todo, a los responsables de semejanteberenjenal. Y, luego, están las historias de Violeta, Diego, Carla, Luís,Piedad, Marcos
En definitiva, de un grupo de jóvenes que rondan los 30 años yno saben qué hacer con su vida, es decir, que están pasando por una crisisexistencial y también económica. Sin duda, no podría decirse que estasproducciones se parecen. Al menos, no en sus argumentos; aunque sí guardan unasemejanza muy significativa: son webseries.
Freaklances, Cabanyal Z y Sin vida propia, respectivamente.Apenas tres de las tantas que actualmente se realizan en España. El fenómeno noes nuevo, pero de un tiempo a esta parte está viviendo un apogeo que ha llegadoa encumbrar al país como una de las mayores potencias mundiales en el sector.Las razones de cada caso para apostar por este formato son diferentes. Sinembargo, una vez más, todos convergen en una idea: las virtudes de Internet. “Las dos ventajas más importantes son laposibilidad de llevar a cabo el proyecto y la independencia creativa. Además, laRed te permite controlar toda la distribución, lo cual implica la libertad casiabsoluta de contar lo que quieras como quieras“, afirma Ana Ramón Rubio, directora y guionistade Sin Vida Propia. “Una webserie posibilita desarrollar unatrama larga poco a poco. Esa forma también cambia el proceso creativo: laproximidad con la gente y el ir testando los episodios cada cierto tiempo haceque la trama esté viva y se vaya modificando según la actualidad o las reaccionesdel público“, completa Joan Alamar,actor y realizador de Cabanyal Z. “Internet es la forma más sencilla yeconómica de producir y de emitir“, concluye Julio Garma, creador de Freaklances.
El quid de lafinanciación
Estas últimaspalabras conducen al quebradero de cabeza por excelencia: el dinero. Echar manode recursos propios e iniciar campañas de crowdfundingno sólo han sido el punto de partida de gran parte de las webseries, sinotambién su punto y seguido. Porque el grueso de esta cuestión bien podríaresumirse en la expresión arrimar el hombro. De esta manera, se ha conseguidolo aparentemente imposible: partir de un presupuesto cero y alcanzar laautosuficiencia. “El activo másimportante para sacar adelante la serie son las más de 48 personas entre equipotécnico, personajes, zombies, etc. que han colaborado desinteresadamente de unau otra manera, así como las asociaciones y los colectivos del barrio y de fueraque contribuyen cediendo su espacio, difundiendo el proyecto o aportando algunacantidad económica“, ilustra Joan con CabanyalZ. “No hemos obtenido ningunasubvención de instituciones. Esto ha sido, sobre todo, el trabajo de un equipoque se implica hasta el final y la colaboración de personas anónimas,espectadores, amigos…“, explica Ana basándose en Sin Vida Propia. Al final, como haocurrido con Freaklances la másveterana de las tres , la fórmula magistral puede venir dada con el mismo rodaje.“A partir del tercer capítulo recibimospropuestas de empresas cuyos clientes eran y querían aparecer en la serie.Además, hacemos merchandising y caricaturas de los fans, que luego aparecencomo extras o actores secundarios en la serie. Y ahora estamos con las figurasen 3D personalizadas“, cuenta Julio.
Tengamos una relación,pero que sea abierta
Aunque ha terminado triunfando como webserie, Sin Vida Propia estaba pensada para la televisión. Y, curiosamente,ya son varias las congéneres que han recorrido esta trayectoria a la inversa.Por ejemplo, Qué vida más triste, quefue la que abrió este camino en 2008 gracias a La Sexta; Malviviendo, otra de las pioneras en la Red en elámbito nacional que dio el salto a la pequeña pantalla de la mano del canal depago TNT en 2012; y Les coses grans, que ha hecho lo propio este año enel 33 de la autonómica catalana.Asimismo, las cadenas están lanzándose a la piscina online con produccionespropias. Ya lo intentó Telecinco con Becarios en 2008 y, entreotras, MTV ha apostado por ello en elpresente 2014 con Hipsteria. Con todo, elvínculo entre ambos medios es innegable, pero no necesario. Siguiendo con lasdeclaraciones del creador de Freaklances:”Para nosotros, Internet es un banco depruebas. Paralelamente, hablamos con productoras tradicionales y con cadenas detelevisión. Pero si un producto no casa con ellas, no lo paramos, sino que lofinanciamos y lo llevamos adelante. Creemos que Internet ya no es el hermanomenor“.
Un respeto, quehablamos de algo serio
En este sentido, las webseries han tenido que romper alguna barrera. “Muchas veces se confundeeste concepto con el de ‘grupo de amigos con una cámara que se junta paragrabar tonterías’, cuando realmente suele ser un producto profesional que, enla mayoría de los casos, no tiene financiación pero sí un gran equipo técnico yartístico detrás. Creo que hay webseries españolas que no tienen nada que envidiara la televisión tradicional. Es más, me atrevería a decir que ésta tiene muchoque aprender de algunas webseries“, matiza Ana.Sin embargo, el camino también ha presentado sus facilidades, como la evoluciónnatural que está experimentando la audiencia hacia contenidos más segmentados ya la carta. Todo ello concede una competencia a estas producciones que permiteque sirvan para fines más allá del entretenimiento. Así está sucediendo con Cabanyal Z, que ha conseguido diluir lasfronteras locales para llamar la atención sobre una arraigada denuncia enValencia. “La serie es una actividad más dedinamización del barrio y pretende ser un nuevo mecanismo para alzar la vozsobre su problemática social“, expone Joan. Salvando las distancias, Freaklances destaca, a su vez, porcatapultar el nacimiento de una productora de animación. “La serie nació sin ninguna pretensión, sólo queríamos contar nuestrahistoria, pero nos ha dado pie a avanzar: ya tenemos una oficina en Aranjuez ysomos cuatro personas fijas“, cuenta Julio.
La pregunta delmillón: ¿dónde reside el éxito?
Por el momento, episodios de corta duración y en clave de comedia sonlos rasgos más habituales en las webseries españolas, pero en esto, aparte delcorrespondiente guión, no hay nada escrito. “Una serie funciona cuando tiene una buenahistoria, un buen ritmo y una empatía con los espectadores“, razona la directorade Sin Vida Propia. Así, tras definiruna identidad inicial, cada producción busca un público objetivo e intentafidelizarlo. Con vistas a ello, los certámenes internacionales y los festivalesnacionales que se han puesto en marcha recientemente, como FEW creado y dirigido por el mismo Julio Garma, entre otros o CarballoInter Play, son una gran oportunidad dedifusión. Asimismo, la innovación en contenidos y en interacción con los seguidores se plantea fundamental. Porque la conquista de Internet por parte delas series no es sólo una cuestión cuantitativa, sino también cualitativa.
Javier Montes